Sáb 02.04.2005

CULTURA • SUBNOTA  › OPINION

Redención de los discriminados

Por Silvia bleichmar *

Leámosle El patito feo a un niño de tres años: si es ético, si es capaz de identificarse con el sufrimiento ajeno y sentir dolor por la suerte de los menos afortunados, escuchará con curiosidad y pena el relato, gozando feliz, al final, de que el pobre pato haya encontrado su destino de cisne. Pero si se lo leemos a un niño de siete, ocho o nueve años, el sufrimiento será de otro orden y el desenlace devendrá esperanza. Porque todo niño, cuando sale de la primera infancia, cuando se fractura la imagen maravillosa que los primeros años de amor de sus padres le producen, es un pato feo, disconforme consigo mismo, intentando recomponer de uno u otro modo esa representación perdida de sí mismo que, trabajosamente, intenta rearticular de modos diversos a lo largo de la vida. Si la infancia racional, aquella que tiene acceso a la alteridad y al reconocimiento de la diferencia, impone siempre un sufrimiento que sólo se mitiga sin nunca resolverse, encuentra de todos modos paliativo en el amor que identifica y recupera la imagen de sí en la mirada del otro.
Pero imaginemos ahora a un patito, transmigrado y llevado a otra cultura, adoptado por otra “especie” cuya estirpe social no sea metabolizable por el grupo de pertenencia, que el día que se mire en el espejo de los suyos –a diferencia del personaje de Andersen, cisne maravillosamente blanco y volador– los vea con la mirada identificante que la cultura de dominancia impone; este patito sufrirá siempre el color de sus plumas, la forma de sus ojos, el movimiento de sus patas...
Tenía que ser un hijo de zapatero, pobre y sin educación, sensible y ávido de reconocimiento en una sociedad jerarquizada, en la cual la riqueza distribuía no sólo bienestar sino emblemas, quien pudiera escribir este cuento maravilloso en el cual se siguen reconociendo generaciones de niños y que devino un paradigma de la redención de los discriminados. Un hijo de zapatero que tuvo al rey de Dinamarca en su entierro y que se reencontró con su imagen de cisne antes de ser velado en la Catedral de Copenhague.

* Psicoanalista.

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