DEPORTES › A PROPóSITO DE LOS CUATRO GOLES DE SAND
1 Diego Maradona a Boca, 1980. “Es apenas un gordito”, se mofó Hugo Gatti, el arquero boquense, antes del encuentro. “No sé si lo dijo o no –contó luego Diego, que jugaba en Argentinos–. Por las dudas, le hice cuatro.” De penal, a los 20, de tiro libre cruzado a los 42, con toque con cara interior del pie izquierdo a los 48 y un golazo al ángulo de tiro libre a los 75. Al año siguiente, fueron compañeros en Boca...
2 Héctor Veira a Boca, en 1967. Fue una tarde mágica para el Bambino, que abrió la cuenta a los 5 minutos, amplió la ventaja a los 12 y después, en un ráfaga, siempre en el primer tiempo, selló el 4-0 de San Lorenzo con otros dos tantos a los 32 y 34 minutos. Los testigos dicen que en realidad debieron ser cinco los goles, pero el árbitro Miguel Comesaña anuló mal uno. Si lo hubiera cobrado, Veira no habría entrado en esta serie...
3 Carlos María García Cambón a River, 1974. Para debut soñado, ninguno como éste: con la camiseta de Boca, el ex delantero de Chacarita le hizo su primer gol a River a los 2 minutos de comenzado el torneo Metropolitano... Pase de Tarantini, definición de zurda ante Fillol. Antes del entretiempo, cabezazo tras centro de Trobbiani. El tercero puso el partido 4-2 y el cuarto, a los 71, una joyita tras taquito de Potente y desaire al arquero, para tocar al arco vacío.
4 Isidro Lángara a River, 1939. El Viejo Gasómetro recibe al equipo de Minella, Moreno, Pedernera y Peucelle, ampliamente conocidos. Al que no se conoce es a ese vasco que había escapado de la Guerra Civil Española, donde había combatido en el bando republicano y debutaba en San Lorenzo. Hacerse ampliamente conocido le llevó 32 minutos, los suficientes para marcarle cuatro tantos a Besuzzo.
5 Martín Palermo a Gimnasia/Banfield, 2007. Dos cuartetas en el mismo año; en el Apertura, contra el rival al que más le gusta hacerle goles, por su pasado estudiantil, señalando cuatro por primera vez en su carrera (tres de ellos en apenas 14 minutos); en el Clausura, contra el equipo del sur, como parte de una goleada 6-0.
6 Sergio Martínez a Huracán de Corrientes y Gimnasia, 1997. Esta vez, separadas por seis fechas. Por la 5ª del Clausura, anotó a los 23, 55, 63 y 83, pero no los festejó porque estaba peleado con los hinchas. Seis fechas más tarde, contra los platenses, hizo cuatro en apenas 28 minutos (a los 60, 62, 73 y 88).
7 Diego Milito al Real Madrid, 2006. En España lo recuerdan como “uno de los mejores partidos de un jugador del Zaragoza en la historia del club”. Por la Copa del Rey, en La Romareda, el ex delantero de Racing (foto) remató fuerte a los 14, tocó suave a los 21, conectó un centro de Cani a los 34 y cabeceó perfecto tras un corner a los 55. Record de efectividad, recuerdan también: cuatro llegadas, cuatro pepas.
8 Eusebio a Corea del Norte, 1966. Los asiáticos eran los cucos del Mundial de Inglaterra: habían eliminado a Italia en octavos y en cuartos vencían, a los 25 minutos, 3-0 a Portugal. La Pantera de Mozambique los mandó a casa con cuatro zarpazos: remate alto a los 27, cobranza de un penal a los 43, gambeta a los 56, otro gol por un penal que le habían cometido a él mismo a los 59. Portugal venció 5-3 y Eusebio se consagró goleador de aquel Mundial.
9 Emilio Butragueño a Dinamarca, 1986. Los daneses parecían maquinitas en el Mundial de México, le habían hecho 6 a Uruguay. Lo de España era más modesto. El Buitre, convertido ese día en un bisonte, interceptó un pase de Jesper Olsen al arquero para empatar a los 44, convertía de cabeza el corner de Camacho a los 56, remató solito en el área a los 81 y cerca del final anotó el penal que le cometieron. Fue 5-1 en Querétaro: Di Stéfano dijo que el Buitre llevaba “el gol en el cuerpo”.
10 Just Fontaine a Alemania, 1958. En aquel Mundial le había marcado, vistiendo la camiseta de Francia, tres goles a Paraguay, dos a Yugoslavia, uno a Escocia, dos a Irlanda del Norte y uno a Brasil en la semifinal perdida 5-2. Por eso las cuatro pepas al campeón del mundo, en el partido por el tercer puesto, tuvieron un enorme significado. Kopa y Piantoni, sus compañeros de ataque, lo ayudaron –sirviéndole los tantos– a ser el goleador del torneo: nunca nadie convirtió tantos goles en un Mundial como Fontaine en 1958.
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