Mar 11.01.2005

CULTURA  › CULTURA ENTREVISTA A RUBEN DRI

Nuevas ideas para un Jesús liberador

En su nuevo libro, el teólogo y escritor presenta a un “Cristo revolucionario”.

› Por Cristian Vitale

En el departamento de Rubén Dri hay una enorme cantidad de libros, cuyo número resulta un misterio divino. “No tengo idea cuántos son”, se pierde. Están categorizados: un estante dedicado a religión y teología; otro a filosofía, un importante apartado con obras de Marx y Hegel y mucha historia argentina. En el medio, aparecen CD de Gieco, Larralde y Cafrune. Todo este color, sumado a que es un teólogo –y filósofo– de larga data, un defensor inclaudicable de la Teología de la Liberación, un creyente creíble para los estudiantes que lo escuchan día a día en la Facultad de Sociales de la UBA, y un militante de siempre, provoca que el título –y las intenciones– de su último libro no causen sorpresa: El movimiento antiimperial de Jesús.
“Cuando Jesús dijo ‘al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios’, no quiso decir lo que interpretaron intelectuales de la Iglesia ligados al poder. De Dios es el pueblo y eso es lo que pidió Jesús... que le devuelvan el poder, que no lo opriman y que al César le devuelvan la moneda, pero porque tenía la cara de él”, afirma, pensando en la deuda externa. “Tampoco es verdad que haya dicho ‘siempre habrá pobres’, eso lo dijo Menem –se ríe–, pero Jesús está en contra de la pobreza, la limosna, y brega porque todos estén saciados.” El también autor de Proceso a la Iglesia Argentina, releyó críticamente el Evangelio de Marcos, la fuente Q –un redescubrimiento que hizo la historiografía alemana sobre las narraciones de Mateo y Lucas– y los evangelios apócrifos, y rearmó un Jesús admirable y combativo, un revolucionario en el que todos querrían creer... como un Che del año cero. “Jesús anuncia una nueva sociedad –el Reino de Dios– pero no la inventa, porque era un pacto que habían hecho las tribus hebreas antes, en el que proclamaban rey a Dios y no aceptaban ningún monarca. Jesús repropone este proyecto en el siglo I en contra del Imperio Romano y de la sociedad sacerdotal que depende del Imperio, porque había intereses entre sacerdotes y emperadores. Para luchar contra ellos, construye un movimiento con una mesa de coordinación estrecha y otra ampliada”, explica.
–¿Quiénes integran ambas mesas?
–Pedro, Santiago y Juan son los que están más cerca de Jesús. Después, en la mesa ampliada, están los apóstoles y luego los militantes de base, que trabajan en la casa y en la región. Con ellos, él quiere hacer una transformación profunda, que incluye la familia, que era la base de la sociedad patriarcal y jerárquica, y tiene problemas... inclusive con la suya. Su madre lo rechaza, porque su proyecto es destruir ese tipo de familia jerárquica y construir una horizontal. Igual, éste no es su obstáculo principal, sino los escribas, los fariseos y los sacerdotes, que usufructúan del poder. Y fundamentalmente el Imperio Romano, que es denunciado en forma simbólica.
–Una de las intenciones del libro parece ser sepultar la teoría deicida en torno de la responsabilidad de los judíos en la muerte de Jesús y, por ende, trasladar esa culpa a los romanos.
–Hay que salvar al pueblo judío. El principal responsable de la muerte de Jesús es el Imperio y, en segundo lugar, las autoridades del pueblo judío, que están en connivencia con aquél. Lo que ocurre es que los Evangelios hablan de la culpa judía, porque las narraciones tienen lugar después de la separación entre el grupo judeo-cristiano y otro grupo judío.
–¿Por qué la idea de editar un libro sobre el Jesús revolucionario, cuando tal vez mucha gente no esté interesada en eso?
–Porque el enemigo fundamental de hoy también es el imperio. Mi intencionalidad es política y es contra EE.UU., sus guerras preventivas y el ALCA. Y no es concebible en Argentina un movimiento de liberación sin participación cristiana. Quiero recuperar sus raíces liberadoras y antiimperialistas, recuperarlo como herramienta de lucha.
–¿Es su única intención?
–No. También busco recuperar el sentido religioso profundo. A veces parece que ser cristiano es ser un tipo que acepta cualquier cosa y no es así. En el movimiento de Jesús hay grupos clandestinos, hay lucha armada y eso de dar la mejilla, que la Iglesia utilizó como ideología de la aceptación, tiene un origen distinto: Jesús utiliza la frase cuando le habla a sus iguales, pero no cuando se dirige a los opresores. A los suyos les dice que hay que dar la otra mejilla para desarmar las luchas fratricidas, en cambio a los opresores los acusa de hijos de víbora y de ninguna manera desarma al pueblo frente a ellos.
–¿Qué opina acerca de aquellos sectores marxistas y ateos que no comulgan con la analogía comunismo-cristianismo, tan cercana a sus ideas?
–Les critico que, si bien lo científico es un instrumento de construcción, el ser humano es mucho más que eso. Para cambiar la sociedad se necesita saber de relaciones, de clases sociales, pero la relación, al fin, siempre es humana.
–¿Sigue siendo peronista?
–Hoy el peronismo está muy desfigurado. Milité en los ’60 y los ’70, pero ahora estoy en la construcción de una nueva identidad, que mezcla peronismo histórico, cristianismo, teología de la liberación, pueblos originarios, izquierda, en fin.
–¿El hecho de que no haya fuentes directas de Jesús, amerita dudar de su existencia histórica?
–No, porque el análisis crítico de los textos demuestra que hay hechos históricos contundentes. Por ejemplo, Jesús dice que no va a pasar su generación sin que venga el reino de Dios, pero en lugar de él llega su muerte... o sea que se equivocó. Los Evangelios no pueden inventar un error así. Además, sus enemigos nunca negaron su existencia.

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