› Por Rodrigo Fresán
UNO
“Ayúdenme a vivir mi sueño: déjenme hacerme el muerto”, clama con dramatismo un tal Chuck Lamb desde la cabecera de su site http://deadbodyguy.com.
Y bajo semejante titular están todas esas fotos.
DOS
Foto de Chuck Lamb electrocutado en su bañera donde flota el cortocircuito de un secador. Foto de Chuck Lamb sepultado por el arbolito de Navidad. Foto de Chuck Lamb aplastado por la puerta del garaje. Foto de Chuck Lamb en el suelo y al final de una escalera. Foto de Chuck Lamb devorado por su jeep. Foto de Chuck Lamb con la corbata atrapada por un ventilador de techo. Foto de Chuck Lamb derrumbado sobre la mesa junto a un plato con sopa de pollo y un cartelito donde se lee “Muerto por gripe aviaria”. Fotos de Chuck Lamb vivo pero haciéndose el muerto y viviendo un sueño que sería la pesadilla de muchos.
TRES
Me enteré de la existencia de Chuck Lamb hace unos días, en un pequeño artículo del suplemento semanal de The New York Times que publica El País cada jueves. Allí supe de este tipo que vive en Columbus, Ohio. Un tipo normal, 47 años, casado y con seis hijos, que trabaja de programador informático en una compañía de seguros y que, cansado de una vida inocurrente, tuvo la ocurrencia de fabricarse varias muertes que lo ayudasen a llevar mejor la rutina de sus días y de sus noches. Si no trasciendo en esta vida, debe haber pensado Lamb, entonces me haré famoso en esta muerte. Y tenía razón.
CUATRO
Así, Chuck Lamb –con la ayuda de su esposa, encargada de fabricar la sangre artificial y de tomar las fotos– montó su site en apenas dos días y lo colgó en esa zona crepuscular conocida como Internet donde hay lugar para todos, para todo, y donde todo es posible. Chuck Lamb no tuvo que esperar demasiado. En sus primeras tres semanas en la red, Deadbodyguy.com recibió unas 300.000 visitas, fue considerado por la CNN como una de las mejores páginas web de la semana, USA Today le dedicó un artículo, Lamb fue entrevistado en más de 100 canales de televisión regionales y en más de 300 programas de radio, y los noticieros en busca de noticia graciosa para cerrar la emisión luego de tanta seria catástrofe no dejaron de comentar el asunto porque no hay nada mejor que referirse a un muerto falso luego de tanto muerto verdadero.
Conseguido esto, Chuck Lamb se lanzó a la Fase 2 de su plan.
CINCO
Y es que Chuck Lamb siempre quiso ser actor. Pero poco lo ayudó el hecho de tener cara de nada y cero talento para las tablas o para los sets. Sus amigos, sin embargo, estaban acostumbrados a oírlo repetir y repetir y repetir algo así como “antes de morirme quisiera ver mi nombre en los créditos de una película o de una serie de televisión”. Fue entonces cuando –satori, eureka, epifanía, iluminación en la oscura noche del alma– tuvo una idea de esas que se te ocurren una vez en la vida, una idea de morirse. Fue entonces cuando Chuck Lamb supo que no se necesita ningún talento para hacerse el muerto y hacer de muerto frente a una cámara. Alcanza con estar ahí, quieto, aguantando la respiración. Fue entonces cuando decidió que él iba a ser el mejor muerto de todos y que, quién sabe, tal vez, con el tiempo, hasta agregaran una nueva categoría a los premios de la Academia: Oscar al Mejor Muerto y, si el muerto fue asesinado a golpes de estatuilla en la cabeza, bueno, mejor todavía. Para empezar, Chuck Lamb ya ha sido invitado para el próximo junio, por el Festival de Cine de Los Angeles, donde se le entregará un galardón llamado Premio Especial a la Autopromoción. Chuck Lamb aprovechará su estadía en la ciudad del celuloide para hacerse el muerto sobre la alfombra roja mientras las estrellas vivas pasan por encima de él sonriendo y saludando. Algo es algo.
SEIS
El sueño irrealizado dentro del sueño realizado de Chuck Lamb es ser cadáver en cualquiera de las versiones de CSI (aunque preferiría la versión Miami). También le hubiera encantado ser uno de los cuerpos que, semana tras semana, maquillaban o embalsamaban los hermanos funerarios en Six Feet Under pero la serie en cuestión ya pasó a mejor vida.
Y en su site, Chuck Lamb incluye –además de editoriales semanales sobre temas como las bondades del amor– cuenta regresiva en plan The David Letterman Show donde se enumeran las 10 mejores razones que lo justifican como opción ideal de cuerpo frío e inerte para “aparecer como cadáver en película o serie de televisión siendo yo el Cadáver Favorito de América”.
Aquí están, éstas son:
10) Tengo cutis muy pálido: “¿Alguna vez vieron un cadáver con un buen bronceado?”.
9) Soy pelado: “Cualquier peluca me quedará bien”.
8) No tengo ningún tatuaje: “La gente no podrá decir ‘¡Hey, yo conozco a ese tipo!’”.
7) No tengo temperamento de divo: “Muy pocos problemas para negociar mi paga”.
6) Funcionaré como gran frase publicitaria: “Ayudamos a este tipo a cumplir su sueño”.
5) Tengo muchos amigos: “Más gente irá a ver la película”.
4) Estoy capacitado para actuar muchas clases de muertos: “Cowboy, asesinado por la mafia o por pandilla callejera, hombre de negocios”.
3) Tengo estatura y peso promedios: “Cero dificultades a la hora del vestuario”.
2) No tengo pecas, verrugas o cosas feas en ninguna parte de mi cuerpo.
1) ¡¡¡No tengo vello en mi espalda!!!: “Nadie quiere ver algo así; ni siquiera en un cuerpo muerto”.
SIETE
¿Y por qué escribir sobre Chuck Lamb? ¿Qué sentido tiene? Supongo que no hay demasiada justificación salvo la de celebrar la tregua y la gracia de un tipo que se mata a sí mismo buscando la inmortalidad sin hacerle daño a nadie mientras ahí afuera, en todas partes, sobran los que entran en las páginas de la historia matando a personas que sólo piden un día más de anónima y simple vida.
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