DEPORTES
› OPINION
Poder contra el poder
Por Diego Bonadeo
No pasó con el fútbol en el mundial de Corea-Japón. Pero pasó y está pasando con el hockey femenino, el básquetbol en el mundial de Indianápolis, el golf en el calendario internacional, el rugby en los últimos test-matches contra las potencias del mundo, José Meolans con su costumbre de podios en natación, los tenistas en cuanto torneo aparece y, en estos días, pasó con el vóleibol.
Pareciera que tanto en el deporte como en algunos aspectos de la cultura –dicen los que entienden que tanto en el cine, como en el teatro, la literatura y la música, por ejemplo, hay fenómenos muy gratificantes– existen muchos más argentinos que no aceptan entregarse a la crisis. También pasa –superlativamente, y en buena hora– con la enorme cantidad de encuentros solidarios, agrupados o no en ONGs, que piensan primero en los demás. Lo mismo con el fenómeno generalizado de empresas recuperadas por trabajadores que no bajaron la cabeza ante patrones vaciadores o empresarios golondrinas.Y ya no se trata de aislados esfuerzos individuales únicamente –caso el golf, el tenis o la natación, equivalente a músicos, actores o escritores– sino de los deportes colectivos como el hockey, el rugby o el vóleibol. Estos gestos marcan un amuchamiento de jóvenes –y algunos no tanto– que no les han pedido permiso a sus dirigencias (muchas veces integradas por figurones cuya única misión, a la manera de los cuerpos diplomáticos, parece que fuera a viajar a congresos, vestirse de gala, tomar copetines y hablar de pelotudeces...) para decidir por ellos mismos su camino con la colaboración de dirigentes y entrenadores consustanciados con lo que deben hacer. Y, lo que es más, hacen en serio eso que deben hacer.
No es para nada el mismo caso de los maratonistas etíopes, que aparecieron ganando medallas olímpicas desde países en los que caminar, trotar o correr eran una necesidad de la pobreza y la marginalidad. Este fenómeno del deporte nacional –y de la cultura–, tiene que ver con las reservas que pese a todo sigue teniendo un país –que es el mío, que es el tuyo, que no dejaremos que sea el de “ellos”– que va entendiendo de a poco que, como bien dice el economista Claudio Lozano, lo que importa es demostrarnos que lo que sirve es derrotar al sustantivo “poder” con el verbo “poder”. El sustantivo es de ellos. El verbo es nuestro.