Mar 11.06.2002

CONTRATAPA

Banquero

› Por Antonio Dal Masetto

Después de cenar me gusta estirar un poco las piernas y caminar por las plazas. Es bueno para la circulación y es gratis. Esta es una noche brumosa. Alguien surge detrás de unos arbustos, salta al sendero y me cierra el paso.
–Mire, mi amigo –le digo–, si esto es un asalto se equivocó de candidato, no tengo un peso y reloj no uso.
–Nada más lejos de un acto delictivo que mi presencia en este lugar -me dice el tipo–. Vengo a solicitarle que me dispense un poco de su valioso tiempo y buena voluntad, no digo generosidad porque la doy por descontada.
–¿Quién es usted?
–Soy un banquero.
–Es la primera vez que veo un banquero, siempre me pregunté cómo serían. ¿Qué le anda pasando?
–Estoy acá para abrirle mi corazón y mostrarle mis sentimientos.
–¿Por qué quiere abrir su corazón conmigo?
–Porque usted es un hombre común, me di cuenta apenas lo vi.
–¿Y con eso qué?
–Usted es un representante de la gente de a pie. Si le abro el corazón a uno, se lo estoy abriendo a todos.
–¿Y para qué quiere abrirle el corazón a la gente de a pie?
–Hasta no hace mucho ellos y yo teníamos una maravillosa relación. La desgracia quiso que esa relación últimamente esté un poco lastimada. Quiero volver a verlos entrar felices y entusiastas en mi banco, quiero que todo vuelva a ser como era antes.
–¿Cómo piensa conseguirlo?
–Desmintiendo categóricamente que soy un asesino serial y que mis víctimas predilectas son los ancianos y los niños; ¿cómo podría ser semejante monstruo cuando soy padre de cinco hijos y mi madre y mi padre tienen más de setenta años y mi abuelo cumplió noventa y cinco? Desmintiendo que soy un vampiro que le chupa la sangre a sus deudores con un interés de usura, destruyendo comercios, fábricas y hogares; ¿cómo podría serlo si soy un tipo que se la pasa haciendo donaciones a Cáritas, al Patronato de la Infancia, el Ejercito de Salvación y cuantas instituciones benéficas existan? Desmintiendo que soy un mafioso que ha lavado dinero de la droga y la venta de armas; ¿quién podría pensar eso de alguien como yo que siempre ha sido un enamorado de la vida sana al aire libre y cuando ve una película de guerra se desmaya? Desmintiendo que usé el dinero de los depósitos que me confiaron los clientes para corromper a ministros, senadores, diputados, jueces, embajadores, periodistas, policías; ¿cómo podría hacer una cosa así si tengo en mi casa una medalla al buen boy scout que jamás miente, jamás se queda con lo ajeno y ayuda siempre a los desvalidos; esa medalla es mi orgullo y se la puedo mostrar a cualquiera que quiera verla. Desmiento todas estas habladurías que son las que han dañado mi relación con los ahorristas. Quiero que vuelvan a confiar en mí, que crean en mi palabra, que vuelvan a depositar su dinero en mi banco. Me quita el sueño pensar en toda esa masa de dinero guardada en los colchones, me preocupa mucho la seguridad de sus ahorros, el mundo está lleno de maleantes al acecho.
–En eso último estoy de acuerdo.
–Qué bueno. Porque si usted, que es el representante de todos, está de acuerdo conmigo, significa que todos están de acuerdo conmigo.
–Tenga mano, esto de que yo sea el representante de la gente común es una ocurrencia suya, pero a mí nadie me designó para que lo representara. Así que no estaría bien de mi parte asumir semejante papel. Qué quiere que le diga, para mí lo correcto sería que esta conversación íntima usted la tenga con todos los ciudadanos comunes del país, uno por uno, sinolvidarse de nadie. Vaya y ábrale su corazón. Estoy seguro de que la gente está ávida por verle la cara, le va a interesar un montón conocer sus nobles sentimientos, se deben estar saliendo de la vaina por tener una charlita mano a mano y en privado con usted.

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