Jue 03.08.2006

CONTRATAPA

Climas

› Por Juan Gelman

La segunda matanza de Qana –37 niños, 15 de ellos discapacitados, de un total de 60 civiles libaneses muertos por misiles norteamericanos que disparó la fuerza aérea israelí el pasado 30 de julio– ha provocado un giro notorio en el ambiente internacional: antes, “... todos los políticos, especialmente (el primer ministro) Ehud Olmert, estaban sorprendidos de cuánto el mundo nos quería”, señala Nehemia Shtrasler en el diario Ha’aretz de Tel Aviv (1-8-06). Ahora –agrega el columnista– “hay odio hacia Israel en todo el mundo... no ha conseguido aplastar a Hezbolá y, lo que es peor, ha fortalecido la posición que éste ocupa en Líbano y en el mundo árabe, que presencia cómo una pequeña organización guerrillera ha logrado enfrentar resueltamente a las poderosas Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y ha causado serias pérdidas a la población civil israelí. Es un precedente peligroso”. Shtrasler no explica de qué.

El clima, sin embargo, no ha cambiado en EE.UU. y tampoco desde luego en Israel. La Casa Blanca ha impedido que el Consejo de Seguridad de la ONU expresara su condena a la matanza de Qana: en la declaración del caso, el organismo apenas la “deplora” y no falta quien propone que se lo rebautice con el nombre de “Consejo de Inseguridad”. El presidente Bush expresa su “esperanza de paz para los niños y las niñas del mundo... especialmente en Medio Oriente” (AP, 30-7-06), pero se niega a promover el cese del fuego: al parecer, para que los niños del mundo tengan paz, no ha muerto el número necesario todavía, especialmente en Medio Oriente.

El 82 por ciento de la opinión pública de Israel apoya sin fatigas la escalada de las FDI y la matanza de Qana no ha cambiado en nada esa postura. La decisión de Tel Aviv de cesar sus bombardeos durante 48 horas para investigar la matanza nunca fue puesta en práctica y no sólo por la presión de los militares (El País, 1-8-06): casi todos los medios israelíes la criticaron acerbamente. Se puede leer en un artículo de Ben Caspit que publicó el tabloide Ma’ariv: “No dudamos ni pedimos disculpas ni nos ablandamos. Si desde Qana continúa el lanzamiento de cohetes a Israel, seguiremos bombardeando Qana. Hoy, mañana y pasado mañana. Allí, allá y en todas partes. Los niños de Qana hoy podrían dormir tranquilamente en sus casas si los mensajeros de Satán no se hubieran apoderado de su tierra y convertido en un infierno la vida de nuestros niños”. Los niños muertos en Qana se vieron obligados a dormir en un sótano. Los niños de Israel se ven obligados a dormir en bunkers. Es la paz que W. Bush desea para los niños, en especial de Medio Oriente.

El Consejo Rabínico Yesha, que representa sobre todo a los colonos de los asentamientos ilegales en los territorios palestinos ocupados, justificó así la matanza de Qana: “Según la ley judía, en tiempos de batallas y de guerra, no existe la palabra ‘inocente’ para el enemigo” (www.ynet.news.com, 30-7-06). Se ignora dónde está escrita esa ley, el Consejo no dice en qué libro sagrado la encontró, pero si existiere, no se comprende bien por qué luego se queja de que “todas las discusiones sobre la moral cristiana están debilitando el espíritu del ejército y de la nación (israelíes) y nos están costando la sangre de nuestros soldados y civiles”. Para el Consejo sí hay inocentes, pero no en todas partes.

“Israel se está hundiendo en una estridente atmósfera nacionalista y la oscuridad lo cubre todo”, explica el columnista Gideon Levy en el diario israelí Ha’aretz (30-7-06). Agrega: “Se echan a perder los frenos, se ha intensificado la insensibilidad y la ceguera que ha caracterizado a la sociedad israelí en los últimos años”. Señala que nadie se siente tocado por la devastación del Líbano –“los que quieren saber cómo se encuentra Tiro (a consecuencia de los bombardeos de la fuerza aérea israelí) tienen que ver canales extranjeros”–, y menos por lo que está sucediendo en Gaza con la ofensiva de las FDI en represalia por la captura de un soldado israelí: “Los hospitales de Gaza está llenos de niños quemados pero ¿a quién le importa?”. A W. Bush, claro que no.

Zbigniew Brzezinski, diseñador de la estrategia de dominio mundial que EE.UU. aplica hoy (The Grand Chessboard - American Primacy and it’s Strategic Imperatives, Basic Books, Nueva York, 1997), acaba de opinar en un foro de la New American Foundation (www.thewashingtonnote.com, 25-7-06): “Odio decir esto, pero voy a decirlo. Pienso que lo que están haciendo ahora los israelíes, por ejemplo en Líbano, es en la práctica, en la práctica –tal vez no en la intención– una matanza de rehenes. Una matanza de rehenes. Porque cuando se mata a 300 personas, 400 personas, que nada tienen que ver con las provocaciones de Hezbolá, y esto se hace en la práctica deliberadamente y con indiferencia por la magnitud del daño colateral, se está matando a rehenes con la esperanza de intimidar a los que se quiere intimidar. Y lo más probable es que no se los intimide. Simplemente se los ultraja y se los convierte en enemigos permanentes cuyo número no cesará de crecer”. Algo asombra este parecer en boca de quien fuera asesor de seguridad nacional de Carter, asesor de inteligencia exterior de Reagan, copresidente de la junta de seguridad nacional que asesoraba a Bush padre y, en particular, gran amigo de Israel.

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