CULTURA
› LA MUESTRA DE LEON FERRARI Y UNA MASIVA MARCHA DE APOYO A LA LIBERTAD DE EXPRESION
“Defender el derecho a pensar diferente”
Iba a ser un abrazo solidario: se convirtió en una monumental muestra de repudio a la censura, protagonizada por un amplísimo arco de sectores sociales. La cercanía con la Iglesia del Pilar provocó un intercambio de insultos.
› Por Karina Micheletto
Lo que iba a ser un abrazo solidario en repudio de la censura judicial a la muestra del artista plástico León Ferrari, y en defensa de la libertad de expresión, se transformó en un multitudinario acto que llenó ayer por la tarde las terrazas del Centro Cultural Recoleta. Artistas, intelectuales, funcionarios, representantes de organismos de derechos humanos y de partidos políticos se reunieron allí para dar su apoyo a un emocionado Ferrari. A la salida del acto, una señora tuvo la mala idea de esperar a quienes habían ido a manifestarse blandiendo un cuadrito de la Virgen María en plena ascensión a los cielos. Por supuesto, la gente la siguió hasta la Iglesia del Pilar, a pocos metros del Recoleta, llena en ese momento de fieles que asistían a misa. Durante varios minutos, las rejas de la Iglesia del Pilar separaron a manifestantes que gritaban “Iglesia, basura, vos sos la dictadura” y “Ustedes se callaron cuando se los llevaron”, de las personas que quedaron atrincheradas adentro de la iglesia. Todo se calmó cuando León Ferrari mandó a pedir a la gente que se dispersara, y la cosa no pasó a mayores, pero los fieles que quedaron atrapados adentro de su iglesia, escuchando oraciones por altavoz, tuvieron que esperar un largo rato para poder volver a sus casas.
El acto de apoyo a la realización de la muestra de León Ferrari había comenzado sobre las seis de la tarde, con un clima festivo liderado por Madres de Plaza de Mayo que bailaban al ritmo de León Gieco. También estaban integrantes de Abuelas de Plaza de Mayo, Familiares de Detenidos y Desaparecidos e H.I.J.O.S. Poco a poco fueron llegando los artistas e intelectuales que irían subiendo al escenario en señal de apoyo. Entre muchos otros, Tito Cossa, Cristina Banegas, Nicolás, Gastón y Alan Pauls, Julieta Díaz, Cristina Mucci, Martín Rejtman, Arturo Bonín, Patricio Contreras, Leonor Manso, Ingrid Pellicori, Jorge Marrale, Fernando Noy, Mosquito Sancinetto, Jorge Schusseim, Mauricio Wainrot, Rubens Correa, Vivi Tellas, Claudia Puyó, Gustavo Beytelman, Guillermo Kuitca, Mario Sábato, Alberto Lecchi, Aníbal Cedrón, Eduardo Jozami, Claudio Lozano, Damián Loretti, Néstor Pitrola. Se leyeron, además, adhesiones de Juan Gelman, Mercedes Sosa, León Gieco, Juan Falú, Lito Vitale, Mario Pergolini y Horacio Verbitsky.
Algunos de ellos fueron pasando sobre el escenario para leer o improvisar sus puntos de vista. “Los actores nos oponemos al hecho arbitrario y troglodita de pretender acallar cualquier forma de manifestación artística”, leyó Arturo Bonín, rodeado por una gran cantidad de colegas. Hubo lugar para la música, con el bandoneonista Rodolfo Mederos y la actriz Cecilia Ro- ssetto, y los artistas plásticos Rep, Diana Dowec y Adolfo Nigro pintaron un mural sobre el escenario. Los trabajadores del Recoleta también subieron a dar su adhesión. Detrás del escenario, el secretario de Cultura de la Ciudad, Gustavo López, iba y venía solucionando detalles de organización y repitiendo que apelarían la medida judicial y que pedirían que la feria judicial se reabra si es necesario. Cada tanto el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, lo llamaba para preguntarle cómo marchaba todo. Queda claro que el Gobierno de la Ciudad está dispuesto a responder al fallo de la jueza Elena Liberatore –la más abucheada en la tarde de ayer– con una postura activa.
Más de una hora y media después de comenzado el acto, apareció León Ferrari, protegido por un cordón de seguridad y avanzando entre vivas y aplausos, en una entrada más cercana a la de una estrella de rock que a la de un artista plástico. Visiblemente emocionado al comienzo de su intervención, Ferrari agradeció el apoyo recibido y, fiel a su estilo, se dedicó a uno de los temas que lo obsesionan: el infierno. “Quisiera saber si es posible liberar a todas esas pobres almas que están siendo torturadas en este momento, en un lugar que me gustaría saber dónde queda”, ironizó. “Siempre me asombró cómo una institución puede decir que defiende los derechos humanos en la tierra, y al mismo tiempo apoyar su violación en el más allá.” Ferrari tuvo tiempo para agradecer al cardenal Bergoglio por la publicidad que le dio a su retrospectiva (hasta la clausura judicial llegaron a verla 30.000 personas) y concluyó: “Me emociona comprobar que estamos todos aquí no sólo para defender a un hombre, a una muestra o a un centro cultural sino para defender el derecho de cada uno a expresar lo que piense, aunque piense diferente”.
A la salida del acto, algunos manifestantes se apostaron frente a la Iglesia del Pilar gritando consignas en contra de la Iglesia, su accionar durante la dictadura y en relación a temas como el aborto y las leyes de salud reproductiva. El párroco Puiggari –uno de los protagonistas de la avanzada eclesiástica en contra de la muestra– calmó a los fieles que contestaban los insultos, los invitó a encerrarse en su Iglesia y comenzó a rezar por un altavoz. En el atrio de la Iglesia sólo quedó un pesebre con una leyenda: “Contemplemos al niño Jesús desde la mirada de María”.
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