Lun 19.01.2004

CULTURA  › “DE PUNTIN (CUENTOS DE FUTBOL)”, ONCE RELATOS SOBRE UNA PASION

La necesidad de jugar con palabras

El libro inaugura el proyecto Ediciones Al Arco, el primer sello editorial argentino dedicado íntegramente a la literatura deportiva. Colaboraron, entre otros, Eduardo Galeano, Jorge Valdano y Fontanarrosa.

› Por Fernando D´addario

El fútbol, como todas las pasiones con final imprevisible, esconde miles de historias ficcionales. Muchas, soñadas en potencial, no se conocen porque todavía no han sido escritas. Otras, que fueron deseadas o añoradas, se mudaron al papel para garantizarse alguna forma de realidad. Entre éstas, muy pocas logran sortear la barrera del voluntarismo. La industria editorial no suele ser generosa con la “literatura futbolera”, hasta negar, inclusive, la compatibilidad de estas dos palabras. No por ello las historias sobre fútbol dejan de ser soñadas, esbozadas y/o escritas, porque responden, más allá de su materialidad comercial, a un modo de entender el mundo. Marcos González Cezer y Julio Boccalatte, dos periodistas con tablón y audacia profesional, decidieron canalizar esas ficciones que flotaban por allí sin otro destino que morir (o vivir) guardadas en un cajón.
El libro De Puntín (cuentos de fútbol) inaugura el proyecto independiente Ediciones Al Arco, el primer sello editorial argentino dedicado íntegramente a la literatura deportiva. La iniciativa, además de resultar querible para todos los que disfrutan de la afinidad entre el fútbol y las letras, está respaldada por la calidad. Casi sin dinero, con el antecedente de haber editado entre 2001 y 2002 la revista Al Arco, que ganó prestigio y perdió plata, González Cezer y Boccalatte insisten, por suerte, en generar espacios para la edición de textos que circulan por el imaginario, pero que nadie –hasta ahora– se atrevía a publicar. La nobleza del proyecto les hizo ganar aliados. Eduardo Galeano escribió la contratapa. Jorge Valdano, el prólogo. Fontanarrosa ilustró los once cuentos. Porque son once, claro, como un equipo de fútbol. Sus integrantes son periodistas, que seguramente (salvo que fueran incentivados por la hinchada de Juniors, el equipo que puso en la cancha Gustavo Grabia en el cuento El Migue) serían menos efectivos dentro de un campo de juego que en un asado o en una mesa de café, discutiendo o contando anécdotas inútiles hasta las cinco de la mañana.
Los autores –Ariel Scher, Daniel Lagares, Gustavo Grabia, Walter Vargas, Miguel Bossio, Ariel Greco, Juan Pablo Bermúdez, Cristian Garófalo, Marcos González Cezer, Julio Boccalatte y Alejandro Caravario– hacen uso de diversas herramientas narrativas para cerrar un concepto que está implícito: como los policiales negros o los mejores libros de ciencia-ficción, el núcleo del asunto (en este caso el fútbol) es siempre un disparador que ilustra sobre otros misterios de la vida, situaciones cuya complejidad puede ser abordada desde una historia aparentemente sencilla. Boccalatte señala a Página/12: “la repercusión que tuvimos fue bárbara. Esto es el puntapié inicial para nuestra idea, que es sacar ensayos, biografías, hacer otro libro de cuentos, seguir con esto. Con Marcos (González Cezer) ya habíamos hecho un libro sobre Francescoli, pero lo vendíamos kiosco por kiosco. Después tuvimos la experiencia de la revista Al Arco, que fue muy buena en lo humano y en lo profesional”. Dice que las grandes editoriales no se ocupan del fútbol “porque desconocen el mercado futbolero. Como es algo que no manejan, no se meten. Y también está el prejuicio intelectual, claro”. De Puntín se vende exclusivamente en las librerías Yenny-El Ateneo. Según un informe de la misma cadena, es el único libro de autores argentinos que figura entre los cinco más vendidos.
Los cuentos se suceden: una estatua del fútbol decide escaparse en defensa de la dignidad que representa (Libre como una estatua, de Scher); un jugador de medio pelo busca revancha extrafutbolística (Las Palmas, de González Cezer); puede descubrirse el caso único de un jugador con “dos pies derechos” (personaje secundario de Pafundi, de Boccalatte); en “Mirá si una jugada va a cambiar la historia”, uno de los mejores relatos del libro, su autor, Greco (periodista de Líbero), concibe una historia tan desopilante y absurda como perfectamente lógica: una jugada de un partido que sólo los interesados y los enfermos del fútbol recuerdan (Platense 3 -Estudiantes 4, en 1967), podría haber cambiado, con un guiño del azar, no sólo ese torneo (que ganó Estudiantes, inaugurando la célebre racha triunfal del equipo de Zubeldía) sino las intrincadas redes de aquel futuro que hoy es presente. No tiene sentido seguir contando. Ahí está el libro. En la contratapa, Galeano presenta a los protagonistas y define el espíritu: “Son once. Juegan con palabras, en cancha de papel, y los dibujos de Fontanarrosa comentan el partido. Cada cual se luce según su mañana y su manera, pero los once forman, juntos, un lindo equipo. Ojalá encuentren la hinchada que la buena prosa, como el buen fútbol, merece”.

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