La infrecuente cantidad de público que visitó desde su inauguración la Feria del Libro Infantil y Juvenil preanunciaba la contundencia del éxito de esta 14ª edición, respecto de las pasadas. Sin embargo, los organizadores admiten que no imaginaron las dimensiones que alcanzaría el fenómeno. Lo que en un primer momento parecía un inofensivo aunque voluminoso desfile de chicos, padres y maestros, terminó siendo un auténtico desborde, durante las vacaciones de invierno. “Nunca pensamos que recibiríamos tal cantidad de gente, ni que veríamos colas frente a la entrada de espectáculos y talleres. Estamos felices pero agotados”, admitió a Página/12 la presidenta de la Comisión del Libro Infantil y Juvenil de la Fundación El Libro, Kuki Miller.
Según calculan los organizadores, la cantidad de público aumentó en un 50% respecto del año pasado (entonces se contabilizaron 350 mil visitantes, sin contar a los menores de doce años, jubilados y docentes, que entran gratis). La eficacia de la convocatoria obedece a una propuesta que privilegia la calidad y la variedad de las actividades, antes que a motivaciones de cualquier otra índole. En este sentido, los números son contundentes: desde la fecha de apertura (14 de julio) a esta parte se concretaron mil clases de diversos talleres, seiscientas funciones teatrales y musicales y 250 lecturas de cuentos.
“En una primera reunión de balance y de acuerdo con las cifras de público que verificamos en esta edición, decidimos que el año próximo el espacio físico destinado a la feria será considerablemente más grande, porque este año, la gente, literalmente no entraba ni en los pasillos ni en las salas”, anunció Miller en representación de la comisión organizadora. Ella atribuye las razones del fenómeno a que la feria de los chicos es una de las opciones más completas a la hora de buscar actividades entretenidas y pedagógicas para los chicos, además de una alternativa relativamente económica –la entrada general costaba 3 pesos– en comparación a lo que cuesta asistir a un espectáculo teatral o a una función de cine.
“Nuestra propuesta es distinta, sobre todo porque intentamos buscar vías alternativas de entretenimiento por fuera de lo que los chicos consumen a través de la televisión”, explicó la presidenta de la comisión en diálogo con este diario. “El otro día un señor mayor, viendo a decenas de chicos construyendo muñecos de madera en el taller de carpintería, se alegraba de que usaran las manos para algo más que para manipular el control remoto. Muchos padres y docentes pensamos en la misma línea. Por supuesto que es natural que en época escolar muchos chicos vean televisión y jueguen con los video juegos, pero nos parece que también es valiosa la posibilidad de enseñarles formas alternativas de divertirse, y esa debería ser la principal función de los libros.”
Las ventas de libros también crecieron respecto del año anterior. Miller calcula que este aumento es de un 40% más de libros vendidos, de acuerdo con la información que aportaron los expositores. La feria, en la que probablemente sea su mejor edición, permanecerá abierta hasta este domingo a las 20 (en el Centro de Exposiciones de la Ciudad de Buenos Aires, Avdas. Figueroa Alcorta y Pueyrredón). Después, cerrará sus puertas hasta las próximas vacaciones de invierno.
“El movimiento de gente nos sorprendió desde el primer momento. Aunque no esperábamos recibir tal cantidad de visitantes, obviamente estamos más que satisfechos”, ratificó Vilma Colina, que también es miembro de la Fundación El Libro, y que desde hace años colabora en la difusión de la Feria. “Personalmente confío en que las razones del éxito tienen relación directa con que esta fue una edición muy lograda, con una gama muy amplia de talleres y espectáculos de muy alta calidad. A lo largo de estos últimos años la Feria se consolidó como una opción integral para loschicos en vacaciones, a la vez que como una forma de acercarlos al universo de la lectura. Esta vez, más que nunca, podemos decir: misión cumplida.”