DEPORTES › RACING SE IMPUSO 1-0 A BANFIELD CON GOL DE LUCERO Y SE ALEJA DE LA PROMOCION
El equipo de Caruso Lombardi volvió a conseguir un gol –esta vez cuando jugaba bien– y lo defendió acumulando defensores, rechazando la pelota a cualquier parte y apostando a la suerte. Así consiguió el quinto partido sin goles en contra, con cuatro triunfos.
Racing consiguió otro triunfo con gusto a hazaña. Con una defensa heroica, con Migliore vomitando en su área en los últimos minutos y con bastante fortuna, el equipo de Caruso Lombardi le ganó 1-0 a Banfield y cada vez se aleja más de la Promoción. Adrián Lucero, en la primera parte, marcó el único gol del cuarto triunfo en los últimos cinco partidos.
Racing sabe que necesita puntos. Y con esa motivación salió a jugar ante un Banfield que entró al partido para ver qué pasaba. Entonces, con esas dos actitudes tan diferentes, lo que sucedió es que el conjunto de Avellaneda arrolló a su rival en el arranque, con muchas ganas y hasta con algunos toques de buen juego. Por eso, no sorprendió que sacara ventaja muy rápido con una linda maniobra colectiva que arrancó Caballero, pasó por Lucero y Lugüercio y terminó con el toque a la red del ex Newell’s.
El gol no pareció cambiar la geografía del partido. Es que Racing siguió imponiendo su dinámica en la mitad de la cancha y manejaba bien la pelota, mientras Banfield miraba cómo el partido le pasaba por el costado. Recién después de la primera media hora, cuando la presión de Racing empezó a aflojar por el desgaste, Banfield pudo hacer pie. Ahí fue cuando aparecieron en escena Bertolo y Erviti, para darle algo de juego al visitante. Y también allí llegaron un par de situaciones de riesgo, pero la seguridad de Migliore se encargó de neutralizarlas.
El segundo tiempo ya fue otra historia. Racing se olvidó de cuidar el balón y apostó por la defensa heroica. Eso significó que Banfield se adueñara del terreno, aunque la escasa imaginación en ataque no le permitió generar chances demasiado claras. El equipo de Falcioni se repitió en centros frontales, circunstancia que agrandó la tarea de Migliore y de los centrales. Y cuando alguno de ellos falló, la suerte ayudó, como esa volea de Barrales que se estrelló en el palo o como ese cabezazo de Víctor López que cruzó todo el arco sin que tres jugadores de Banfield pudieran desviarlo por el segundo palo. Así llegó a un triunfo con su fórmula preferida, la de la felicidad.
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