CULTURA
› LUIS SALINAS PRESENTA EN VIVO SU NUEVO DISCO, UNA NOTABLE COLECCION DE DUETOS
“Lograr que la estrella sea la música”
El notable guitarrista grabó en España: hizo una lista con los músicos que más admiraba y todos le dijeron que sí. A partir del próximo jueves 7 lo presenta en el ND Ateneo.
› Por Cristian Vitale
Antes de la primera pregunta, Luis Salinas aspira profundo, se corre el pelo hacia los costados y toma un sorbo de té con mucho limón y poca azúcar. “El flautista Jorge Pardo es un prócer del sonido español. Fue quien me dijo una vez ‘lo más importante en la música es enamorar con la melodía’.” Es como si pretendiera extrapolar lo que pasa en una zapada, donde su guitarra casi siempre marca el camino, a una charla de café. Después se tomará el tiempo para contestar, pero prefiere principiar el diálogo él, trazando un perfil concreto y extendido de los ocho músicos –en su mayoría españoles– que lo ayudaron a grabar Luis Salinas y amigos en España, disco que será presentado los próximos 7, 8 y 9 de abril en el teatro ND Ateneo.
Antes de empezar a responder, Salinas dirá de Antonio Serrano que es un armoniquista genial –“el único que pudo meter su armónica en un disco de Paco de Lucía”–, de Horacio Fumero que “es un bajista noble” y de Reynald Colom, que es “un trompetista único”. También recordará cuando conoció al saxofonista Perico Sambeat en la época en la que tocaba en Tercer Tiempo “para 10 personas”, cuando Tomatito le dijo “aunque subas solo no estás solo”, al enfrentarse ante 50 mil personas en la Plaza de Toros de Barcelona o cuando Oscar Giunta lo iba a ver a Oliverio en pantalones cortos. Y definirá a Javier Colina como el Fattoruso de España y a Jordi Bonel como el único guitarrista capaz de sacarle a la rockera Fender un sonido fino. “Todos ellos ya han demostrado su virtuosismo y están en un momento en el que tocan en función del tema, entendiendo que hay que lograr que la estrella sea la música; van donde les decís. Por eso, los temas del disco están tocados como los imaginé cuando los compuse”, redondea y, después sí, apoya el codo en la mesa, la pera en la mano, termina el té y espera las preguntas.
–Excepto Oscar Giunta, el resto de los músicos que lo acompañarán en el Ateneo no son los que están en el disco. ¿Cómo piensa resolver el cambio?
–Ellos entienden el espíritu de las canciones, basta con pasarles lo esencial y listo. Para mí es una gloria tocar con el Mono Izarrualde, a quien admiré toda la vida, y también con Martín Ibarburu, el uruguayo. No creo que se note la diferencia.
Luis Salinas y amigos..., de flamante edición, se grabó en mayo de 2004 en los estudios Nomada 57 de Barcelona y el factótum fue alguien que Salinas tampoco quiere evitar mencionar: José Reinoso, músico uruguayo y amigo personal del hombre nacido en Monte Grande, que además de tocar el piano en nueve de los 12 temas se erigió como productor espontáneo y apoyo logístico del proyecto. “En marzo, cuando presenté Ahí Va, José me comentó que estaba la posibilidad de grabar un disco en España. Mi primera reacción fue decir ‘está bien, pero ¿qué hacemos?’. Entonces le dije ‘vamos a soñar’: preparé una lista de músicos y le pedí que los convocara. Recuerdo que en ese momento yo no quería ir a España porque lo de Atocha me había pegado muy mal. Hasta le pregunté si no había manera de suspender la grabación y me contestó que no podíamos rechazar la oferta, que íbamos a quedar mal como sudamericanos y bueno, accedí. Nobleza obliga. Cuando llegué, la sorpresa fue enorme: todos habían aceptado”, cuenta. Globalmente, el trabajo destila fineza musical y transita géneros ya bien curtidos por Salinas: de la sutileza aterciopelada del vals Paseo a la sordidez de Densa esperanza, pasando por una riesgosa interpretación del tango Nada o la imprevisible zamba La Rambla. “Este tema proviene de la época en que tocábamos en la rambla en Mar del Plata, muertos de frío y tirados en la arena. Estaba todo mal para mí en esa época. Fueron momentos duros y me salió ese tema, que además fue la primera zamba que hice”, evoca.
–Sin embargo, la milonga Densa esperanza es la composición que transmite más desánimo.
–Sí. Es un tema oscuro que compuse estando peor que nunca. Lo hice en la casa de Egle Martin, en un momento en el que no sabía para dónde agarrar. Por suerte, los músicos entendieron al toque toda la atmósfera que les transmití sobre el tema y lo pudimos grabar en primera toma. No pasó lo mismo con La vuelta, el tango flamenco en el que toca Tomatito, porque el ingeniero de grabación se había puesto nervioso y nos sacó de clima. Estuvimos como cinco horas tocando en una cocina y llegó un momento en que me rayé, porque se le había ido toda la gracia a la canción. Cuando hay un tema con pocos arreglos, en el que todo es improvisación, vos no podés tocarlo muchas veces porque empieza a ponerse pesado. Al final, no pudimos grabarlo ese día: era de entrada o no era.
–Te extraño connota una carga emocional intensa. ¿Pensaba en alguien cuando la hizo?
–En mi ex mujer Silvia, la mamá de Juan. Recuerdo que nos habíamos peleado. Yo vivía solo, en un departamento de un ambiente y un día a las 4 de la mañana me levanté, agarré la guitarra y me salió eso.
–El tema Nada tiene dos rasgos que lo diferencian del resto: es el único tema que no es suyo y además está cantado. ¿Por qué lo incluyó?
–Yo siempre canto algo en mis discos. Ultimamente me rondaba la idea de hacerlo con Nada, un tango que me alucina. Pero cuando me pusieron la letra frente a mí para grabar las voces, me invadió una emoción tal que me ahogué. Tuve que parar, hacerme el boludo e irme al baño. Cuando la escuché terminada, me di cuenta de que toda esa sensación quedó plasmada en la versión grabada. Parezco ahogado. Lo canto de una manera abolerada, pero el sentimiento que me sale es muy tanguero. En principio, iba a ser el cierre del disco, pero me pareció que no podíamos terminar tan abajo.
–Entonces resulta comprensible la inclusión del bonus track, Improfunk.
–Sí: terminamos bien arriba. Se habían ido todos los españoles y quedamos los sudamericanos; nos pusimos a zapar onda Oliverio y salió eso. Recuerdo que José me dijo “¿viste loco?, se fueron los españoles y se nos cae la grasa”.
–En la lámina del disco remarca que se ha cerrado un círculo en su vida. ¿En qué sentido?
–Quise expresar que hay un abismo entre el momento en que fui por primera vez a España, allá por 1997, y el presente. En aquel momento, me invadían la soledad, el desarraigo y la nostalgia, pero hoy siento a ese país como mi segundo hogar. Aquella vez me preguntaba en el avión, ¿vale la pena viajar tanto para ser feliz? Y ahora me doy cuenta de que sí, de que todos esos viajes habían tenido sentido.
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