Jue 09.05.2002

CONTRATAPA

Ni Auschwitz ni Hiroshima sirvieron de advertencia

Por Jack Fuchs *

Ayer se cumplieron 57 años de la derrota y rendición incondicional de la Alemania nazi frente a los países aliados. El nazismo fue derrotado, pero no lo fue el odio del hombre contra el hombre.
Todos los judíos fueron víctimas del régimen nazi, pero no todas las víctimas eran judías. Precisamente, y en estos días de recordación de esta inmensa tragedia, una nota en primera plana del suplemento Radar, "Viena inhuma niños víctimas del nazismo", me lleva a continuar esta incesante reflexión acerca de la naturaleza del ser humano. En dicho artículo, se hace referencia al homenaje que, hace pocos días, el gobierno austríaco decidió hacer --mejor tarde que nunca-- a las víctimas de las atrocidades ocurridas en Austria durante la ocupación de su territorio por parte del Tercer Reich. Se trata, más precisamente, del exterminio de niños con deficiencias físicas y/o mentales, niños --en su mayor parte no judíos-- que fueron utilizados para experimentos en el nombre de la investigación médica y luego asesinados con enormes dosis de barbitúricos. Familiares de las víctimas siguen pidiendo justicia.
Pasó más de medio siglo de las atrocidades cometidas contra estos niños que el nacionalsocialismo consideró "lebensunwertes Leben" --vida sin valor de existir--. Este funeral "público" no fue solamente un símbolo sino también un hecho real, ya que los cerebros de estos niños se conservaban aún en el presente, disecados, y utilizados para investigación hasta 1998, en la Clínica Spiegelgrund de Viena. Alrededor de 4300 adultos y niños fueron asesinados en dicha clínica y otros 3200, enviados a los campos de exterminio.
Cincuenta y siete años después todavía quedan recuerdos trágicos imborrables. Las viejas heridas no han cicatrizado aún. Luego de la derrota del nazismo, no existió en el mundo un día de paz. Alcanza con repasar los diarios para ver todos los conflictos, guerras, persecuciones, injusticias que se fueron sucediendo y que no dejan de ocurrir aun en nuestros días.
Nos hicieron creer que los nacionalismos motivaban guerras, la necesidad de la eterna conquista, de un pedazo más de tierra, de una salida al mar, etc. En los últimos cincuenta años, hubo innumerables víctimas mortales en guerras civiles y conflictos en los distintos continentes, sin "necesidad" de una guerra mundial. Motivaciones parecen siempre existir, y cuando alguna desaparece se encuentra fácilmente una nueva.
Tomar conciencia de que el odio de los hombres hacia los hombres, la violencia que trae aparejada terribles crímenes sin sentido, es inherente a nosotros y que no se trata de ideologías sino de "excusas" para cometerlos lamentablemente no ayuda a evitarlos.
Ni Auschwitz ni Hiroshima sirvieron de advertencia. Las palabras son nuevas, pero los crímenes son tan antiguos como el mundo. Las guerras civiles, revoluciones, contrarrevoluciones y atentados continúan. Pasaron 57 años desde que se apagaron las fábricas de la muerte. Miles de libros fueron escritos sobre la Segunda Guerra Mundial; un conflicto en el que murieron --por primera vez en la historia-- más civiles que soldados en todos los frentes de batalla. El hombre continúa, como ayer, teniéndose --a sí mismo-- como enemigo. Y, si faltan pretextos, se inventan.

* Profesor honorario de ORT Argentina, miembro del PEN Club, sobreviviente del gueto de Lodz y de los campos de Auschwitz y Duchau.

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