CONTRATAPA
Resistencia
› Por Sandra Russo
Resistir es sobreponerse, aguantar, perseverar, tolerar el dolor y la angustia con la convicción de otro horizonte. Resistir es, de algún modo, una forma extrema de confianza: quien resiste todavía confía en algo, posiblemente en su propia fuerza, aunada a la fuerza de otros; quien resiste no resiste solo: se resiste con los demás o para los demás, sean éstos desconocidos que comparten el mismo sufrimiento, o sean sus afectos más profundos; no resisten los cuerpos, resisten las identidades: no hay resistencia posible sin símbolos. Que el numeroso conjunto de intelectuales, científicos, dramaturgos, artistas, periodistas, escritores y educadores que comenzaron a reunirse hace un mes en Andamio 90 haya decidido, el martes por la noche, darse el nombre de “Movimiento Argentina Resiste” (MAR) lo marca con ese sello común y colectivo de toda resistencia.
Primero fueron diez y después cuarenta, y después cien y ahora centenares que buscan más adhesiones dentro y fuera del ámbito cultural.
Gente de teatro como Alejandra Boero, Osvaldo Bonnet, Lito Cruz, Enrique Pinti, Tito Cossa, Carlos Gorostiza, Hugo Urquijo, Cipe Lincovsky o Aída Bortnik; gente de cine como Juan José Campanella o Eduardo Calcagno; gente de la ciencia y del ámbito académico como Guillermo Jaim Etcheverry, Atilio Boron, Torcuato Di Tella, Alberto Kornblit, Mario Rapoport, Aldo Ferrer, Silvia Bleichmar, Julio César Strassera, Eduardo Müller; gente del periodismo como María Seoane, Norma Morandini, Silvia Naishtat, Magdalena Ruiz Guiñazú, Rogelio García Lupo, Adrián Paenza. Otros nombres conocidos y no tanto para el público en general pero reconocidos ampliamente en sus respectivos ámbitos de actuación cultural fueron incorporándose con el correr de los últimos días a una iniciativa cuyo primer objetivo fue juntarse, hacer red, consensuar un manifiesto, crear comisiones y debatir no sólo esta crisis sino también los caminos posibles para salir de ella, dando por sentado que no hay un único camino. Ni el que desde afuera de la Argentina se señala con el dedo desvergonzado de quienes llaman “plan sustentable” a un viraje de ajuste que provocará más hambre y más devastación, ni mucho menos el que desde adentro ya ha empezado a gemir por “la necesidad de orden”.
El martes por la noche, en un Andamio 90 colmado hasta reventar, se aprobó el Manifiesto de la Cultura a los Argentinos, un texto básico de presentación sobre el que se pivoteará de aquí en más para que este movimiento nacido del seno del pensamiento crítico argentino pueda combinar el pensar y el hacer: quedó claro, en las sucesivas intervenciones de las dos últimas reuniones, que aunque los convocantes llegan desde ámbitos culturales, lo que se entiende por cultura incluye comer, dormir, trabajar, curarse, educarse, seguir siendo quien se es y no seres devaluados ni subvaluados.
En su primer párrafo, esta “Convocatoria para la defensa de la cultura nacional” habla de esta crisis, a la que se llegó “por el saqueo al que fue sometida la Argentina en los últimos 26 años, desde la dictadura hasta el presente, por los grupos de poder económico locales y extranjeros, que ya en democracia contaron con la complicidad por interés, convicción o omisión de las dirigencias políticas”.
“El empobrecimiento, la frustración y el temor por el futuro han provocado no sólo el deterioro material de la vida de los argentinos sino que han provocado y continúan provocando un daño enorme al patrimonio cultural, intelectual y científico acumulado durante años por el esfuerzo de varias generaciones.” Pero el diagnóstico incluye la existencia de “una Argentina que existe y que resiste”. Se habla de “miles de argentinos de todos los sectores sociales que reclaman por la defensa de su derecho a alimentarse, educarse, tener trabajo, curarse y ejercitar el derecho a elegir y ser elegidos, en libertad y en democracia, sin ser traicionados en sus elecciones”. Finalmente, los hombres y las mujeres convocantesllaman a “rebelarse contra el destino de pauperización material e intelectual, porque entendemos que la libertad, el pensamiento y la creación no pueden desarrollarse sobre la miseria, el dolor, el miedo y la desesperanza de los argentinos, y mucho menos sin la defensa irrestricta de la libertad y la democracia. Porque no aceptamos renunciar a la identidad de nuestros sueños y proyectos; porque no aceptamos ser despojados de toda posibilidad de esperanza, nos convocamos a resistir con pensamiento y acción la depredación material y espiritual de la Argentina”.
Desde el MAR se desarrollarán acciones de protesta en lugares públicos, se formará una red de asistencia cultural con el interior del país, se organizará un encuentro nacional para debatir los pasos a seguir en cada área de las artes, las ciencias y el pensamiento, se debatirá sobre un nuevo modelo de país y se desparramará todo ese trabajo en barrios, escuelas y lugares de trabajo para que esta vez la cultura no se cierre sobre sí misma y no sólo comparta sus saberes, sino también para que aprenda de otros sectores y de otros movimientos sociales el duro oficio de la resistencia.