Mar 09.07.2002

CULTURA  › LA CULTURA Y EL 9 DE JULIO.
UN DEBATE SOBRE EL VALOR DE LA IDENTIDAD EN LA ARGENTINA DE HOY

“Esta es una Independencia nominal”

El Movimiento Argentina Resiste (M.A.R.) propone para hoy una programación gratuita de cultura y espectáculos. Los integrantes del movimiento Teatro por la Identidad, reunidos por Página/12, polemizan sobre el valor actual de un día como el 9 de Julio.

“Hay imperios que pierden sus colonias y hay colonias que pierden su imperio cuando dejan de serles necesarias a éste.” La reflexión de Arturo Jauretche pone el dedo en la llaga, en la herida más lacerante para el país que, según las efemérides y los manuales de historia, “celebra” un aniversario más de la independencia nacional. “Tengo 74 años y me tragué toda la mentira histórica que me enseñaron en la primaria, no sé qué representa esta fecha porque me pregunto de qué independencia hablamos”, confiesa Alba Lanzilotto, secretaria de Abuelas de Plaza de Mayo. Ariel Barchilón, autor de El Manchado, pieza que participa en Teatro por la Identidad (ver recuadro), dice que el 9 de Julio es un anhelo, algo que todavía no existe. “La nuestra es una independencia nominal: tiene signos, símbolos, pero detrás de ella no hay acciones que la transformen en una realidad.” Si para Jauretche “descubrir las zonceras es un acto de liberación”, la lucha de las Abuelas, maestras en la destrucción del arte de la mentira, no se agota en la recuperación de los chicos que siguen viviendo bajo la máscara de una identidad aparente.
Además de Lanzilotto y Barchilón, participaron en un debate convocado por Página/12 Luis Rivera López, Cristina Merelli y María Figueras. La idea central fue analizar como cómo influye la independencia, todavía nominal a 186 años de su declaración formal, en la construcción de identidades. Merelli, autora de Vengo por el aviso, contó que siempre asoció esa fecha histórica con las palabras libertad y dignidad. “Sin embargo, siento que vivimos en la prehistoria del 9 de Julio porque estamos sometidos y esclavizados.” Los chistes son instrumentos sociológicos ineludibles a la hora de analizar y reflexionar sobre los problemas endémicos del país. Uno de ellos afirma que “los argentinos no descienden del mono sino de los barcos”.
Lanzilotto se sumergió en esta concepción para dilucidar por qué el argentino no tiene identidad o, en caso de tenerla, para vislumbrar las causas por las cuales esa identidad se parece a un puñado de arena perdida entre los dedos. “La mayoría dice que proviene de familias españolas o italianas. Entonces los argentinos venimos de los barcos, de algo que se mueve, que no tiene anclaje o raíces fijas en la tierra. Pero los argentinos también descendemos de los aborígenes. Los que nos enseñaron la historia, los políticos y la intelligentzia, siempre han vivido con los ojos puestos en otros países, especialmente los europeos. Ningún argentino se quería parecer a los países latinoamericanos como Brasil Perú o Bolivia. Había que imitar a Francia y hablar francés. Nos metieron todo eso en la cabeza y han hecho tal cóctel que no sabemos de dónde venimos —grafica Lanzilotto—. Por eso a las Abuelas nos parece que los países que no tienen identidad son como hojas al viento. Los chicos apropiados son un ejemplo de cómo les han hecho perder su identidad y los han llevado para donde querían los apropiadores.”
La actriz María Figueras, que protagonizará el monólogo Instrucciones para un coleccionista de mariposas, escrito por Mariana Pérez (hija de desaparecidos que hace dos años se reencontró con su hermano apropiado), admite que durante los ensayos de la obra, dirigida por Leonor Manso, pudo reconocerse en la historia de Mariana. “Mientras haya chicos que desconocen sus orígenes todos estamos a la deriva y la única posibilidad es que reine el caos”, comenta la actriz. “Por eso esta unión, Teatro por la Identidad, funciona tan bien. Los actores y los directores transitamos por diversas identidades para experimentar si encontramos alguna que nos quepa”, sugiere Rivera López. Las preguntas sobre el pasado, todavía sin respuestas definitivas, regresan una y mil veces con el mandato de articular un hilo conductor para evitar la repetición de las aberraciones cometidas.
“Tenemos una identidad muy frágil y bombardeada, construida históricamente sobre el exterminio –precisa Barchilón–. Se exterminó primero a los indios, luego a los gauchos y, en la década del ‘70, a loshijos de las Abuelas de Plaza de Mayo. A partir del último genocidio, la ausencia de los desaparecidos comenzó a constituir un nuevo tipo de identidad para un sector de la sociedad argentina. El problema es que tenemos una identidad falseada y confusa. No podés definir bien qué es ser argentino, pero intuís que algo es.” Barchilón relaciona este problema estructural con el trabajo que realiza el teatro en particular. “En este ciclo pensamos la identidad a partir de la ausencia, vinculada con un poder, que aniquiló identidades, las robó y las maquilló, como la de los niños apropiados, que están vivos biológicamente pero no lo están en relación con su propia historia familiar y social”, aclara el dramaturgo.
Lanzilotto considera que la restitución de la identidad de los chicos es un paso esencial hacia la identidad del conjunto de los argentinos. “Las personas saben que a toda madre o abuela, incluso aquellas que tienen una ideología de derecha, que les roban un hijo o nieto, inmediatamente lo salen a buscar hasta el último día de su existencia. Reconocen la importancia de que ese hijo conozca quiénes son sus padres”, subraya la secretaria de Abuelas de Plaza de Mayo. Barchilón bucea en la epidermis de la historia argentina y recuerda una masacre etiquetada bajo el eufemismo de Campaña del Desierto: “El general Roca mató a 20.000 indios en 6 meses. Poca gente sabe que fueron tantos y que mataban a las mujeres y a los niños”. Sin duda esta metodología fue el preludio de los siguientes exterminios, por el modo deliberado de sacrificar las vidas de los sobrevivientes. “Los niños que se salvaron fueron sacados de la Patagonia y repartidos en todas las provincias del norte, separados de sus hermanos para destruirles la lengua y la identidad. El poder tiene la capacidad de construir identidad destruyendo otras. Esto hizo la dictadura en términos ideológicos –compara Barchilón–. La justificación que utilizaban para sustraer a menores era que los salvaban de la perversión de sus familiares subversivos.”
Figueras observa que, por estos motivos, la identidad de su personaje está en carne viva. “Mariana estuvo buscando a su hermano durante toda su vida, junto con sus abuelas y abuelos. Se llama Guillermo, según los apropiadores. Para Mariana y sus padres su nombre es Rodolfo. Ella escribió su propia historia para hacer una catarsis, similar a la de las tragedias griegas. A través de una coleccionista de mariposas, la autora narra cómo se reencuentra con su hermano y cómo deja libre a ese hermano imaginario, que la acompañó durante toda su infancia y adolescencia”, anticipa Figueras. “La diferencia con la tragedia griega, que se origina en fuerzas o dioses imponderables, es que la tragedia argentina fue sistemáticamente organizada por personas que suponíamos semejantes a nosotros. La planificación alcanzó grados de perversión tan terribles que se sintetiza en el dolor de los chicos apropiados que, en los casos que no fueron maltratados por sus apropiadores, sienten que deben agradecerles algo. Así viven en una permanente contradicción. Los militares han planificado el sufrimiento de nosotros para siempre”, advierte Lanzilotto. El porvenir, a veces más nítido o más lúgubre, se presenta como una batalla cotidiana contra la impunidad. “Los enemigos tienen casi todo el poder. Nosotros podemos ejercer el otro pedacito pero tenemos que trabajar mucho para extender esa porción. El poder de la gente es todavía pequeño porque las opiniones están muy divididas”, apunta Rivera López.
“La clase media conoce que el proyecto social y económico para el país es la pobreza y expropiación de los bienes. Transitamos por un momento de gran negatividad pero justamente en esas situaciones se construye identidad. Los pueblos han fortalecido sus identidades en las guerras, en las pestes o en los exilios. También hubo pueblos vencidos que desaparecieron. Eso podría suceder en Argentina porque tenemos una identidad muy frágil”, explica Barchilón. Por otra parte, Lanzilotto piensa en la palabra poder desde la perspectiva del hacer. “Creo que se logró que salgan a la calle los que antes estaban mirando lo que pasaba por la televisión. Tenemos la obligación de que esos pequeños poderes sehagan realidad en un mayor número de personas. Los enemigos están unidos y no se hacen muchos problemas como nos hacemos nosotros. Las Abuelas y las Madres, que hemos sido víctimas de desencuentros, debemos conseguir que todos puedan ejercer su cuota de poder. La educación y el conocimiento son armas que sirven para pelear”, concluye la secretaria de Abuelas.

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