Vie 08.04.2005

CONTRATAPA

Profesión oyente

Por Enrique Medina

Salen del centro de jubilados. Se despiden, se disgregan, en grupitos, solos, todos a casa. Tres damas y el marido de una de ellas como casi siempre lo hacen deciden prolongar la charla en la confitería de Anchorena. Tienen suerte porque unos jóvenes abandonan una mesa de la vidriera. La toman. El sosiego del cuerpo bien tratado por la hora de gimnasia exige para la ocasión un whisquicito, insinúa Herminia. Soto y su señora Anita dudan entre un cafecito o seguir la corriente. La Nena, disimulando un poquito de culpa, dice que se siente decaída, quizá le ha bajado algo la presión, así que, ya que estamos, se prende al whisqui. Para no desentonar, el matrimonio apareja el pedido al mozo que, aun sabiendo, igual pregunta:
–¿Extranjero o nacional?
Hacen bromas con su condición de jubilados, de pasar-pasable pero jubilados al fin. Por lo que el mozo trae la botella de Criadores y sirve las cuatro medidas con un dejo de generosidad, que Soto aprecia y agradece. Con hielo y sin hielo, los cuatro vasos se juntan y los jubilados brindan. De inmediato charlan sobre los corruptos, peleas de vedettes, programas de televisión y las actividades del centro, de que no hay que olvidarse de pedir el recibo y guardarlo, porque si no se hacen los olvidadizos.
–Y te quieren cobrar de nuevo. Porque yo misma me olvido, viste –dice Herminia–, me olvido lo que hice ayer. A mí me parece que ya una vez me hicieron pagar dos veces, no sé a ustedes, pero desde entonces pido el recibo o que anoten bien el mes pagado, porque son unos vivos, ellos se hacen los tontos y te dicen que no pagaste y, si vos dudás, te jodiste, no, qué se creen, che.
También parlotean sobre el profe de folclore que, pobrecito, sigue enfermo; la Clotilde que cumplió años; que los sábados podrían variar las facturas y dejarse de embromar siempre con las mismas medialunas de plástico que ni se pueden comer. Anita, saltando la monotonía de los trillados temas del centro, revela que “el gordo”, Soto, su marido, ha encontrado un pequeño rebusque que le aporta unos pesitos. Nada como para decir ¡ah!, pero al menos para distraernos, hacer algo, entretenerse, porque si no una se aburre, ¿cierto?
–¿Qué?
–Llamar a las radios.
Herminia y la Nena se miran extrañadas. Soto, refiere:
–Tengo un amigo que se encarga de armar eso, grupos cerrados y les dice qué hay que decir. Es decir, llamás al programa y felicitás al conductor y al programa y das una opinión y chau, hay que decir “habla Pepe, de Lomas”, o de 3 de Febrero, o de Caballito. Te da los mensajes escritos y te llama por teléfono y ahí vos decís los mensajes y te graban. Al final siempre hay que decir “muy bueno el programa, sigan así, Dios los bendiga, gracias por ayudarme a pensar”, eso. Como escribir cartas a los diarios. Me escuché en distintos programas y distintas radios, el mismo mensaje, es divertido, hay que cambiar la voz, poner el pañuelo, hacerte el ronco, tartamudear, hacer voces, eso. Cada quince días me reúno con él, me da los mensajes y unos pesos, poco, no siempre la misma cantidad, él dice que sólo es una atención, viste, por la gauchada que uno le hace, eso. Hay programas donde los oyentes hablan más que los conductores, les llenan el programa. Si ustedes quieren, yo le digo. Encontró a un imitador genial que le hace mil voces, incluso imita la tonada de los provincianos y bolivianos y chilenos. Depende de lo que esté de actualidad, eso: pena de muerte, seguridad, justicia, deuda externa, religión, lo que sea, hasta de los jubilados hablé, lo que sea...
Y sigue ahondando en la problemática de la comunicación en los medios y los colaterales beneficios logrados. Finalizada la reunión, salen y se despiden. El matrimonio dobla en la esquina y Herminia y la Nena siguen derecho tomadas del brazo. La Nena dice que se siente bien, que le ha subido la presión. Herminia le pregunta:
–¿Te gustó la idea de hablar a las radios?
–Mirá, no sé che... ¿Vos?
–Y, aunque sea poco, unos pesitos no vienen mal...
–Es verdad... Resolvería mi baja presión si me alcanza para una botella de whisqui...

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