› Por Osvaldo Bayer
Desde Alemania
Los recuerdos me hacen acortar las distancias pero no estoy en el Plata sino en el Rhin y al leer las noticias de aquí me encuentro con un estudio que me hizo mirar hacia el sur y pensar: un estudio de Doris Schneyink y Jan Boris Wintzenburg, con datos de la Fundación Böckler (www.lohnspiegel.de), constata que el trabajador alemán cada vez tiene que trabajar más por cada vez menos dinero. Está detrás de él el fantasma de la desocupación, como siempre, cerca de cinco millones. Y en todo el mundo capitalista se encuentran cifras parecidas. Es el sistema. No hay aumentos, y si se amenaza con paros u otras medidas la respuesta es típica: “Bien, entonces la empresa se va a Hungría, a Polonia, a Rumania donde los salarios son increíblemente más bajos”. Sí, a pesar de que este año ha sido muy bueno para las empresas: desde la Vol-
kswagen a la Allianz han repartido el año pasado más de 18 mil millones de dividendos a sus accionistas. En cambio, se calcula que los 34,3 millones de trabajadores alemanes van a tener menos dinero en su beneficio. Otro año igual al 2004, cuando el trabajador promedio alemán perdió el 2,7 de su poder de compra. En una palabra: el trabajo cada vez se cotiza menos. En la DaimlerChrysler, un técnico de construcción de autos va perder –así se calcula– el 2,79 por ciento de su sueldo en el presente año, y a los ingenieros aeronáuticos se les pagarán menos bonificaciones, se ampliarán los horarios de trabajo y, en general, con respecto al sueldo ya se llegó a aceptar la “ronda cero”, es decir ninguna renovación de convenio, se seguirá con la misma tarifa. En donde sí hay crecimiento es en la inquietud de los obreros y en la mayor producción. La cantidad de aviones para los cuales se es responsable de la seguridad, se ha duplicado. Por supuesto, el argumento de las empresas es siempre igual: “En Alemania los costos salariales son demasiado altos si se comparan con el mercado mundial de trabajo. Y hay que mantener constantemente la competencia con esos mercados. No hay otra salida que rebajar los salarios”.
A pesar de que la contrapartida del estudio –publicado en síntesis por la revista Stern– muestra las enormes ganancias obtenidas por la mayoría de las empresas. La central de trabajadores alemana, la DGB, calcula que en dos años los salarios apenas han aumentado 1,3 por ciento, es decir, un tercio de lo que en realidad se firmó en los convenios de esos dos años. La suba más baja de la última década. En la industria metalúrgica hubo 459 empresas que pagaron menos de lo que los nuevos convenios establecían. Y nadie protestó. De acuerdo con la nueva norma: “Menos dinero, más trabajo”. Mientras tanto, la gente debió pagar para alimentos y demás necesidades un aumento general del 1,9 por ciento. Pero en otros rubros, por ejemplo, el seguro de salud, los aumentos fueron de más del tres por ciento.
Hay otra trampa: los contratos por menos horas, por días contados, con reducción por supuesto de salario. Sufre la estabilidad, aumenta el miedo. De pronto en Alemania hay 720.000 trabajadores con contratos de horarios reducidos y días contados. Los de contratos limitados han aumentado en cerca de 400.000. “La motivación se viene abajo y la frustración se eleva cada vez más”, dice textualmente el estudio. El alemán medio se ha vuelto ahorrativo. Esto ha llevado a que hasta el ministro de Economía, el conservador Michael Glos, haya exigido a las empresas una base más generosa en la próxima discusión de los convenios con la parte obrera. De acuerdo con el principio: menos se gana, menos se compra. Este principio parece no importarle a las grandes empresas que tratan de ahorrar principalmente en personal y que uno haga lo que antes hacían dos. Y entonces aportan el principio “ahora se paga de acuerdo al rendimiento de cada uno y no según el principio de la regadera”. “Hoy cada uno es el artífice de su propio sueldo”, es otro principio que se estágeneralizando. O este otro: “Sólo cuando yo rindo más, tomo más responsabilidades y llevo una utilidad concreta para mi empresa, entonces sí puedo exigir un sueldo más alto”. Es decir, los principios que valen en Estados Unidos se están globalizando cada vez más. No aquel que imponían los fuertes sindicatos europeos de décadas pasadas. Y se nota la tendencia: cada vez más los trabajadores se hacen representar por los de su especialización: por ejemplo, los pilotos, por la asociación Cockpit; los médicos de los hospitales, por los de asociaciones locales de cada nosocomio, no de todo el personal. Es decir, el egoísmo. A mí me interesan mis problemas y no los de los demás.
Qué ejemplo distinto es el que están dando todos esos trabajadores argentinos de Zanon o del supermercado La Toma de Rosario, y de tantos más que ocuparon sus empresas abandonadas y las hacen marchar ventajosamente dirigidas y administradas por ellos.
Pero ahora vayamos al otro rostro de la conformación social y económica de los mayores países del capitalismo. El insulto que significa la diferencia de sueldos. Lo que significa la falta de solidaridad con su sociedad. La absolutamente injusta repartición de la riqueza. Se ha publicado la lista de los altos sueldos en Alemania. Que es el modelo típico de todos los países del Primer Mundo. Por ejemplo, el titular de la empresa RWE, Harry Roels, cobra 1,03 millón de euros por mes, sí por mes. El presidente de la empresa de seguros, Michael Dieckmann, 392.667 euros por mes. El presidente del Deutsche Bank, Josef Ackermann, actualmente 840.083 euros por mes; el presidente de Siemens, Klaus Kleinfeld, 272.509 euros por mes; Bernd Pischetsrieder, presidente de Volkswagen, 219.290 por mes. Por mes. Claro, hasta a uno le da lástima y los compadece a estos increíbles personajes del poder y el egoísmo. ¿Por qué, qué pueden hacer con tanto dinero? ¿Comprarse casas, estancias en la Patagonia, acciones, hacerse servir como un emperador romano? ¿Y eso no trae obligaciones y peligros?
Claro, se puede aducir que esas son preguntas kantianas o directamente tontas. Porque dinero, es dinero. ¿Y la gente que se muere de hambre en el mundo, y los niños que deambulan con caras de cadáveres de debilidad con la mano abierta y extendida, y las escuelas que no tienen ni para tizas, y las madres solas de nuestras villas miseria? Pero no nos quedemos allí, vayamos a la otra cara de la estupidez de este mundo que nos da el capitalismo. Cuánto ganan los rostros que son página diaria de los medios de comunicación para hacernos olvidar el otro mundo, el verdadero mundo. Aquí va: Michael Schumacher, sí, “Schumi”, 4,83 millones de euros por mes. Sí, por treinta días. Su hermano Ralf Schumacher, piloto del Williams: 1,42 millón. Por mes. Más de un millón por mes. El as del club de fútbol Bayern Munich, Michael Ballack, 666.000 euros por mes; el arquero protestón del Bayern Munich, Oliver Kahn: 583.000 euros por mes; Felix Magath, entrenador del Bayern Munich, 183.000 euros por mes.
Está todo dicho. Hoy, los triunfadores de siempre viven como reyes celestiales de la humanidad sin importarles nada el derecho de los demás a la vida. Es el sistema regadera pero no para la sociedad sino para los que manejan todo: las finanzas, la producción, los medios, el maltrato a la naturaleza, los ejércitos, la bomba atómica. Son los dueños de la regadera y la usan sólo para regar su jardín.
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