Dom 22.08.2004

CULTURA  › “PROYECTO HABITAT” Y “TERRITORIOS OCUPADOS”, EN EL FESTIVAL DE LA LUZ

Imágenes de espacios en conflicto

Las dos muestras producidas por la Fundación Telefónica se transformaron en uno de los recorridos más interesantes del circuito.

› Por Sandra Chaher

La Fundación Telefónica abrió sus puertas hace muy poco, en noviembre del 2003. Sin embargo, la curadora del espacio, la artista plástica y crítica Corinne Sacca Abadi no quería perder la oportunidad de participar del Festival de la Luz, por lo cual a poco de asumir en su cargo, en abril de este año, decidió que la institución asumiera la producción de dos muestras que integraran el cronograma del festival. En definitiva, se transformaron en uno de los recorridos más interesantes del circuito. En la planta baja del espacio de Arenales al 1400 –instalado con tecnología y diseño de última generación– puede verse, hasta mediados de septiembre, Proyecto Hábitat: Utopía y Reconstrucción, de Fabiana Barreda, y en el primer piso Territorios ocupados, una muestra colectiva de 24 artistas. Ambas fueron curadas por Sacca Abadi, que en Territorios colaboró con Valeria González.
Las muestras no tienen aspectos comunes, salvo la conexión que podría establecerse con el concepto de espacios habitados-habitables. Mientras Barreda trabaja sobre la idea de la casa, desde la propia –el hogar– hasta las “casas nacionales” o los proyectos arquitectónicos utópicos, en Territorios se eligieron, o encargaron, obras vinculadas con la apropiación de un territorio desde la imagen, desde el artista y finalmente desde el espectador. “El concepto de territorio ocupado siempre me fascinó –dice Sacca Abadi–. Vivimos en una sociedad muy urbana e impactada por la imagen y la lucha por el territorio, que no implica sólo las situaciones de guerra, aunque éste es uno de los aspectos que más me interesan. A partir de esta idea convoqué a artistas que sabía que trabajaban estos temas y les encargué obras y les pedí otros trabajos ya realizados. Uno de los criterios en la Fundación es que producimos las muestras, es decir bancamos a los artistas para que las hagan. En el caso de Territorios hay de todo, porque una de las ideas era que hubiera un cruce estético, generacional y de utilización-manipulación de la imagen. Así hay trabajos como el de Dino Bruzzone o Carola Rousso –entre otros– que fueron encargados especialmente y hay otras obras, como las de María Luz Gil, Travnic o Res, que me venían como anillo al dedo y se las pedimos. En el caso de Fabiana Barreda, yo tengo afinidad con ella y con su obra hace muchos años. Tiene la rara condición de una solidísima formación en psicoanálisis, sociología, filosofía e historia del arte y a la vez una capacidad muy grande de inserción en la vida cotidiana y un costado muy racional y afectivo. Lo maravilloso es la síntesis que hace de todo esto. Me interesó de Proyecto Hábitat la forma poética en que ella habla del no-hogar. Es una obra profundamente política que logra articular lo subjetivo –el hogar como construcción de vínculos– y lo traspasa, llevándolo a un terreno político, de una forma completamente amorosa.”
Barreda viene trabajando en distintas series de Proyecto Hábitat desde hace muchos años. Es una idea fija, una obsesión casi, que va tomando dimensiones más personales o más políticas –si es que ambos aspectos pueden separarse– según los momentos de su vida y del mundo. Este último encuentro profesional con Sacca Abadi provino de uno de esos momentos especiales. Era abril del 2003, Fabiana acababa de tener un hijo, no tenía galería y expuso una pequeña casita de acrílico (cuyas fotos pueden verse en la muestra de Telefónica) en un espacio bastante alternativo dentro de arteBA. Sacca Abadi la vio y la compró a 50 pesos. “Me sentía una ladrona sabiendo que me llevaba una obra de ella por tan poco –confiesa–.” Así surgió tiempo después la posibilidad de profundizar en los temas que Barreda ya había iniciado haciendo casitas de azúcar y carteras con elementos de cocina cotidianos. La muestra que puede verse en Telefónica es increíblemente luminosa, y no sólo en un sentido literal. Además de ser fotografías claras, con contornos precisos, despojadas, contundentes, iluminan sentimientos y emociones que por lo general aparecen en forma tenebrosa –el deseo de una familia, de un hogar, de un techo, los temores al derrumbe, el camino poblado de amores y espinos que lleva a ese lugar– y esa misma luz inyecta en el espectador la esperanza frente a la brecha abierta del destino. “Por más que tengas una casa, quizás ése no es tu hogar –dice Barreda–. El hogar es una situación de fragilidad que tenés que sostener. A la vez, éste es un país en el que cíclicamente parece que se cae todo. En el 2001-2002 hice un trabajo con casas de arena cuando la mitad de mis amigos se estaban yendo y la otra mitad quedaban embarazados. En esta muestra yo quería llevar la dimensión personal a lo social y nacional, por eso trabajé con los proyectos de casas utópicas de Amancio Williams y Xul Solar y con las ‘casas nacionales’ como el Cabildo. El nomadismo, la inestabilidad y la fragilidad son términos de la deconstrucción. Yo siento que los proyectos deconstructivistas se apoyan en la fragilidad. Pero no uso esta palabra como vulnerabilidad, sino como un estado permeable a lo emocional. Desear un hogar es tener conciencia de la permanente fragilidad que lo acompaña.” Territorios ocupados entra en una dimensión bastante más amplia y diversa. Cada artista trabajó desde su propio concepto de ocupación del territorio, que puede ir desde el voyeurismo (María Luz Gil), la poética en la narrativa de espacios y situaciones no contemporáneas (Carlos Gallardo, Juan Travnic), la dimensión política y mediática (Res, Dino Bruzzone, Gabriel Valansi, Florencia Colombo), los no-lugares (Alejandra Urresti, Laura Messing) o las diferentes formas de apropiación e intervención sobre la naturaleza (Martín Bonadeo, Leonel Luna, Esteban Pastorino, Paula Senderowicz, Marcela Moujan), entre otros. “Si el ‘tema’ que las convoca es el paisaje –dice Valeria González, curadora invitada, en el catálogo, refiriéndose a las obras–, éste no delinea un imaginario estable sino un mosaico quebrado por distintos interrogantes. Sin pretensión de exhaustividad, la muestra propone un recorrido en torno de cinco problemas.” Que, desde su punto de vista, serían: la ocupación crítica del espacio de los medios de comunicación; la asimetría entre los espacios trascendentes y los lugares concretos de la vida; la ciudad como espacio de escritura de la memoria colectiva; el paisaje o la naturaleza, como construcción artificial, y las fronteras reversibles entre el espacio público y el privado.

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