CULTURA
• SUBNOTA › SUSANA CELLA *
La libertad contra la falsedad
Los cuarenta y cuatro años que vivió Antón Pávlovich Chéjov están signados por dos significativas fechas: nacido en 1860, un año antes de la abolición de la servidumbre, vivió los conmocionados tiempos que culminaron, un año después de su muerte, con la revolución de 1905. Estudió medicina al mismo tiempo que ganaba dinero escribiendo cuentos cómicos para periódicos. Aunque se ha hablado de un primer Chéjov humorista y un segundo melancólico, se trata más bien, como dijo Vladímir Korolenko, de “una alegre tristeza” en narraciones despojadas de exaltaciones románticas, desbordes emocionales o hechos extraordinarios, para en cambio mostrar, objetiva y ascéticamente, un trozo de vida, una escena aparentemente trivial cuyo sentido trágico está contenido y puede manifestarse ante un mínimo desencadenante.
Con el largo relato La estepa, Chéjov pareció abandonar la inicial ligereza y humor, pero la incursión por cierta sátira leve, la mirada no exenta de comicidad aunque cargada de pesar y aun algunos matices fantásticos, continuaron en sus más de doscientas narraciones breves compiladas en volúmenes como Las leyendas de Melpómene, Cuentos multicolores o En el crepúsculo. Escritor consagrado, ganador del premio Pushkin, miembro de la Academia, pese a su persistente enfermedad, no dejó de ser médico y de ocuparse de la suerte de mujiks y prisioneros. En su cualidad de autor incorporado a la gran tradición realista rusa, dejó grabado su testimonio y su aspiración: “Lo más santo para mí es el cuerpo humano, la salud, la inteligencia, el talento, la inspiración, el amor, y la libertad absoluta contra la fuerza y la falsedad en cualquier forma en que se expresen. Esta es la plataforma a la que suscribiría si fuera un gran artista”.
* Escritora. Profesora de la cátedra de Literaturas Eslavas de la UBA.
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