DEPORTES › CRUCES ENTRE SERBIOS Y BOSNIOS
› Por Ignacio Naya
Desde Melbourne
Los rencores de la Guerra de los Balcanes volvieron a sobrevolar ayer el Abierto de Australia, donde los enfrentamientos entre tenistas de países de la ex Yugoslavia se convierten en momentos de alta tensión. El estadounidense de origen bosnio Amer Delic llamó a la calma antes de su duelo ante el serbio Novak Djokovic, pero la policía tuvo que detener a varios alborotadores en las puertas del estadio central por lanzar sillas y armar una pequeña pelea. Una mujer resultó herida por el impacto de una silla y tres hombres fueron detenidos, además de otros 30 expulsados de las instalaciones como consecuencia de los disturbios, según comunicó la policía.
“Es triste”, se lamentó Delic, que vio así enturbiado su buen juego ante el número tres del mundo, con el que perdió 6-2, 4-6, 6-3, 7-6 (7-4). “No hay ningún lugar para esto en el tenis”, agregó. “Esto está fuera de nuestro control”, remarcó por su parte Djokovic. “Para eso están las autoridades, para intervenir en caso de que el público se extralimite”, indicó.
El ambiente en el Rod Laver Arena, la cancha principal del Melbourne Park, nunca pasó de la zona caliente a la peligrosa. Los aficionados gritaron en alguna ocasión entre el primer y segundo saque o durante los puntos, pero no se produjo ningún incidente violento. “Hay que entender que ésta es quizás su única oportunidad de animar a sus deportistas”, comentó Djokovic. “Esto es algo que hace a Australia diferente.”
La actual Australia es un país formado principalmente sobre la base de la inmigración. Tras la Segunda Guerra Mundial, las fronteras del país se abrieron de par en par. Temeroso por la cercanía de que llegaron las tropas japonesas, el gobierno australiano decidió que debía multiplicar su población y dio prioridad a la entrada de personas de la Europa del Este. La comunidad yugoslava se hizo muy numerosa, con miles de serbios, croatas y bosnios asentándose como refugiados o inmigrantes en el estado de Victoria, cuya capital es Melbourne.
La tensión entre las comunidades golpeó en 2007 al Abierto de Australia, cuyo recinto se convirtió en escenario de una multitudinaria pelea entre croatas y serbios, algo nada habitual en torneos de tenis. “Tengo la sensación de que vienen aquí por motivos políticos en lugar de para apoyar realmente a los jugadores”, lamentó el croata Ivan Ljubicic, que fue presidente del Consejo de Jugadores de la ATP. “Aquí es diferente a cualquier otra parte en el mundo”, se quejó el veterano jugador, que siempre se mostró conciliador y alejado de las proclamas nacionalistas.
Algo más pasional es Djokovic, al que no le importa viajar a una pequeña localidad de Kosovo para reclamar su pertenencia a Serbia. Sin embargo, ambos jugadores intercambiaron sus camisetas el año pasado en Montecarlo en un gesto de amistad. Al fin y al cabo, el serbio empezó en el circuito de la mano del croata.
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