Mar 05.07.2005

CULTURA  › III JORNADAS DE CULTURA Y DESARROLLO SOCIAL

“El arte comunitario es casi un acto revolucionario”

El director Claudio Pansera explica el sentido de estos encuentros, que vinculan trabajo artístico y actividad comunitaria.

Por C. H.

Narradores y payasos que visitan hospitales, geriátricos y comedores comunitarios, talleristas que enseñan teatro, danza y artesanías en cárceles o institutos de menores y entusiastas que organizan grupos vecinales de teatro, cine, música o títeres, todos ellos tendrán la oportunidad de compartir sus experiencias con vistas a mejorar sus estrategias de trabajo. Bajo el lema “Pensar el desarrollo como una dimensión cultural y la cultura como un factor de desarrollo”, desde ayer hasta mañana tienen lugar las Terceras Jornadas de Cultura y Desarrollo Social organizadas por la revista Artes Escénicas, juntamente con el Frente de Artistas del Borda, la Red Nacional de Profesores de Teatro y la Red Magdalena Latina, entre otras instituciones dedicadas a aunar el trabajo artístico y la actividad comunitaria como herramienta para la transformación social. Los encuentros (cursos, charlas de capacitación, mesas de trabajo) se realizan en el Centro Cultural General San Martín, con entrada libre y gratuita, a partir de las 9.30 y hasta las 19.30.
“Al tomar contacto con estos proyectos, me daba cuenta de que estaban trabajando en forma muy aislada y con escasas posibilidades de evolucionar en sus desarrollos –cuenta Claudio Pansera, director de Artes Escénicas, en una entrevista con Página/12–. Así fue que pensamos en organizar un encuentro presencial entre todos ellos, para intercambiar experiencias.” Aquella reunión inicial que congregaría a una docena de grupos debió cambiar de formato por obra del boca a boca: “En diciembre del 2003 abrimos la convocatoria y se acercaron 73 proyectos de 11 provincias argentinas y 3 extranjeros, provenientes de Venezuela, Paraguay y España. Hubo talleres, exposiciones y videos. El encuentro acercó a un montón de gente que estaba en lo mismo y pudo ver que se podía trabajar en conjunto”, sintetiza el director. El resultado de las primeras jornadas fue la creación de la Red de Cultura y Desarrollo Social que, en principio, surgió como un grupo de comunicación entre los participantes y que hoy cuenta con unos 320 miembros.
–¿Qué cambios se produjeron el año pasado, en la segunda edición de las Jornadas?
–Para el 2004, la difusión fue mucho mayor. Se acercaron 250 proyectos, y además de los argentinos hubo muchos del Mercosur y también de España y República Dominicana. Se organizaron talleres de capacitación artística y de gestión, en base a los pedidos de los grupos. Lo novedoso fue el lanzamiento del Día del Arte Solidario –lo fijamos arbitrariamente el 7 de julio– para generar visibilidad sobre este tema, además de producir el encuentro en red: en 12 ciudades del país se realizaron acciones culturales simultáneas, espectáculos en lugares de la comunidad -hospitales, comedores, escuelas– o en salas, trabajos de reflexión en aulas sobre la importancia del arte en la vida de una comunidad. En total, calculamos que hubo cerca de 10.000 espectadores.
–¿Qué expectativas tiene para esta nueva edición?
–Tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo se ve un crecimiento notable. Si el año pasado hubo 12 ciudades que festejaron el Día del Arte Solidario, este año habrá 100 más. Incluso siguen llegando adhesiones. Entre ellas, hay 59 municipios brasileños, 2 departamentos uruguayos y 8 provincias argentinas con gran cantidad de ciudades. Y esperamos que ahora, entre el 4 y el 6, se presenten unos 350 proyectos y asistan unas 1500 personas. Por otro lado, pasamos de lo estadístico a generar material teórico a través del análisis de los proyectos. Hicimos un convenio con el CHITT (Centro de Historia Investigacion y Teoría Teatral que dirige Jorge Dubatti) y formamos un equipo de 11 investigadores para comparar y analizar 43 proyectos.
–¿A qué conclusiones llegaron?
–Creo que lo más importante es identificar al arte comunitario como uno de los movimientos sociales que emergieron en los últimos años de la Argentina en crisis. Esto no quiere decir que ignorábamos que estas actividades existían antes, sino que analizamos su resignificación ante un contexto cambiante y crítico. Y creo que este movimiento, al que también podemos nombrar como Cultura y transformación social o Cultura para el desarrollo social, tiene muchas características que lo definen. Algunas de ellas son la creación colectiva, la participación intergeneracional y el rescate de la historia local o regional. El arte comunitario reafirma la identidad de los individuos que están excluidos o al borde del sistema y, por otro lado, permite crear, imaginar nuevos modelos y soñar un futuro distinto. Es casi un acto revolucionario.

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