CULTURA
› EL AUTOR ISRAELI, PRO PALESTINO, GENERÓ UNA DISCUSIÓN
Gritos y susurros por Atzmon
› Por Karina Micheletto
“¿Qué tienen los judíos que les paraliza el cerebro y los estupidiza en cuanto se agrupan todos en un mismo lugar?”, pregunta Gilad Atzmon desde el prólogo ficcional de su primera novela, Guía de perplejos. Esos serán el tono y el tema que guiarán todo el relato, a través de las memorias de Günter Wanker, un profesor que goza de fama y prestigio por haber inventado la “espiología”, una ciencia de la percepción y del voyeurismo. El tono podría definirse como “provocador”, si no fuera porque esa palabra termina significando poco fuera del universo en el que Atzmon se interna: las contradicciones del sionismo y del Israel contemporáneo, los peligros inherentes a las banderas de la “mentalidad de víctima” y del “pueblo elegido”, la fascinación que ejerce la alta cultura alemana sobre parte del pueblo judío. Lo que es provocador, entonces, por permanecer necesariamente sin saldar, es el tema con el que Atzmon se mete. Tanto, que durante la presentación de Guía de perplejos en la Feria del Libro, las discusiones en español y en hebreo siguieron a los gritos hasta afuera de la sala.
En la mesa de presentación, integrada por el escritor e historiador Osvaldo Bayer, el filósofo Alejandro Rozitchner y la periodista Magdalena Ruiz Guiñazú, cada uno asumió roles muy claros. Bayer aseguró que durante la lectura de la novela odió al autor, pero subrayó su “coraje civil” al asumir el tema. Rozitchner hizo un análisis del trasfondo fenomenológico de la obra, al marcar los límites de las determinaciones históricas frente a la experiencia. Pero fue Magdalena quien asumió la postura de “burguesa espantada”, según la popular expresión francesa, y reprochó al autor incluir “cosas casi intolerables” en su relato. “Me choca profundamente una simplificación tan fría y cínica del crimen más atroz del siglo XX. Esta novela ofende a aquellos que perdieron a su gente, o sobrevivieron milagrosamente. ¿Cómo se siente un provocador cuando logra esta sensación de rechazo en los otros?”, preguntó la conductora radial. “El hecho de que usted se sienta provocada no significa que yo sea un provocador”, retrucó Atzmon, y resaltó la diferencia entre “víctima” y “mentalidad de víctima”: “víctima es alguien inocente. Los que sufrieron el holocausto eran inocentes. Pero lo que pasó con el sionismo después no es nada inocente. Y la diferencia entre ser inocente y abusar de la idea de la inocencia es una cuestión sobre la que quiero reflexionar en mi obra”, explicó el escritor.
Atzmon nació y creció en Israel, pero actualmente vive en Londres. Allí milita por la liberación del pueblo palestino, oponiéndose al principio racial del Estado de Israel y propugnando la creación de un Estado único, que acoja en su seno tanto a palestinos como a israelíes. En su página web (www.gilad.co.uk) publicó varios artículos en los que expresa su pensamiento político y filosófico. Además de escritor Atzmon es músico, y con su banda de jazz The Orient House Ensamble mezcla sonidos palestinos y hebreos. Su último disco, Exilio, lo muestra luciendo los pantalones del ejército palestino que suele usar habitualmente.
“Los pueblos que carecen de humor, que lloran lo amargo de su destino, convencidos de que son los elegidos, que se regodean en el dolor colectivo, tienen cerca su fin”, le hace decir Atzmon al protagonista de su novela, situada en el 2031, cuando el Estado israelí es reemplazado por otro llamado Palestina. Su libro fue retirado de todas las librerías de Israel dos semanas después de su puesta en circulación. “Por la misma época, a Barenboim se le ocurrió tocar a Wagner, y fue declarado persona no grata. Saramago comparó a los israelíes con los nazis, y en todos los shoppings y librerías colgaron carteles que decían ‘No vendemos a Saramago’. Me siento muy orgulloso de compartir la censura con ellos”, concluyó Atzmon, en un inglés imperfecto. En la sala, las malas palabras en hebreo no tuvieron traducción.