Desde agosto, el canal de la Ciudad añadirá la estructura de programas a su marco actual de sucesión de imágenes, testimonios de vecinos, escenas cotidianas.... En Propiedad Horizontal, la cámara se infiltra en un edificio de departamentos para recorrer los pasillos, la portería e interiores con una pulsión previa al reality: husmear por la ventanita. Alguien es un seguimiento a un día en la vida de un vecino (el mozo del bar La Embajada, para empezar), pero con un agregado: el narrador es él mismo viéndose en un monitor, adelantando y apurando la trama cuando lo cree conveniente. A los formatos con famosos (Yo-yo, El Helecho y El Tachero, ver nota), se agrega La vuelta al perro, un recorrido en auto junto a un grupo de jóvenes que se pasea por Buenos Aires y la mira por la ventanilla, en busca de diversión. Caja boba es el ciclo que se propone como más experimental, al exhibir videos amateurs y hacer oír sets de música electrónica a cargo de jóvenes artistas porteños. Y Flash es apenas la puesta en el aire de fotos y mensajes personales del público comentados por un relator, sin cámaras ni edición. En Pantalla Abierta habrá un espacio dedicado a exponer la obra de jóvenes videastas de todos los géneros, y Perdido en Buenos Aires, para terminar, buceará en la ciudad vista por los ojos de un turista en paseo accidental. “Programación para espectadores activos, que genera contenidos desde la necesidad social de expresión. La limitación de recursos no es una excusa aceptable”, argumentan sus directores.