Dom 09.01.2005

CULTURA • SUBNOTA

Algunas palabras de admiración

Guillermo Saccomanno
Chile sin sol

Me acuerdo que en la última bienal de la historieta de Córdoba, durante la dictadura, el Negro Fontanarrosa decía que no era una muestra sino una encerrona, que ya nos tenían a todos ahí. El viejo Breccia y Oski estaban sentados a una mesa larga con vino, adonde se acercaba el público a pedir dibujos. Entonces una mujer chilena le pidió a Oski un dibujo y él hizo una especie de cordillera. Ella le preguntó si era Chile, cuando él le dijo que sí, que era Chile, la mujer le señaló que al dibujo le faltaba el sol. Pero Oski le respondió que no podía hacer el sol. Era claro que no podía por la dictadura de Pinochet.
Creo que es el gran padre de muchos, es el gran maestro de todos los dibujantes argentinos, y lo que es interesante en el caso de Oski es cómo puso al dibujo en función de una crítica cultural, como en la Vera historia de Indias, o cómo se toma en joda la medicina o el deporte, y lo hace de manera absolutamente sacrílega, y es ahí donde abrocha lo que hacía con César Bruto, Carlos Warnes, esa experiencia de lenguaje que irritaría a cualquier Congreso de la Lengua. En términos de la ilustración y el dibujo es el equivalente a Breccia: lo que hizo Breccia violentando el margen de los géneros, Oski lo hizo con el dibujo. Es el padre de Quino y el abuelo de Rep.

Carlos Trillo
Bajo la superficie

Oski era un tipo maravilloso, un humorista de un refinamiento inolvidable. Al principio era un descendiente de Saúl Steinberg, pero se separó rápidamente de esta influencia; mientras Steinberg avanzaba hacia lo figurativo, Oski se volvía más representativo de una realidad que él veía con ojos muy particulares. Era un humorista de situaciones, y no de chistes; además ostentaba una precisión que asustaba porque te mostraba una escena de la conquista americana y no podías dejar de suponer que había sido así, con los gatos famélicos que corrían por debajo de la mesa. Era un fino observador que iba más allá de la superficie de las cosas. El humor con los objetos lo hizo menos conocido como humorista, porque nunca practicó con facilidad y felicidad el chiste, que no es lo mejor de su obra.
Una de las cosas más grandes que hizo fue la dupla con César Bruto en la revista Rico Tipo, en las secciones Versos & Notisias (sic) y Gran diario de todo lo miércoles (sic), con las viejas conventilleras de la cuadra y un restaurante en donde envenenaban a los parroquianos con “la albóndiga enbrujada”. En esa sección de Versos & Notisias salió una de las grandes joyas del humor argentino. Ellos contaban en tres cuadritos con epígrafe toda la historia del Quijote, para gente que no quería leerlo. Oski era un tipo de una enorme cultura. Estábamos preparando una historieta, que la iban a dibujar entre él y Alberto Breccia, pero Oski murió. Habíamos elegido un cuento de Poe, La caída de la Casa Usher; a Oski le tocaba dibujar todo lo que estaba vivo, a Breccia todo lo que estaba muerto.

Roberto Fontanarrosa
Una línea cuidadosa

Oski era un tipo muy cercano al deporte, creo que había jugado al rugby. El contaba siempre que cuando vivió en Chile la policía le había requisado la casa porque los vecinos estaban asustados; escuchaban un ruido molesto, como si fuera una imprenta clandestina. Pero era Oski, que se había comprado una bicicleta fija y se la pasaba pedaleando. El Negro Caloi dice que casi todos nosotros, los dibujantes, tratamos que las figuras humanas o animales tengan gracia, pero que no hacemos lo mismo con una silla, una mesa o con otro tipo de objetos.
Lo significativo en Oski es que sus figuras inanimadas también resultaban muy graciosas. Siempre me causaron mucha extrañeza sus dibujos porque son muy expresivos y, sin embargo, no le hacía pupilas a los ojos, que es una de las partes más importantes, pero no sé cómo carajo había adoptado esa característica sin perder la expresión. Era un tipo que nos miraba al Negro Crist y a mí y decía: “Puta que se ganan fácil la vida estos”. Oski era un dibujante de línea lenta, cuidadosa, aunque con sus figuras lograba hacer pensar que era un dibujo muy espontáneo, sin lápiz abajo, no tenía una impronta rápida. Me gustaba como persona, era gracioso, un viejo malo: a la gente que no quería la hacía mierda. Era muy ácido e irónico.

Pablo De Santis
La rima gráfica

Cuando ilustraba un texto, Oski decía que hacía “versiones”; un término que corresponde a la escritura y no a la ilustración y que no es casual, porque en Oski hay algo de escritura: los trazos fingidamente torpes y a la vez minuciosos, la presencia de líneas en el dibujo (las olas del mar, los surcos de la tierra), el gusto por las rimas gráficas (esas formas que se repiten y que dan coherencia a su mundo). Oski trabajó casi siempre sobre textos anteriores (la Vera historia de Indias, la Vera historia del deporte, los Comentarios a las tablas médicas de Salerno), e inclusive cuando hizo su única tira (Amarroto, para Rico Tipo) ésta era su versión de un tipo de humor del que estaba a años luz: el humor de los “tipos”, donde un mismo personaje repetía en distintas circunstancias idéntico comportamiento, como Fallutelli, Fúlmine o El otro yo del Dr. Merengue.
Hay un reportaje fantástico de Juan Sasturain, donde Oski recuerda que uno de sus primeros trabajos consistía en hacer láminas educativas, y que él quería dibujar algo al estilo Salinas, con su perfección y detalles, y que le salían mal las cosas, sobre todo las patas de los caballos. En su Vera historia del deporte, Oski trabajó con un texto menos cruel que el de los cronistas de Indias o el de los antiguos métodos curativos de Salerno; y por eso parece doble el heroísmo de estos deportistas al ejecutar hazañas con esas piernas tan flacas y con esos brazos finitos que quieren ser letras.

Miguel Rep
Lejos de Disney

Hay, por lo menos, dos maneras de presentar a alguien que uno admira. Una es habiéndolo conocido. La otra es no habiendo tenido esa suerte. Con Oski (Oscar Conti, Bs. As. 1914-1979) me toca esta última posibilidad. Esta lamentable falta de trato, definitivo, lejos de invitarme a un prólogo objetivo, me lleva a ser lo más subjetivo posible. Porque subjetivo es el arte.
A mí Oski se me impregnó de costado. Nunca lo copié como quien dice pongo el libro ahí y lo copio. No. Pero se me metió sin ruido, sin pasiones. Como una religión en plena infancia. Y nunca logré salir de allí. Ni quiero. Para mí Oski es un abuelo mítico, de esos que mueren antes de uno nacer. Sé que si el Maestro no hubiera existido, yo estaría recreando la línea Disney, esclavo de la formita, del trazo prolijo y perfecto, de las redondeles demagógicas.Y no fui el único, claro. Lo vemos en Landrú, en Sendra y hasta en la letra Q de la firma de Quino: es idéntica a la O de Oski.
Vera historia del deporte. Esto que tenemos entre manos es donde el genio se defiende solo, por los siglos de los siglos. Amenlo.

* Fragmento del prólogo de Vera historia del deporte.

Nota madre

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