Lo confesó con ese mismo tono arrogante con el que construía la mayoría de sus textos que irritaban a diestra y siniestra dentro del abanico intelectual y político de su tiempo. “Hasta el más miope, no el ciego, hubiera podido percibir que la configuración sociológica de Radiografía de la pampa débese a Spengler, con su lectura simbólica de los hechos; a Freud, con su examen de las perturbaciones de la psique social, y a Simmel, con su método configuracionista. Yo no he inventado nada, como tampoco ellos; todos hemos buscado el sentido del texto escrito por el Creador en caracteres jeroglíficos.” Aún hoy su figura se presta a los equívocos: pontificado por la tradición liberal, aunque su destino final fue defender la Revolución Cubana; mirado con desdén y desconfianza por la izquierda, una de las escrituras más relevantes del siglo XX argentino, en opinión del sociólogo Horacio González, continúa buscando su lugar en el mundo. Acaso sea el precio que pagó por su originalidad. A cuarenta años de la muerte de Ezequiel Martínez Estrada (1895-1964), en la sala Marechal de la Biblioteca Nacional se está desarrollando Alegorías, intuiciones y blasfemias argentinas, una muestra biblio-hemerográfica curada por Mercedes Dip, que incluye objetos personales del autor de La cabeza de Goliat, cartas, primeras ediciones de sus libros y textos inéditos como Prolegómenos a una revolución de las letras argentinas, que escribió durante su estadía en Cuba.
“Su escritura implica la construcción de un fortísimo tejido moral a partir del cual pensar los problemas argentinos más relevantes. Es una escritura de absorción y de recreación de las grandes fuerzas anímicas de la literatura argentina”, dice Horacio González, vicedirector de la Biblioteca Nacional. “Su construcción alegórica nos pone frente a una idea de tiempo muy crispado, donde el presente aparece interrogando al pasado, el pasado aparece inconcluso y siempre rehaciéndose.” González señala que para Martínez Estrada todo el proceso histórico argentino estaba basado en el triunfo de fuerzas anímicas que, presentadas en nombre de la liberación, traducían casi siempre un sentimiento de barbarie. “La idea de que esa superficie se contraponía a fuerzas oscuras que provenían de napas interiores de la vida nacional recorre toda la historia argentina y está en todos los ensayistas sin descartar a Borges: está también en Jauretche y en Scalabrini Ortiz.”
González recuerda que Martínez Estrada analizaba el surgimiento y la irrupción de los sectores populares en la vida política argentina como el resquebrajamiento de la superficie falsa del presente. “El quiere una gran revolución cultural por un lado, pero frente a ese impulso de los de abajo no puede sentirse muy tranquilo. Por eso su contradicción frente al peronismo, al que ve como una irrupción recreadora y, al mismo tiempo, como el surgimiento de una fuerza que no tiene a su disposición los planes que armonicen los enormes impulsos que contiene. ¿Qué es esto?, sobre el peronismo, es uno de los libros más contradictorios e iluminadores de todo el ensayismo social argentino.” El autor pareciera estar lejos de todo y quizá, piensa González, ésa sea la condición para que esté tan cercano. “Siempre es la bolilla que faltaba y la que seguirá faltando, pero por fortuna hoy la bolilla cayó en el casillero de la Biblioteca Nacional. En este momento del debate cultural argentino, ciertamente pobre, un hereje como Martínez Estrada en la biblioteca es imprescindible.”
El último herético no está tan solo, pero espera. Para ver la muestra hay tiempo hasta el 30 de marzo del próximo año (de lunes a viernes de 9 a 21, y sábados y domingos de 13 a 18). Lo urgente es ponderar sus textos y polemizar respecto de sus interpretaciones de los problemas nacionales, sus visiones y anuncios, desde las luces y sombras del presente.