CULTURA
› QUEDO INAUGURADO EL CENTRO CULTURAL ROSA LUXEMBURGO
Para un cambio cultural en gestación
Ubicado frente a la fábrica Brukman, el nuevo espacio busca apoyar, estimular y acompañar la lucha de las trabajadoras.
› Por Cristian Vitale
La constancia y la abnegación de las obreras textiles de Brukman por recuperar su fuente de trabajo provocaron que un grupo de jóvenes que las apoya desde el desalojo nombren Rosa Luxemburgo a un centro cultural que estará destinado, desde hoy, al desarrollo de varias actividades artísticas y culturales. “Queremos darle cuerpo a un laboratorio de experimentación cultural que busque más profundamente en la experiencia histórica y en las nuevas prácticas elementos que permitan acercarnos a una visión sobre cómo será la nueva cultura en Argentina”, define Carlos Broun, presente en diferentes emprendimientos populares como Argentina Arde y Kino Nuestra Lucha, también nucleados en este proyecto. “Se trata de trabajar –prosigue– para que los valores que pisotearon la dictadura, el menemismo y el alfonsinismo, sean la guía y el ordenamiento moral de un nuevo país.” El centro de actividades está ubicado enfrente de la fábrica –en el 545 de avenida Jujuy– y, según definen sus impulsores, divide objetivos orientados hacia dos direcciones: por un lado, se perfila como punto de resistencia al desalojo, organizando eventos para apoyar económicamente a las hilanderas. Y por otro, convertirse en centro de experimentación “donde podamos darle cuerpo a la consigna con la cual impulsamos Arte y Confección –la semana cultural por Brukman– que fue total libertad al arte”, dice Broun. Para darle un contenido nacional a la iniciativa, los organizadores trabaron relación con una agrupación rosarina de activistas por los derechos de la mujer llamada Pan y Rosas, que les proporciona la posibilidad de establecer un canal de intercambio fluido con organizaciones de otras regiones argentinas. “Nos interesa que se vea que es un espacio nuevo, que las personas que lo estamos llevando a cabo no somos famosos ni recibimos subsidios ni créditos del Credicoop, La Trastienda o el San Martín”, afirma Andrea D’Atri, de Pan y Rosas.
Las actividades de preestreno del Rosa estuvieron relacionadas con el trigésimo aniversario del derrocamiento de Salvador Allende. En la sala de proyecciones –que bautizaron “Cine de la Base”, en homenaje al colectivo de Raymundo Gleyzer– emitieron las tres partes de La Batalla de Chile, la tragedia de un pueblo sin armas, la película de Patricio Guzmán Rodríguez filmada en 1973 y tocaron Los vinitos de Vincent. Ambos eventos operaron como previa de la inauguración oficial del centro, que se llevó a cabo con otra fiesta animada por el tribal house de Electrolatina y una proyección de un documental sobre la lucha feminista en Rosario del colectivo cultural Kino Nuestra Lucha. “El mes de octubre –anticipa Broun– estará enteramente dedicado a la historia de la revolución rusa. Estamos preparando una muestra multidisciplinaria sobre la influencia de este proceso en la historia del cine y en el arte en general.”
También se dictarán seminarios sobre cine a cargo de especialistas. El primero (“El orden de las imágenes / El cine político moderno a través del nuevo cine alemán”), ocurrirá entre septiembre y octubre (ver aparte). “El objetivo de este seminario –informan– es indagar sobre las posibilidades y construcciones de un cine político moderno, a partir de la experiencia aportada por el nuevo cine alemán. Se trata de un recorrido teórico-filosófico que intentará acercarse a las particularidades estéticas y formales de un tipo de cine que, desde su nacimiento, supuso la constitución de una forma de resistencia al ordenamiento institucional del cine comercial.” El seminario constará de nueve encuentros –cada jueves y viernes a las 20– y cuesta 4 pesos por clase, o 30 el seminario completo, y estará a cargo del licenciado Ricardo Parodi. Entre las películas a proyectar y analizar figuran Una joven totalmente abandonada, de Jutta Bruckner; El poder de los sentimientos de un pionero del nuevo cine alemán, Alexander Kluge, y Lisbon Story, de Wim Wenders. Para Broun, la tarea recién comienza. “El cambio cultural que se está gestando en el país aún no dio señales claras sobre adónde se dirigirá la atención de la nueva generación de pensadores, artistas y cineastas jóvenes. Por lo tanto, el gran movimiento histórico de diciembre está buscando su identidad. Queremos aportar para que el ocaso del neoliberalismo se transforme en un mundo nuevo.”
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