CONTRATAPA
› A 35 AÑOS DEL ALUNIZAJE
Apostillas sobre la Luna
› Por Leonardo Moledo
¿Qué estaba haciendo usted el 20 de julio de 1969, hace treinta y cinco años cuando el hombre desembarcó en la Luna? Yo estaba mirándolo por TV, pero mi tía estaba en el baño.
- - -
En el siglo II el griego Luciano de Samosata, seguramente pagado por la NASA en un osado ejercicio de anticipación, escribió Historia verdadera de un viaje al mundo de los selenitas y sostiene que éstos hilan los metales y el vidrio o se quitan y se ponen los ojos. Los selenitas de entonces no usaban anteojos (método más práctico), porque éstos recién se inventaron en la época de Roger Bacon, en el siglo XIII.
- - -
En el siglo XVI Ariosto (1474-1533), en el Orlando Furioso, cuenta cómo en la Luna está todo lo que se pierde en la Tierra: los suspiros de los amantes, los proyectos inútiles, los anhelos no saciados.
- - -
En el siglo XVI, nada menos que Johannes Kepler escribió el Somnium Astronomicum, donde se describe un viaje a la Luna y los hábitos de las serpientes lunares. La madre de Kepler casi fue quemada por bruja, y Kepler mismo se la pasó huyendo de las persecuciones religiosas de la época. Mientras tanto, descubrió las tres grandes leyes que llevan su nombre que describen el comportamiento del sistema solar (Luna incluida) y que fueron el pie para la ley de gravitación universal de Newton.
- - -
“Erase un hombre a una nariz pegado/érase una nariz superlativa”, decía Quevedo en un soneto que no es particularmente interesante. El personaje del soneto podría ser Cyrano de Bergerac (1619-1655) que, según parece, no fue el romántico que pinta Edmond Rostand pero escribió El otro mundo o Viaje a la Luna, donde con un tonito parecido al de Swift, describe una zoología fantástica y un mundo utópico. Así describe ese mundo un sitio de Internet (posterior, por cierto, a la época de Cyrano). “En la Luna, sólo los animales andan sobre dos patas, y confunden al viajero protagonista con un avestruz. Al utilizar las cuatro extremidades, los selenitas miran al suelo con orgullo, pues así contemplan los bienes de los que son señores; la cabeza erguida de las bestias muestra, en cambio, su actitud suplicante ante el Cielo por depender de los cuadrúpedos. ¿Y su lenguaje? Existen dos idiomas: el que habla el pueblo y el de la grandeza. Este último es melódico y, en caso de afonía, la entonación puede suplirse con instrumentos musicales. Una aburrida conversación filosófica en la Tierra sonaría en la Luna como un armonioso concierto. El pueblo no da para tanto y se expresa mediante gestos y convulsiones. Unos y otros se alimentan del olor y, para que el cuerpo pueda absorber mejor los nutritivos vapores, es habitual desnudarse antes de comer.”
- - -
En 1765, Marie-Anne de Roumier puso en órbita a otra mujer. No era Valentina Thereshkova, la primera astronauta rusa, sino la protagonista de sus Viajes de milord Céton a los siete planetas. La saga lunar continúa con Julio Verne (1828-1905) y sus obras De la Tierra a la Luna (1865) y Alrededor de la Luna, donde también viaja un perro herido de muerte. En Los chanclos de la Fortuna, de Andersen, se viaja a la Luna, que está habitada. Fritz Lang filmó La primera mujer en la Luna.
- - -
Mientras Neil Armstrong y Buzz Aldrin violaban la superficie lunar, Collins, el tercer astronauta, giraba alrededor de la Luna sobre ellos. Cuando pasó detrás de la Luna, y ésta hizo pantalla, quedó sin comunicación alguna con Tierra: era el primer hombre en estar absolutamente solo en el espacio exterior.
- - -
Hay quienes sostienen que el viaje a la Luna y el alunizaje no fueron sino un fraude amañado por la NASA y que sólo fue un montaje hollywoodense destinado a salvar las apariencias ante la evidencia absoluta de que los Estados Unidos no podían aventajar a la Unión Soviética en la carrera espacial, uno de los iconos de la Guerra Fría. No hay por qué sorprenderse. Todavía existe una Sociedad de la Tierra Plana, que considera que la esfericidad de nuestro planeta es un fraude y que el viaje de Magallanes fue una artimaña de Hollywood.
- - -
Surgió enorme la Luna en la enramada
las hojas agravaban su sigilo
y una araña en la punta de su hilo
tejía sobre el astro, hipnotizada.