DEPORTES › EL JUVENIL DE 18 AÑOS LLEGO A LA SEMIFINAL DEL TORNEO JUNIOR EN PARIS
El pibe de Bahía Blanca se dio el gusto de eliminar al mejor juvenil del mundo, el australiano Tomic, en sólo dos sets.
› Por Eva Milla
Ni siquiera él mismo esperaba llegar tan lejos, pero el junior Guido Pella es el último representante de la Legión Argentina en Roland Garros y ha logrado lo que no consiguieron los más veteranos: colarse en semifinales desde la clasificación ganando al primer cabeza de serie. “Llegaba con expectativas medio bajas. Pensaba pasar inadvertido, pero me preparé con ayuda de psicólogos para hacer esta gira increíble”, explicaba sin embargo tras su victoria ante el australiano Bernard Tomic, número dos mundial con sólo 15 años, 7-6 (7-2), 6-3.
El argentino, nacido hace 18 años en Bahía Blanca, tuvo que disputar dos encuentros de la fase previa para meterse en el torneo, antes de ascender vertiginosamente. Pero ante Tomic empezó nervioso. “Pensé que, si seguía así, iba a pasarme todo el partido corriendo como un loco. El parecía relajado y yo pensaba ‘¿pero cómo puede estar tan tranquilo en unos cuartos de final de Roland Garros?’”, comentaba, satisfecho con la “confianza extra” que le dio deshacerse del gran favorito.
Una semana antes de Roland Garros, Pella había ganado el torneo Bonfiglio, en Italia, aplastando por el camino con un doble 6-0 al segundo cabeza de serie en el polvo de ladrillo parisino, el mexicano César Ramírez, con el que podría encontrarse si se llega a la final.
Pero el tenista zurdo no esperaba llegar tan lejos después de una temporada en la que le faltaba moral para ganar partidos. “Era entrar a la cancha y no tener ganas. Me desesperaba en cuanto me quebraban y aunque entrenando estaba bien de tenis, mentalmente necesitaba ayuda”, contó. “Me ponía a jugar con mi hermana o un amigo y perdía. No podía bancarme el partido, me quebraban el saque y me desesperaba.” Y siguió: “Tres días antes de venir a Roland Garros, seguía perdiendo y perdiendo. Me fui a Ezeiza habiendo perdido 6-0 contra un chico que no debía haberme ganado. Pensé: ‘Que sea lo que Dios quiera’”, sostuvo.
Con ayuda y el apoyo de su familia, el número 615 del ranking ATP ha logrado, sin embargo, salvar el honor de la Legión Argentina, cuna de especialistas en polvo de ladrillo, que se quedó sin ninguno en el cuadro principal al caer en tercera el desconocido Eduardo Schwank, tras la eliminación del cordobés David Nalbandian.
“Responsabilidad no siento –alegaba–. Al llegar aquí no me conocía nadie, no tenía que demostrarle nada a nadie. Quería ver cómo estaba respecto del resto de juniors y la verdad es que me encontré un nivel más alto del que esperaba”, añadió.
El argentino de rizos rebeldes, que recibió en plena conferencia de prensa la llamada de felicitación de su padre, no parece impresionado por quién pueda estar atento a él, como el entrenador del también zurdo Rafael Nadal, su tío Toni, que miró su partido desde la tribuna.
“Venía a demostrarme a mí y a varias personas más que puedo estar ahí”, decía Pella, protagonista de un desencuentro con los dirigentes del tenis argentino por afirmar que no se preocupan de los juniors. Ahora buscará una plaza en la final ante el polaco Jerzy Janowicz, duodécimo clasificado, que ganó después al búlgaro Grigor Dimitrov, cabeza de serie Nº 14, 6-4, 3-6, 6-3. Agotado por el esfuerzo, Pella luego perdió los cuartos de final de dobles con su compatriota Juan Vázquez Valenzuela ante los franceses Julien Obry y Adrien Puget 6-4, 6-4.
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