CONTRATAPA
El arquero que ganó el partido
› Por Osvaldo Bayer
Es una lástima que Camerún haya quedado eliminado del Mundial. Es el mejor equipo africano y por qué no uno de los mejores de todo el campeonato. Pero es que les falta algo: no saben meter goles. Creen que todo es jugar maravillosamente dentro de la cancha y luego tirar la pelota afuera. Esta vez, contra Alemania, no fue tan así. Porque el partido lo salvó su arquero, un verdadero héroe de cinco brazos y dos cabezas y una docena de codos. Se llama Oliver Kahn, es del Bayern Munich, y titular desde hace años del equipo teutón. Los cameruneses se hubieran merecido por lo menos cinco goles, pero el germano los sacó a todos con los dos brazos, las dos piernas, la frente y los codos dobles. Maravilloso. Una cortina metálica. Me hizo recordar a aquel famoso arquero Andrada, de Rosario Central, perdón ya estoy metiendo de nuevo mi corazón canalla. Pero, déjenme otra palabra: Andrada, el gato, que terminó defendiendo el Santos de Pelé.
Bueno, cumplido con mi objetivo, sigo con el partido de ayer: pobres negros, digo, hombres de color, lo puse con el mismo cariño que yo lo llamo a Cena, el historiador, el “Negro” Cena, y él ni se enoja ni me considera racista porque todos lo llaman el “Negro”. Bueno, explicado esto, porque como decía en otra nota anterior, aquí en Alemania hay que tener cuidado con lo que se dice, jamás “Neger” pero sí “Schwarze”. Bien, ya con la conciencia tranquila, los negros de Camerún son sublimes, corren como gacelas o ciervos y se pasan bailando los noventa minutos. E iban a ganar, más cuando el referí gallego, perdón, hispano, dejó con diez hombres a los alemanes. Pero a éstos no los invadió, como acostumbran, la depresión sino que se dijeron “ahora o nunca”, porque aunque hayamos perdido la guerra a este partido lo ganamos. Y lo ganaron. Con dos goles armados por un exquisito: Klose, ya lo van a ver en el futuro a este muchacho con cara de monaguillo. El primer gol, un poema en su preparación, con el remate final de Bode, y el otro, con su propia culminación, el segundo. Un jugador que maneja la preparación del gol y su remate final. Me hace acordar al jugador canalla, el torito Aguirre (ah, perdón pero ya lo dije en una nota anterior). Este torito Aguirre, digo Klose, tiene toda la garra para llegar a ser el mejor jugador del certamen. Los demás del equipo alemán patean para adelante y tienen constancia, pero nada más, y cuando pegan una patada lo notan hasta los policías que miran hacia el público –ese nuevo invento de la globalización y de George doubleiú– y el jugador es expulsado, como ocurrió ayer con el alemán Ramelow quien, cansado de que los hombres de color le pisaran el pie, casi le partió las gambas a un inocente negrito de Camerún. (Entre paréntesis, el verdadero protagonista del match fue el gallego –digo el español– que hacía de referí. Se enloqueció y creyendo que era una corrida de toros sacó 16 tarjetas amarillas y dos rojas. Parece un chiste de gallegos.)
Alemania entra en los octavos. Un cuadro humilde con dos genios y Völler, un entrenador que enrojece cada vez que a uno de sus jugadores le sacan la amarilla.
Un buen partido de fútbol con esas cosas de la historia: Camerún fue un protectorado alemán a fines del siglo 19, cuando las potencias europeas se dedicaron a “proteger” al continente africano. Ayer los veíamos, los descendientes de protectores y “protegidos” jugando mano a mano en un campo verde. Antes los hubiéramos visto distinto: al jugador de color tal, moviendo la hoja de palmera para refrescarle la siesta al arquero Kahn. Bueno, hasta ese período fue algo mejor que cuando los “colonizadores” fueron los portugueses, que con la cruz en la mano se llevaban esclavos, marfil y pimienta, y después llegaron los ingleses que traían la Libertady qué casualidad se llevaban también esclavos, marfil y pimienta. Hoy los cameruneses están globalizados y caen bajo las estadísticas de los países del Tercer Mundo. La injusticia como destino.
Ganó bien Alemania. Pero, lástima, me hubiera gustado ver en más partidos a estas gacelas, a estos jóvenes tigres, a estos seres humanos tan bellos en sus músculos y sus movimientos. Bueno, Senegal nos espera.