› Por Enrique Medina
Contenta con el DVD recién adquirido en el Parque Rivadavia, la Morocha-Belén se planta frente a la compu y se dispone a instalar el nuevo programa VISTA. Por las dudas, quizá sería mejor llamar al Gordy-Chiche para que la cubra con las advertencias del caso. Claro que él aprovechará para arremeter en lo que más le interesa, no es tonta, sólo que aún no ha logrado desprenderse de la tentación a la que él la ha sujetado como malévola perversión, creciente dependencia, y obsesiva sensualidad, en la que ambos se desparraman con goce de dioses griegos: voluptuosas y deleitables sangucherías y hamburgueserías de todo color y pelaje los han visto más que satisfechos en terroríficos y epicúreos abandonos de indescriptible placer no disponible para todos los humanos. Como él considera que la tiene bien amarrada, no trepida en fanfarronear que la hace comer para asegurarse de que todos los que quedan hechizados por su largo pelo negro arruguen al verse en perspectiva. Ella, que como se dijo no es tonta, acepta el rigor y se refugia en esas cosas llamadas “factor humano” o “imponderables”; y cuando sale a comer milanesa con papas fritas con el dueño de la Papelería América, ese amigo mayor que bien la quiere y mejor la aconseja, sólo atina a reconocer su realidad como designio del cielo. Así que, dejando de lado al papelero, la Morocha-Belén decide no llamar al Gordy-Chiche, y emprender la aventura solita. Comienza con algo que tiene bien aprendido: guardar en CD lo que no quiere perder (sus poemas por sobre todo). Y sacude el enter para instalar el VISTA pisando al XP (que tan buen resultado le dio) al tiempo que se pregunta si no estará haciendo una de sus muchas... Acepta y, cumpliéndose el lapso correcto, por fin se hace la luz: el monstruo tan anunciado se ha instalado. ¿Desea reiniciar ahora? ¡Por supuesto! La Morocha-Belén queda fascinada con la presentación, una especie de telón de embocadura del Colón tirando a red circense en Disneyland que anticipan el gran-show-gran. Y se zambulle en los programas y choca y esquiva y se salva como puede hasta que, agotada luego de horas en la lucha, arruga y llama al Gordy-Chiche y le reclama como si él tuviera la culpa de que VISTA no encuentre el Outlook Express, que no le reconozca la impresora HP, que las letras son chiquitas, que dónde están las opciones de Internet, que no puede borrar los sitios visitados (algo imprescindible porque la hermanita puede darse cuenta de que ella hace incursiones a los sitios pornos), que se me borró el Norton, que el Word está sin herramientas (importante para sus estudios en la facu), que tiene incompatibilidad con el mouse (pero lo mismo anda), que le aparecen carpetas vacías, que un aviso le dice que se detectaron problemas potenciales con aplicaciones y dispositivos instalados y que si actualiza puede que no pueda funcionar esto y aquello, que el desfragmentador tardó dos horas cuando el XP lo hacía en segundos, ¿qué es ISP?, y que el XP ya no se puede reinstalar (la misma historia con los hombres de ella), pero que es divertido el “reconocimiento de voz” que trae el programa para los mancos... Gordy-Chiche la deja desahogarse. Cuando ella cierra el pico, primero le dice jodete por boludo, por comprar programas truchos y no esperar a que yo te los instale, más calmo explica que en “Error500” hay una recopilación de rumores sobre Vista y la Hewlett Packard aunque esté peleada con Windows tendrá que sacar un driver o perder clientes, que Windows mail reemplaza al Outlook, y me agarraste yendo al baño, chau ¡hasta la vista!, mañana te soluciono todo. Y ella, con el corazón vuelto a su sitio, tranqui, verifica: “¿Antes o después de comer...?”
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