Dom 15.05.2005

CULTURA  › EL ESCRITOR MARTIN KOHAN HABLA DE SU NUEVO LIBRO

“Prefiero recuperar las antinomias”

Su novela Segundos afuera toma como punto de partida la pelea Dempsey-Firpo para urdir una teoría sobre los argentinos.

› Por Silvina Friera

La histórica pelea entre Jack Dempsey y Luis Angel Firpo apuntaló el mito del vencedor moral en la cultura argentina. El boxeador argentino habría ganado el combate si, en aquella noche neoyorquina del 14 de septiembre de 1923, el árbitro hubiera contado correctamente la cantidad de segundos que el campeón norteamericano estuvo tumbado fuera del ring, exactamente diecisiete segundos, siete más de los necesarios reglamentariamente para ser derrotado. La radio en Buenos Aires transmitió el match y el diario Crítica encendió la luz azul para festejar el supuesto triunfo del Toro Salvaje de las Pampas. Pero a Dempsey lo volvieron a colocar sobre el ring y en el round siguiente el que cayó y no pudo levantarse fue Firpo. La derrota fue vivida como un despojo; el ganador legítimo era el púgil argentino. El escritor Martín Kohan acaba de publicar la novela Segundos afuera (Sudamericana), en la que recupera este acontecimiento del mundo de boxeo para reflejar “la idea de la conspiración mundial que busca detener nuestra grandeza, y que está muy instalada en el imaginario argentino”. Pero en la trama que estructuró Kohan esta pelea se vuelve a contar por enésima vez en un diario de Trelew que celebra sus cincuenta años en 1973. Los periodistas de cada sección eligen un hecho notorio de 1923: el de deportes recrea el combate; el de cultura, la presentación de la Primera Sinfonía de Mahler, estrenada en el teatro Colón bajo la dirección de Richard Strauss, y alguien recuerda un extraño crimen olvidado.
“Quería trabajar sobre las relaciones entre la alta cultura y la cultura popular, en contra de la premisa de que esas dos dimensiones culturales dialogan, se impregnan y se contagian”, le dice Kohan a Página/12. “Yo prefería trabajar con la idea contraria: no dialogan, no se entienden y no se comunican”, aclara el escritor y profesor de teoría literaria en la Universidad de Buenos Aires, autor de las novelas La pérdida de Laura, El informe, Los cautivos y Dos veces junio.
–¿Por qué plantea que no pueden dialogar?
–Esta es una época en la que se matiza cualquier tipo de posición más o menos exasperada para mostrar que las fronteras no son tan nítidas. Estoy bastante agotado del mecanismo sistemático de la matización. En épocas muy crispadas con debates o posiciones muy radicalizadas, matizar y atenuar puede ser necesario, pero en una época tan lavada, sin posiciones fuertes, sin perspectivas más o menos definidas, donde todo ya está matizado, agregar más atenuaciones me cansa. Prefiero recuperar las antinomias, con todo lo que puedan tener de reductivas o simplificadoras. La alta cultura y la cultura popular son capas sociales, ideológicas y culturales distintas y hasta opuestas.
–Sin embargo, se puede pensar que Dempsey-Firpo y Mahler-Strauss se mueven en un ring de boxeo, aunque uno sea real y el otro metafórico.
–Es cierto, pero esa es la parte en que los personajes de la novela hacen lo que quieren. Uno premedita y dispone una cantidad de cuestiones, pero después hay una dimensión que realmente se te escapa, y no se ven todos los efectos y las capas de lectura posible de lo que uno escribió. Pero no es una escritura que trabaje a favor de esos pasajes, en todo caso la novela plantea una tensión entre el corte drástico y la comunicación. Sí pensé en enlaces respecto de quiénes cometen los delitos y la atracción que un mundo puede ejercer sobre otro a través de los personajes.
–¿En qué consiste la figura del vencedor moral?
–Es una idea muy fuerte en nuestra cultura, porque nos pensamos como un país privilegiado que siempre pierde. Esta figura la trabajé con San Martín en la entrevista de Guayaquil: Bolívar es el héroe latinoamericano de la independencia y San Martín es el vencedor moral, es el que tuvo la modestia, el que no tuvo ambición de gloria y el que supo dar un paso al costado. El argentino pierde en los hechos y gana moralmente, como en Malvinas. Firpo-Dempsey es un momento de esta saga que yo armaría, y que incluye Malvinas: perdimos la guerra, pero las islas son nuestras.
–Se podría llevar esta idea a la literatura: a pesar de que Borges fue siempre candidato al Nobel y no lo ganó, aparece como un vencedor moral.
–Sí, lo candidateaban cada año y lo postergaban. La idea es que a Borges no lo dejaron ganar el Nobel, y por eso es para los argentinos un vencedor moral. Así como Maradona es el héroe nacional del fútbol, Borges es nuestro héroe en la literatura, pero despojado de su Nobel.
–¿Percibe a la literatura como un campo en el que prevalece la resistencia o la dominación?
–Es un campo de resistencia muy ineficaz por el lugar social que ocupa. En ciertos tipos de textos, por cómo representan el mundo o por cómo trabajan el lenguaje, se pueden encontrar formas de resistencia y de réplica. Pero si no hay lectura y circulación de los libros, por mucho que uno encuentre una potencia reactiva fuertísima en el lenguaje de tal escritor, si no es leído, el alcance sobre la sociedad es mínimo y nulo.

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