DEPORTES › EL PARTIDO ENTRE HURACAN Y SAN LORENZO FUE SUSPENDIDO POR LLUVIA
La temperatura que rodeó al clásico se enfrió de golpe, con el diluvio que obligó a Laverni a parar el encuentro. Iban 16 minutos y los de Parque Patricios ganaban 1-0 gracias a un cabezazo de Goltz. La historia quedó abierta.
El diluvio frenó todo: el arranque arrollador de Huracán que en sólo 16 minutos se llevó por delante a San Lorenzo. La ilusión de los hinchas del conjunto de Parque Patricios, que tras ese cabezazo de Goltz, se imaginaron una lluvia más abundante, pero de goles. La caída futbolística del conjunto de Miguel Angel Russo, que aún no muestra reacción. Y un clásico que venía muy caliente en la semana. Pero la lluvia le puso un freno a todo eso, y dejó en suspenso un choque muy vibrante entre Huracán y San Lorenzo, que todavía no está definido cuándo van a terminar de jugar. La historia está abierta.
Por eso a partir de ahora todo puede pasar. Porque Huracán puede seguir manejando el partido, aunque tendrá un jugador menos (por la expulsión de Pastore), o San Lorenzo puede cambiar y revertir la situación. Es que, hasta antes de que el árbitro Laverni decidiera la suspensión del encuentro, porque la pelota no rodaba y no se veían las líneas de tanta agua, fue todo de Huracán.
Con César González como manija del equipo, el conjunto local se paró decididamente en el campo contrario y de a poco fue acorralando a San Lorenzo. Así, con viento (y lluvia) a favor, Huracán se hizo dueño del juego y de la pelota. Tanto dominio se cristalizó en un clarísimo mano a mano que tuvo Barcos a los seis minutos. El delantero recibió un magnífico pase del venezolano González, y solo, con todo el tiempo a su disposición, se la quiso picar a Orión, que se la sacó con el pecho.
Mientras tanto, el conjunto dirigido por Russo intentaba reaccionar, pero sus jugadores no podían hacer pie. Luchaban contra el agua y la constante presión de los volantes de Huracán. Así, todo les costó el doble. Mucho más cuando el árbitro en una confusa jugada, pitó un foul en favor del local. Y luego del centro Goltz puso el 1-0.
Para colmo continuaba lloviendo a cántaros y ya ninguno podía jugar. Todos le pegaban para arriba. La pelota donde caía se moría. Y el agua crecía más y más. El césped de Boca se había transformado en una pileta, y encima la tormenta no parecía querer parar. Por eso el árbitro paró el partido, juntó a los capitanes de ambos equipos, y decidió la suspensión de un encuentro que tuvo muchos condimentos y que seguirá abierto hasta que el Comité Ejecutivo de la AFA disponga que se termine.
Informe: Nicolás Sagaian.
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