CONTRATAPA
Se perfecciona la Pax Americana
› Por Juan Gelman
El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, procura ampliar su Consejo de Seguridad incorporando a otros países a fin de convertir al organismo en eje decisorio y equilibrador de la acción destinada a salvaguardar la seguridad en el mundo. Pero el jefe del Pentágono, Donald Rumsfeld, profesa otras ideas sobre el tema: quiere, dizque para lo mismo, reorientar la estrategia de defensa de EE.UU. hacia el dominio militar norteamericano del planeta. La noticia del memorándum top secret en el que expone su propuesta pasó casi desapercibida para los grandes medios. No para el Wall Street Journal (WSJ, 11-3-05). Sus periodistas tuvieron acceso a un resumen del documento y entrevistaron a varios funcionarios que participaron en su elaboración. Los nuevos planes de Rumsfeld no son pequeña cosa: rebasan con exceso la doctrina de guerra preventiva que los neoconservadores del Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense pergeñaron en el 2000. Incluyen, por ejemplo, la realización de operaciones militares en países que no son hostiles a Washington, pero que se consideran estratégicos para sus intereses.
“El meollo del documento –informa el WSJ– radica en la convicción de que EE.UU. está empeñado en una lucha mundial continua que se extiende mucho más allá de zonas de guerras determinadas como Irak y Afganistán. Entraña la visión de unas fuerzas armadas mucho más activas y hace hincapié en (su misión de) cambiar el mundo –en vez de limitarlas a responder ante conflictos como un ataque norcoreano a Corea del Sur– y en lograr más preponderancia en los países con los que EE.UU. no está en guerra.” Entre los objetivos que fija el documento figuran la colaboración con “Estados débiles para derrotar al terrorismo interno” y la procura de influir en “las posiciones de países como China y Rusia cuando se presenten encrucijadas estratégicas”. Lo cual requerirá “cambios mayores en los sistemas de armamento que compra el Pentágono y cambios todavía más de fondo en el entrenamiento y el despliegue de tropas de EE.UU. en todo el mundo”, aclararon funcionarios de la defensa al WSJ. Es decir, se reclutarán más mercenarios, boinas verdes, marines y otras formaciones especiales para intervenir en los asuntos internos de cualquier país. So capa, claro, de la “guerra antiterrorista” y de la contención de los “Estados rufianes”, esos que constituyen el “Eje del Mal” y otros que podrían integrarlo más adelante. El Eje es muy elástico.
Tal injerencia no se limitará al Medio Oriente. Las operaciones militares de carácter policial navegarían bajo las banderas de la pacificación y/o del entrenamiento: “El nuevo plan concibe un involucramiento estadounidense más activo, similar al de las recientes misiones militares a países como Níger y Chad, a los que EE.UU. está enviando tropas de infantería para instruir a las fuerzas armadas locales en tácticas de contrainsurgencia básicas. No obstante, las misiones de entrenamiento futuras probablemente se llevarán cabo en una escala mucho mayor”, manifestó un funcionario del Pentágono. Pero además: “Esta estrategia se apoya en la premisa de que EE.UU. debe mantener por lejos el liderazgo en materia de tecnología crítica (de guerra), a fin de que las potencias en ascenso concluyan que es demasiado costoso para ellas pensar siquiera en correr contra el perro más grande (sic). Tendrán que admitir que no vale la pena sacrificar su crecimiento económico, dijo (al WSJ) un consultor del Departamento de Defensa contratado para redactar el borrador de partes del documento”. Especialmente China debe ser disuadida de “desafiar el predominio militar de EE.UU: ...de tratar de competir con él”. ¿La guerra fría quedó atrás? Pero hay rivales en potencia de nuevo cuño para Washington. Viven en Europa.
En virtud de la Constitución de la Unión Europea, sus miembros adoptarán posiciones comunes en política exterior y esto incluye la creación de una Fuerza Europea de Defensa que será un reto para la supremacía militar norteamericana. El proyecto europeo, propulsado sobre todo por Francia y Alemania, comprende el desvío de ingentes recursos financieros para el gasto militar. Europa no busca, con su eventual rearme, una confrontación con EE.UU., más bien intenta proteger a su complejo militar-industrial y compartir los despojos de toda guerra que la Casa Blanca se digne declarar en cualquier región del mundo. Es decir, partiendo de una posición de fuerza, la Unión Europea pretende conservar su papel de socio en las aventuras militares que el Pentágono prepara.
El tope del 3 por ciento para el déficit presupuestario que rige en la Unión Europea obligará a sus miembros a recortar aún más los programas sociales para sufragar los costos del rearme y a acelerar las exequias del “Estado benefactor” que la socialdemocracia del continente supo construir. Los países ricos de Occidente aumentarán la producción de armas de destrucción masiva y los países pobres del Tercer Mundo seguirán confinados en la manufactura de bienes de consumo a bajo precio. Y no es una ironía menor que China, ese enemigo potencial para W. Bush y Donald Rumsfeld, haya aumentado en el 2004 sus exportaciones de textiles a EE.UU. en un 80,2 por ciento respecto del año anterior. Son productos baratos, deterioran al sector manufacturero estadounidense, incrementan su desempleo, pero facilitan que los “halcones-gallina” inviertan más en guerras y armamentos.