CONTRATAPA
› OPINION
Cuatro polémicas
› Por Raúl Kollmann
1 ¿Quién es responsable de que hayan cargado valijas con cocaína en el avión de Southern Winds?
Insólitamente, los jefes de la Fuerza Aérea argumentaron que sólo controlan el 30 por ciento de las empresas de aviación y que el resto de los aviones son controlados por compañías privadas de seguridad, un esquema que –afirmó– también se utiliza en países de Estados Unidos o Europa. En otras palabras, el titular de la Policía Aeronáutica Nacional (PAN), Miguel Giaigischia, afirmó en la conferencia de prensa que en la Argentina se privatizó el poder de policía y que el narcotráfico, el movimiento de explosivos o de material biológico quedó en manos de privados. En el sitio de Internet de la PAN dice, entre otras cosas, que las obligaciones de la fuerza son “prevenir y reprimir el contrabando, prevenir, investigar y reprimir delitos, controlar o verificar personas, aeronaves, tripulaciones y cosas transportadas”.
2 Southern Winds tenía contratada una empresa, TAS, encargada de operar los scanners. Por lo tanto, según la Fuerza Aérea, la responsabilidad por el tráfico de cocaína no es suya sino de TAS y, obviamente, de SW.
El dato de que TAS opera los scanners fue aportado ayer por este diario. Efectivamente, la operación de los aparatos puede ser privatizada, pero incluso el titular de la PAN admitió que sus hombres intervienen en el proceso. Los scanners identifican las sustancias orgánicas –y la cocaína lo es–, por lo tanto debió detectarse, igual que si lo que se subía al avión eran explosivos. El scanner emite una especie de alarma cuando detecta el polvo y la tecnología es exactamente la misma para la cocaína que para los explosivos. El curso que se le da al operador también incluye ambas cosas. Sin embargo, los especialistas consultados por este diario coinciden en que las valijas no pasaron por los scanners, sino que hubo ayuda para que esquivaran ese paso. Ya se sabe que gente de SW estuvo en la maniobra, pero es claro que la PAN no “controló ni verificó las personas, aeronaves, tripulaciones y cosas transportadas”, como se señala entre sus obligaciones. Las valijas pasaron de los narcos al avión sin que nadie las controlara.
3 Las imágenes de las 160 cámaras que hay en Ezeiza se borran a los 32 días, por lo que es imposible después de ese plazo saber si entró o no, por ejemplo, Bin Laden o quién llevó hasta el aeropuerto un cargamento de cocaína. Así es el sistema, explica la Fuerza Aérea.
“Si la Fuerza Aérea convalidó ese sistema, es responsable del descontrol que hoy impide determinar en qué auto llegaron las valijas a Ezeiza, qué personas las traían, qué empleado las recibió y cómo subieron al avión –le dijo anoche un juez a Página/12–. Sólo en el caso de las mulas, nosotros les pedimos las imágenes de inmediato, porque los atrapamos y el mismo día queremos saber cómo llegaron al aeropuerto y en compañía de quién estaban. Pero todas las investigaciones tardan mucho más de treinta días y de esa manera se sustrae un elemento clave de cualquier expediente.” Los técnicos consultados por este diario sostienen que a los 30 días las imágenes deben compactarse, no “pisarse” como señalaron ayer los hombres de la PAN. Tampoco sirve como argumento el cambio del sistema y las modificaciones en el server. Como lo señaló ayer este diario, en Ezeiza –el punto clave de ingreso-egreso del país– no se puede saber si Bin Laden entró a la Argentina el 16 de septiembre, el mismo día en que salieron las valijas.
4 ¿Dónde estuvo la clave de la maniobra?
En SW trabajaban los protagonistas centrales del transporte de cocaína a Madrid. Uno de ellos gozaba del inmenso privilegio de ser el hijo del jefe de la Fuerza Aérea de Ezeiza, y hoy está prófugo. Otros familiares del mismo jefe también revistan en el aeropuerto. El discurso oficial es que “pudo haber alguna responsabilidad individual de alguien de la FuerzaAérea”, pero todo lo demás está perfecto. Sin embargo, el envío de cocaína a España demostró que:
- Es posible llenar valijas de drogas, explosivos o material bacteriológico y subirlos a un avión, evadiendo todo control.
- Es posible meter esas valijas a un avión sin que, además, pertenezcan a un pasajero. Es decir que se trata de valijas sin dueño.
- Es posible que un terrorista entre a la Argentina y a los 32 días no quedará ningún rastro que sirva realmente para la investigación, salvo el formulario de Migraciones con nombre falso. Se habrán perdido las imágenes de cómo llegó al aeropuerto, en qué auto, quién lo acompañó, cuáles fueron los cómplices que estuvieron con él.
La historia oficial es que de todo esto tienen la culpa una serie de empresas privadas, no los hombres de uniforme que deberían representar al Estado. En verdad, esos hombres de uniforme no parecen estar allí para garantizar la seguridad de los argentinos sino para cuidarle el negocio a esos privados.