En un partido muy entretenido que Arsenal comenzó como para la hazaña e Independiente dio vuelta dominante para terminar sin sobrarle nada, el puntero resolvió un trámite que hasta la media hora resultaba imprevisible. Ahora espera –mirando desde arriba– a sus perseguidores.
El Arsenal de Burruchaga se plantó con inteligencia y actitud desafiante, atorando a Independiente y con la celeridad mental necesaria para aprovechar al máximo los momentos favorables y pegar. Y así fue. Repentinamente Arsenal llegó al gol con dos toques perfectos: pelota vertical al borde del área que toca de primera el lúcido Silvio “Pulpo” González hacia la izquierda y Javier Morales que resuelve con toque cuidado. Dos minutos después, se duerme Franco en la salida, el Pulpo lo apura, se la quita y resuelve con categoría. Silencio en la noche.
Pero eso fue casi todo por parte del visitante. Porque Independiente hizo dos cosas: por un lado, los del fondo “ablandaron” a González con un par de patadones; por otro, el equipo comenzó a funcionar –vía Montenegro e Insúa– y a crear situaciones. Así hubo dos disparos de Montenegro, un tiro libre de Domínguez y llegó el gol de Pusineri tras gran jugada de Silvera (que había tenido un mano a mano) y después el penal inventado por Martín que concretó sobre el final del período Insúa con precisión.
Era claro lo que se vendría y se vino: el aluvión rojo. A los seis, cabezazo de Silvera tras largo centro y después, la parsimonia. Arsenal parecía muerto pero avisó a los veinte y se hizo de ida y vuelta, con el Rojo esperando para matar de contra. Pero no hubo más.