CONTRATAPA
Inventos
› Por Leonardo Moledo
En el año de gracia de 1851, el director de la oficina de patentes de Estados Unidos propuso cerrarla, porque consideraba que ya se había inventado todo lo que había que inventar y en adelante la tramitación de patentes sería inútil.
Es cierto que para ese año ya se habían inventado muchas cosas (la rueda, el telégrafo, el fuego, el ferrocarril, la lanza, el cultivo del maíz, la escritura, las armas de fuego y la geometría proyectiva); pero la verdad es que también quedaban muchas cosas por inventar, como por ejemplo la luz eléctrica o las bombas atómicas, o el DVD, sin el cual serían imposibles las contratapas de Rodrigo Fresán. No obstante, sigue habiendo gente que piensa que ahora sí ya no hay nada que inventar y pone como ejemplo la increíble cantidad de porquerías que se venden y proponen como avances (especialmente en computación) y que no representan nada. Es lo que me planteaba un amigo cuando le comenté que habría pronto un concurso de inventos (del cual no puedo dar detalles). Inmediatamente, le hice una lista de 7312 cosas que no se inventaron y que realmente mejorarían muchísimo la vida de la gente, con sus pros y sus contras. Acá va un extracto.
1. Autos deshidratables, que solucionarían todos los problemas de estacionamiento. Cuando el conductor llega a destino, deshidrata el automóvil, se lo guarda en el bolsillo y cuando sale lo vuelve a hidratar. Desaparecerían las antiestéticas superficies destinadas a playas de estacionamiento y se resolvería el problema de los cuidacoches.
2. Verrugas artificiales. Se colocan sobre la piel y parecen exactamente iguales a las verdaderas. No generan problemas estéticos, ya que uno se las saca cuando quiere, no representan peligro alguno, ya que no derivarían en cáncer de piel, y uno puede ponerse todas las que se le ocurra sin temores. Quizá los dermatólogos no estén completamente de acuerdo, pero igual seguirá habiendo enfermedades de la piel.
3. Agujeros negros para resolver el problema de la basura. Puesto que todo lo que cae en un agujero negro ya no puede salir (ni siquiera la luz) la basura de las ciudades podría desaparecer tranquilamente allí. Entre los inconvenientes hay que apuntar el peligro de que la ciudad misma sea devorada por el agujero, y el tiempo infinito de caída en él de los desechos. Los agujeros negros se fabrican con facilidad: se toma una masa del tamaño del Sol y se la comprime hasta que tenga un radio de menos de tres kilómetros y ya se tiene un agujero negro. Si la producción en serie de los agujeros negros presenta inconvenientes, se podrían usar miniagujeros negros.
4. Encontrar una manera de combinar químicamente el detergente con el uranio, el carbón y el petróleo. Las usinas o centrales nucleares que utilicen este nuevo combustible producirían energía limpia, y los caños de escape de los autos deshidratables no generarían contaminación.
5. En la misma línea, producir bombas atómicas que no exploten; bastaría hacerlas con uranio 238 o con cualquier otro material poco fisionable. Permitiría seguir adelante con la carrera armamentista sin peligro para nadie y sin tener que negociar complejos tratados. Si este invento tiene éxito, se puede extender a todo tipo de explosivos y terminar con los conflictos regionales o de baja intensidad. Ya en el terreno de las ideas, un fundamentalismo tolerante y respetuoso de los matices.
6. Una manera de alimentar a las gallinas con aceite para que den huevos fritos, o, desde ya regar con aceite las papas para que las papas fritas naturales nos libren de los horrores de McDonald’s.
7. Huesos flexibles que, trasplantados, terminarían para siempre con los dolores de espalda y las fracturas de cadera y además permitirían pasar por debajo de las puertas.
8. Inyecciones para aprender idiomas: una manera rápida y sanguínea de dominar todas las lenguas sin el trabajoso estudio de conjugaciones y declinaciones, permitiría ingresar directamente a la literatura.
9. Hay muchos más: tallarines térmicos, que no se enfrían; plantas genéticamente modificadas con alarma que garanticen la seguridad; o plantas carnívoras, pero vegetarianas, que se puedan cultivar en los jardines sin peligro; caspa sintética; ajo sin olor...
Lo cierto es que cosas para inventar no faltan, y quien proponía cerrar la oficina de patentes en 1851, decididamente, tenía poca imaginación.