“Este premio es un paso al futuro, no lo esperaba para nada, y siento que es sobre todo un reconocimiento a la poesía que surge de las entrañas de nuestra lengua y de nuestra región.” Estas fueron las palabras del poeta Juan Gelman al recibir ayer de manos del presidente chileno, Ricardo Lagos, el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2005. El evento se llevó a cabo en el Palacio de la Moneda (Santiago de Chile) e hizo pública la decisión unánime que había tomado el 12 de marzo un jurado compuesto por José Manuel Oviedo (Perú), Mempo Giardinelli (Argentina) y Hernán Loyola (Chile).
El escritor galardonado sostuvo que recordar a Neruda en estos tiempos es necesario, ya que el Nobel chileno “nunca perdió su fe en una humanidad mejor, porque sabía que no vale la pena mirar un mapamundi en el que no figure el país de la utopía”. Y agregó que la poesía del chileno perdurará porque “fue escrita con sangre para ser escuchada por la sangre. Alumbró mi vida y la de mis hijos y alumbrará a los hijos de mis hijos, ya que su belleza construye la materia de este mundo”.
Por su parte, Lagos afirmó que se trata de una distinción que demuestra que Chile está empezando a reconocer a los intelectuales valiosos de nuestra lengua. En la misma tónica, agregó que Gelman “es un hombre de su tiempo, vinculado a la actividad política y al periodismo en su país y una voz respetada en toda América, que conoció el rigor y la injusticia del exilio”. Aclaró además que, a pesar de todos los dolores que tuvo que enfrentar, Gelman no se rindió nunca y los problemas “no mataron, sino que vivificaron su obra hoy inscrita en el gran cielo de la poesía”. Según el mandatario chileno, “en Gelman y Neruda se entrelaza la forma de mirar, sentir y amar una América nuestra”.
El Premio de Poesía Pablo Neruda –que fue instaurado en 2004 en el marco de las celebraciones del centenario del nacimiento del Nobel chileno– está dotado de 30.000 dólares y distingue anualmente la trayectoria de un autor cuya obra se considera un aporte notable al diálogo cultural y artístico de la región. De acuerdo con estas premisas, el reconocimiento a Gelman se entiende por la heroica búsqueda de su hijo, su nuera y su nieta –secuestrados por la dictadura– y por su ejercicio coherente y talentoso de las letras. De acuerdo con las palabras del jurado, “el gran vínculo de su obra con la cultura popular y el carácter original, riguroso y conciso de su creación” son las razones que ameritan la entrega del premio al argentino.
Después de haber sufrido un exilio de doce años –durante los cuales tuvo a distintos lugares de Europa como lugar de residencia–, el poeta nacido en 1930 en el barrio porteño de Villa Crespo volvió a la Argentina para proseguir la búsqueda de sus familiares y acusar la corrupción y el autoritarismo de la clase política del continente. Se ha establecido más recientemente en México, desde donde sigue alimentando el caudal de su obra. Sus escritos han sido traducidos a más de diez idiomas y le han valido numerosos reconocimientos, entre los cuales se cuentan el Premio Nacional de Poesía (1997), el Premio Juan Rulfo (2000) y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (en mayo de 2005).
En su obra poética se destacan Violín y otras cuestiones (que publicó tempranamente en 1956 y contó con el apoyo entusiasta de Raúl González Tuñón), El juego en que andamos (1959), Cólera Buey (reeditado en 1994) y Relaciones (1973), entre otros títulos.

Informe Facundo García.