Dom 28.11.2004

CULTURA  › LAS CARTAS DE AGUSTIN TOSCO A SUSANA FUNES

Una lucha romántica

La escritora y periodista Silvia Licht, autora de un libro sobre la relación del sindicalista y una delegada de base, explica de qué manera política y pasión confluían en su vida.

› Por Cristian Vitale

Silvia Licht se emociona mientras cuenta cómo hizo Susana Funes, su amiga, para soportar las torturas en el campo de concentración La Perla, en 1977. “Agustín, antes de morir, le decía que se cuidara, que no podía tolerar la idea de que le pasara algo. Ella siempre me decía que una de las cosas que la salvó fue el amor por él.” Agustín es Tosco, el héroe del Cordobazo, y Susana, la mujer que se enamoró de él en 1968 y lo amó hasta su muerte, ocurrida en la cárcel el 5 de noviembre de 1975. Una pareja de pasión y lucha que Licht –periodista, docente y escritora– reconstruyó minuciosamente para volcar en el libro Agustín Tosco y Susana Funes, historia de una pasión militante (Biblos). “Susana murió mirando fotos y cartas de Agustín, rodeada de objetos del hombre que amó toda su vida. Inclusive lo quiso acompañar cuando pasó a la clandestinidad en octubre de 1974, pero él no se lo permitió por el riesgo que implicaba. Fue la última vez que se vieron”, cuenta.
Licht tiene 50 años. Durante años fue corresponsal en Buenos Aires del diario Noticias de Paraguay, escribió el libro El crimen Bordón, un caso de impunidad policial junto con Maricarmen Almada y hoy es becaria en el Departamento de Historia del Centro Cultural de la Cooperación, donde está investigando otro aspecto relacionado con la vida del sindicalista cordobés. “Es muy difícil desbrozar su pensamiento político. Desde qué ángulo llegaba a su posición de dignidad”, se pregunta. Licht aprovechó las 300 cartas de 20 carillas cada una que él le escribió a su pareja desde la cárcel y las fusionó con varias entrevistas que le hizo a Funes mientras vivía, con el objeto de reconstruir esa historia. “Susana nunca quiso mostrar esas cartas a nadie, debo ser la envidia de los historiadores”, comenta Silvia, que invirtió un año y medio en leerlas.
–¿Por qué Tosco?
–En principio por mi amiga Susana. Pensé una forma de reivindicarla, porque fue muy discriminada por la mayoría de los compañeros de militancia de Tosco, por no ser su esposa legal. Yo sabía lo que sabe todo el mundo sobre él, pero en el transcurso de la investigación fui descubriendo otras cosas, como sus deseos de escribir. Tosco era un gran lector. Sus padres, piamonteses, atesoraban libros, por lo que él tenía una formación importante en términos de lectura. Hay una carta en la que le dice a Susana que está pensando hacer un libro con todo lo que había pasado durante el Cordobazo, pero nunca lo pudo concluir.
–¿De qué modo se impregna la política en las cartas de amor?
–Son crónicas de lo que pasa en el país... todas juntas parecen un libro de historia. Estando preso en 1971, por ejemplo, lo eligen secretario general del gremio de Luz y Fuerza, una situación que lo ubica en la tapa de los principales diarios de América latina. Sin embargo, cuando Susana, que era delegada de base, le cuenta que los compañeros la rechazan, él se fastidia tanto que decide no aceptar el cargo e irse, algo que ella no acepta, porque ama al Tosco que lucha en el gremio, en su Córdoba natal.
–¿Qué otro dato “desconocido” se cuela en las cartas?
–Su rechazo a la postura “ni golpe ni elección, revolución” de los obreros de Sitram-Sitrac. El no coincidía con esa actitud, creía que había que sumarse a la CGT de Córdoba que comandaba Atilio López y que los de Sitrac-Sitram estaban muy radicalizados y no podían estar en contacto con el pueblo. Pero jamás lo hace público... inclusive, cuando otros gremios los tildan de elitistas, él saca una solicitada en 1972, apoyándolos, por solidaridad de clase. Pero no entendía por qué fustigaban a Atilio López por el solo hecho de ser peronista. También está bien reflejada su lucha contra el sindicalismo participacionista. No quería saber nada con Rucci, Vandor o Alonso. El motor de su lucha era sacarle la careta a esa gente.
–¿Su relación con Susana comienza mientras él estaba casado?
–Sí. En 1968 van a una reunión de la CGT de los Argentinos y, después del acto, él la invita a pasear por el parque de los enamorados. Ella le dice que él está casado. El le responde que le dé tiempo, por sus hijos, y la respuesta de ella fue: “Bueno, un tiempito nomás”. Luego del Cordobazo se van a vivir juntos. Igual, Agustín amaba a sus hijos y enaltecía a su esposa Nelly. Su sueldo iba a parar todo a ellos. Los gastos de la casita a la que se fue a vivir con Susana corrían por cuenta de ella.
–Una de las cartas que usted reproduce es la que Tosco escribe desde la cárcel de Rawson y trata a Susana como una amiga...
–Sí. Lanusse se había ensañado con él por su participación en el Vivorazo y parecía que se iba a eternizar en Rawson. En esa carta trata a Susana como una amiga y no habla más de amor. Es cuando se entera que un grupo se iba a fugar de la cárcel y no quiere comprometerla.
–Se dice que él no estaba de acuerdo con la fuga...
–Tenía gran aprecio por los guerrilleros, pero entendía que la situación del país no pasaba por tomar las armas. Cuando le propusieron escaparse dijo que no, que su libertad llegaría cuando la lucha del pueblo fuese capaz de liberarlo.
–Lo que nunca estuvo muy claro fue su posición respecto del peronismo...
–Se reivindica peronista, aunque en 1953, con el cambio de rumbo en la política económica, se aleja del movimiento para seguir la línea Cooke. Quería mucho a Obregón Cano y Atilio López, muy leales a Perón. Hay una imagen perfecta: López y Tosco abrazados, uno haciendo la V de la victoria y el otro levantando su puño izquierdo. Una maravillosa síntesis de la época.

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