CONTRATAPA
Cenizas y diamantes
› Por J. M. Pasquini Durán
Con la mitad de la ciudadanía convocada para votar en cinco distritos, la atención política fue acaparada por dos de ellos, Capital y Buenos Aires, debido al peso específico tradicional de ambos, pero también porque el presidente Néstor Kirchner, según su estilo, había puesto el cuerpo a favor de candidatos como Aníbal Ibarra, actual jefe de Gobierno que buscaba la reelección, cuya suerte final retuvo la respiración de muchos hasta que su contrincante, Mauricio Macri, aceptó la derrota en el ballottage. El apoyo presidencial no fue el único factor en la victoria de Ibarra, quien tuvo suficiente cintura para no caer con el derrumbe de la Alianza que lo llevó hasta su cargo, pero resultó decisivo para conseguir la diferencia ganadora.
Del mismo modo, en la provincia de Buenos Aires, el gobernador reelecto Felipe Solá reconoció el aporte sustancial de Eduardo Duhalde y del mismo Kirchner, además de su propia gestión, para obtener la mitad de los votos emitidos. En Santa Cruz, Jujuy y Chaco ganaron las gobernaciones los candidatos oficialistas de cada distrito.
La derecha conservadora, aunque prefieran identificarse como centroderecha, cosechó una decepción por partida doble. Si bien Macri logró una buena performance, quedó siete puntos por debajo de Ibarra, y los nominados por López Murphy quedaron muy atrás en el distrito bonaerense para consolidar la representación que pareció despuntar en las presidenciales de abril último. Es decir, la jefatura de centroderecha sigue vacante, si es que no la asume Lole Reutemann. De igual manera, tampoco hay una izquierda perfilada o influyente por lo que, carentes de derecha y de izquierda netas, el peronismo ocupa buena parte del espectro político.
A pesar de los matices y enconos que los diferencian por dentro, el peronismo revalidó su condición de fuerza predominante con cierta inclinación, en algunos distritos, a la hegemonía. Los que temen que esa vocación hegemónica empape la voluntad del Ejecutivo y de la mayoría del Congreso, deberían recordar que junto a la formidable capacidad para recomponerse de las caídas o tropiezos, de igual manera el peronismo suele producir enérgicas oposiciones a sí mismo que se traducen, a menudo, en canibalismo interno. Además, es flexible hasta el oportunismo, por lo que en los 90 apoyó el plan neoliberal de Menem y ahora podría alinearse con la versión antagónica, encarnada por Kirchner, si el Presidente mantiene su nivel de popularidad y su capacidad de mando.
Los abstencionistas porteños tampoco consolidaron posiciones, ya que ese rubro disminuyó en relación con la primera vuelta. Aunque todavía no hay detalle suficiente, los encuestadores creen que buena parte de los votantes de Luis Zamora en el ballottage se inclinaron por Ibarra, lo mismo que una porción de los que siguieron a Patricia Bullrich. El ganador logró incluso dar vuelta la decisión de voto en barrios como Lugano y otros del sur que habían preferido a Macri hace tres semanas. El jefe de la Ciudad recibió el primer mensaje y puso todos sus recursos para reconquistar las posiciones perdidas. En la provincia de Buenos Aires, los intendentes peronistas y radicales de real influencia tuvieron un desempeño decisivo para las victorias de Solá y para la sorpresa que dio Margarita Stolbizer, de la UCR, que logró porcentajes que no figuraban en las encuestas previas ni en la atención mediática. Es una recuperación de la influencia de los jefes comunales, muchos de los cuales se sentían opacados porque los movimientos sociales, como los piqueteros, les habían ganado la calle y les disputaban la distribución de la asistencia social. De todos modos, hubo corte de boletas hacia todas las direcciones y en todos los niveles, reafirmando otra vez la relativa autonomía de decisión del electorado.
Cuando termine el escrutinio, otra vez demorado, podrán medirse las dimensiones completas de los victorias y derrotas registradas en la víspera. Con los datos a mano, resulta que el presidente Kirchner salió bien parado, sobre todo por el final en la Ciudad de Buenos Aires, en su construcción de poder a través de la transversalidad interpartidaria. Duhalde retiene todavía el padrinazgo del peronismo bonaerense, aunque su lista de diputados tuvo una votación más baja que Solá, y su sentido de la realidad lo mantiene con el perfil bajo, sin exposición pública que pueda excitar el sentido de autoridad en la Casa Rosada. Por el contrario, Chiche Duhalde actuó como vocera del matrimonio para repetir ante todos los micrófonos que serían solidarios con el Presidente. En la política,sin embargo, nada se constituye de una vez y para siempre. No es una foto, es una película y todavía falta bastante para el final.