CULTURA
› SANTAOLALLA EN EL FESTIVAL DE TANGO
“¿Qué es ser latino?”
El productor y líder de Bajofondo prefiere renegar de los estereotipos al uso industrial.
› Por Karina Micheletto
Gustavo Santaolalla jura que no lleva la cuenta de la cantidad de discos que produjo el último año, para evitar el surmenage. El “gurú del rock en español”, el que encaminó a la Bersuit y la dejó lista para el gran público, el que produjo a Molotov, Café Tacuba, Divididos, La Vela Puerca, Arbol y Juanes, entre muchos otros, el que hace música para películas exitosas, también dedica su tiempo al tango. Vino a la Argentina para cumplir con dos tareas relacionadas con el género. La primera, la presentación de Bajofondo Tangoclub en el Festival Buenos Aires Tango, hoy a las 21 en El Dorrego (Zapiola y Dorrego). Bajofondo fue uno de los primeros en mixturar el tango con sonidos más actuales, aunque Santaolalla aclara que no quiere encasillarlo dentro del tango electrónico. Lo que empezó tres años atrás como un proyecto discográfico fue tomando forma de banda y generó otros subproyectos como el disco de Luciano Supervielle o el de próxima aparición de Juan Campodónico. La segunda tarea tanguera del músico y productor es Café de los maestros, un proyecto que implicó dos años de trabajo con grandes luminarias del tango como Leopoldo Federico, Horacio Salgán, Ubaldo De Lío y Mariano Mores, del que resultará un disco doble, y que sería presentado este año en el Colón.
–Se suele anunciar al Café de los maestros como el Buena Vista Social Club tanguero. ¿Está de acuerdo con eso?
–Adoro a Ry Cooder y a Buena Vista Social Club. Pero debo recordar que veinte años antes hicimos De Ushuaia a La Quiaca. Como no vivimos en Europa y no somos Ry Cooder nadie lo recuerda, pero el proyecto tenía el mismo espíritu: ir a los pueblos a trabajar con los viejitos, grabar a Don Sixto Palavecino en Santiago del Estero, y con un interlocutor que vaya guiando el relato, que en nuestro caso era León. Está bien que afuera se lo presente como el Buena Vista tanguero, pero acá sería importante recordar que hicimos algo antes.
–¿Por qué reniega de la etiqueta de tango electrónico para Bajofondo?
–Porque no nos representa, no hacemos tango. Hacemos una música contemporánea que para nosotros representa la banda de sonido que tendría la vida en urbes como Buenos Aires o Montevideo, donde obviamente el tango, la murga y el candombe forman parte de ese paisaje sónico con el que crecimos, pero donde la revolución tecnológica cambió la realidad. Además, al ir tocando en vivo le fuimos dando más forma y hoy en día la banda tiene mucho de rock o hip hop, que es nuestro background musical.
–¿Por qué cree que rebotaron a Drexler para cantar su canción en los Oscar?
–Todo el proceso fue muy hinchapelotas. Creo que lo que ocurrió en la Academia no es casual en este momento político de EE.UU. En Inglaterra la película tuvo siete nominaciones, en EE.UU. fue la segunda extranjera más vista el año pasado. Estoy seguro de que si no se metiera con el Che tendría más de dos nominaciones en rubros poco pesados (canción y guión). La de Michael Moore directamente fue ignorada, eso también es raro. Lo segundo raro fue que iba a cantar el tema gente como Jennifer Lopez, Marc Anthony o Enrique Iglesias. El cambio de cantantes es muy común en los Oscar, tiene que ver con el código de show televisivo que manejan. Lo raro fue que no llamaran nunca para consultar, y que eligieran gente que estéticamente no tiene nada que ver con la película.
–Drexler mandó una carta donde habla de un estereotipo de artista latino al que él no responde. ¿Se puede producir a un artista latino ignorando ese estereotipo?
–A los latinos nos tiene sin cuidado ese estereotipo. Artista latino soy yo, la Bersuit, Walter Salles o Rodrigo de la Serna, ¿y? ¿Acaso la gente compra un disco en México o en Argentina pensando que es de un artista latino? Es un fenómeno que le importa sólo a los estadounidenses.
–Pero a usted como productor también le debe importar.
–Nunca en mi vida produje pensando en lo que debe ser un “artista latino”. Estoy en la vereda de enfrente, y no soy el único, hay toda una movida muy grossa que representa otra ideología. Lo interesante de lo que está pasando es que demuestra que no se puede vivir con estereotipos, y que el público busca cosas de calidad, por más industria que haya.
–En el último tiempo en su trabajo parece haber un regreso al tango y al folklore. ¿Es una búsqueda deliberada?
–Yo nunca perdí conciencia de quién soy y de dónde vengo. No hago más cosas con tango y folklore porque no puedo, tendría que mudarme acá. A partir de Bajofondo, como una especie de deuda que tenía conmigo mismo, me surgió el tango. Y el folklore es un amor de siempre. Siento que el folklore, en el proceso de modernización, de ponerle bajo eléctrico y chapitas, se había salido un poco de la autopista. En Orozco/Barrientos (el dúo mendocino que produjo) hay un ángulo distinto del folklore.
–¿Hasta dónde un productor puede meterse a cambiar elecciones del artista? ¿Cuándo suma y cuándo resta?
–Suma todo lo que uno pueda hacer para hacer crecer la visión que ya tiene el artista, su estética y su concepto. Todo lo que interrumpa el fluir de la idea original, lo que saque al artista de su autopista para llevarlo por caminos que son del productor, resta. No hay peor cosa que un disco suene al productor y no al artista. Los artistas que yo produzco son muy diversos, y sin embargo espero que el común denominador sea la calidad. No me halagaría para nada que alguien dijera que “suenan a Gustavo”. Para eso me pongo a tocar yo. Yo soy un artista que trabaja en distintos foros. A mí a veces me toca patear y hacer goles, otras armar y asistir, otras defender e ir al arco, otras soy el director técnico. Pero el partido siempre es el mismo.
Subnotas