› Por Rodrigo Fresán
Desde Barcelona
UNO Sucede –con prolija disciplina y buena letra– cada año, todos los comienzos de curso. Pero este 2016 el asunto parece tener mayor intensidad que antes: ese interrogante existencial y hamletiano del hacer o no hacer los deberes. Y los niños con sus pupilas giratorias preguntándose si para esto vinieron al mundo. Y sus padres con las pupilas más giratorias aún preguntándose si para esto trajeron niños al mundo y si en algún lugar, en la caligrafía pequeña de los contratos más satánicos y leoninos, estaba especificado que –además de proveer a los pequeños de amor y de cama y de comida y de ropa y de juguetes y de tantas otras cosas– también ellos, los grandes cada vez más encogidos, se verían obligados a volver al colegio de la manito y garrita de todas esas tareas para el hogar de sus hijos. Y sin siquiera la posibilidad de gemir o fingir un “Me duele la panza”.
DOS No ha cumplido las expectativas / Falta de atención: malas calificaciones para estadísticos del Brexit, del “sorpasso” de Podemos al PSOE, de la PAZ/FARC, de… ¿Trump?
TRES Así, batallitas entre maestros y pediatras y sociólogos y psicólogos. Y los daños colaterales y colegiales del fuego más o menos amigo: la familia. Están los que dicen que el llevarse deberes a casa fomenta la responsabilidad y la comunicación entre padres e hijos así como el cada vez más frágil arte de la memoria en tiempos (des)informáticos. Están los que sollozan que las aulas cada vez albergan más alumnos y los profesores no dan abasto y por lo tanto hay que “reforzar”. Están los que esgrimen estudios recientes y estadísticas de última generación y aseguran que los deberes son algo así como una tóxica arma de destrucción masiva que enrarece la convivencia doméstica (con padres y madres al borde de un ataque de nervios alternándose los roles de poli bueno y poli malo). Y están los proféticos que acusan a los deberes de no ser otra cosa que una temprana (de)formación subliminal/profesional que facilitará la futura docilidad del ex niño a la hora de –si tiene suerte de conseguir un escritorio en una oficina más o menos digna– no rechistar a por llevarse trabajo a casa.
CUATRO Rehacer PSOE / Educación artística: coser –verbo du jour en el partido– sin pensar en Victor Frankenstein. ¿O será coser a puñaladas? Cálculo socialista: si nos abstenemos perdemos nuestro pasado, si vamos a terceras elecciones perdemos nuestro futuro. ¿Y el presente? Ausente. “Señorita: Felipe González me está molestando. De nuevo. Como siempre. ¿Otra vez?”
CINCO El asunto está en boca de todos y hasta una propaganda de IKEA (empresa que llega desde el frío de un cálido país donde los niños gozan de los más modernos métodos educativos y los adultos de jornadas laborales que les permiten pasar más tiempo con los suyos que con sus patrones, tan lejos de una España a la cola en una Educación donde se invierte poco y nada) se ocupa del asunto con esa bondad progre-capitalista que los caracteriza: un bonito grupo familiar come sobre muebles de nombres raros mientras se hace preguntas y se da respuestas escolares de una materia a la que denominan Cenología. “¡Salvemos las cenas!” es el slogan cortesía de la agencia McCann. “Papá se va a trincar un bocata de jamón. ¿Cuál es el sujeto?”, pregunta el padre. “Papá”, responde el hijo. Y Rodríguez –publicitario–mira fijo y no, esa cocina y ese comedor no es el típico clase media española. Y parece como construido en el planeta Tralfamadore para la felicidad de tribus terráqueas con todo más o menos solucionado a cambio de ser exhibidas en zoológico cósmico.
SEIS A la dirección: los pesados retro-románticos de la CUP que proponen el trabajo práctico de Historia de arrancar la estatua de Colón al final de las Ramblas y eliminar el feriado del 12 de octubre porque fomentan la celebración y apología del holocausto latinoamericano y todo eso.
SIETE Un fantasma recorre Europa y a su largo y ancho se discuten los pros y los contras de los deberes. Que sí, que no, que sólo los fines de semana, que no más de veinte minutos. La sísmica movida comenzó –como tanta otras revoluciones– en Francia, en 2012, con los citoyens progenitores alzándose en armas y declarándose en “huelga de deberes”. Allí, a pesar de que una circular los prohibía, los maestros seguían debereando a diestra y siniestra. Lo mismo en España. Sin importar que el Informe PISA revelara que los países europeos con menos deberes obtenían mejores resultados. Ahora, nada más y nada menos que la Organización Mundial de la Salud está llevando a cabo los trámites pertinentes para eliminar por completo las tareas escolares de todos los sistemas educativos registrados ya que sus investigaciones demuestran que no sirven para nada (no mejoran rendimiento ni aumentan el coeficiente intelectual ni ayudan a sacar mejores calificaciones); que a menudo terminan haciéndolas los padres (fomentando el pensamiento mágico tipo “alguien me salvará” en esos cerebritos en pleno desarrollo); y que el estudiante que deja de hacer tarea en su casa recupera su alegría por el estudio y se transforma en una persona feliz. Rodríguez –enredado entre regla de tres y fechas– le comenta esto último a su hijo. “¿Cuánto falta para el fin?”, le pregunta su hijo como con sus letras dentro de un globo, descendiendo de la maldita raza elegida de Felipe, de Calvin, de Bart, de tantos dibujados cansados de dibujar mapas y absurdos. “No lo sé”, le responde Rodríguez, quien tampoco se sabe o se acuerda del año de nacimiento del esqueleto de García Lorca o de cómo se calcula cuánto demora un inmóvil presidente en funciones en marcha rápida a su investidura.
OCHO Lengua Muerta: ¿Et tu, Referendum? / Educación Física: Hacer el pino, la vertical, el Rajoy. Recto y sin moverse y a ver quién aguanta más así. Respuesta: él.
NUEVE Pasar al frente y recitar / La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), ha llamado a la insumisión contra las tareas escolares. La CEAPA va a pedir a los profesores que no ponga deberes para los fines de semana de noviembre. En caso contrario, instará a “a que los hijos vuelvan al colegio con ellos sin hacer”. Y repartirán un documento a entregar al maestro en el que se explica que “mi hijo no lleva deberes por una decisión familiar” parecido al que se entrega cuando hay huelga. Noviembre como segunda parte de Octubre. Hay una película ahí. Muda. Hacer silencio.
DIEZ ¿Volver a votar o no por mal comportamiento? Y, sí, él lo ha hecho: luego de la debacle del menguante PSOE que no se sabe la lección y al que le aterrorizan terceras elecciones, el pésimo alumno genial Rajoy (aunque él lo niega; y cuando él niega algo…) tal vez ponga ahora condiciones para aceptar ser presidente. Y, ¿es esto posible?, creo que no entendí, profesor. Y Podemos y Ciudadanos levantan la mano, pero nadie les hace mucho caso.
ONCE “Papá, no entiendo: ¿a Pedro Sánchez lo dimitieron porque hizo lo que decía que iba a hacer y porque no quiso apoyar al peor mejor alumno del otro colegio contra el que competía el suyo?”, pregunta su hijo. Rodríguez le dice que se calle, que no moleste, que encuentre de una jodida vez el sinónimo de “absurdo”, que ya está lista la cena, que ya es tarde, que él sólo quiere irse a dormir y a no soñar ese sueño tan copiado de que él ha vuelto al colegio y que, por supuesto, no estudió para el examen.
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