Una jornada dulce vivió ayer el tenis argentino en el polvo de ladrillo de Roland Garros. Porque luego de un primer día para el olvido, Juan Martín Del Potro, Máximo González, Juan Mónaco y Leonardo Mayer enderezaron el andar de la legión y pasaron a la segunda ronda del Abierto de Tenis francés, que reparte 16 millones de dólares en premios. La única derrota de la jornada fue la eliminación de Brian Dabul, que cayó frente al ucraniano Sergiy Stakhovsky 4-6, 7-5, 7-6, 6-3.

Por eso después de la tormenta que pronosticaba un futuro distinto para los argentinos durante los primeros días, todo cambió y salió el sol. El primero que marcó ese camino fue Del Potro, número cinco del ranking mundial, que sin exigirse demasiado vapuleó 6-3, 6-3, 6-1 al local Michael Llodra (78), en una hora y 30 minutos. “Igual tengo que mejorar mucho. Porque el próximo partido va a ser más de fondo, con puntos largos, algo que no se dio en éste”, sostuvo el tandilense, que ahora jugará contra el serbio Viktor Troicki (32).

Después, en la cancha 3, llegó el turno de otro tenista de Tandil: González (77), que luego de disputar la Copa Mundial por equipos de Dusseldorf, le ganó de forma sorpresiva 6-3, 1-6, 6-4, 7-6 (4) al estadounidense Mardy Fish, 22º cabeza de serie del certamen. Respecto de qué tiene Tandil que saca tan buenos jugadores, el argentino bromeó: “¡El agua!”, para luego añadir que “hay una muy buena escuela desde tiempos de Guillermo Pérez Roldán. Actualmente viene (a formarse) gente de toda Argentina y Sudamérica”.

Es que unos minutos después, el tenis de Tandil volvió a sorprender en el polvo de Roland Garros. Ya que Mónaco (68) no pasó grandes sobresaltos para vencer sin atenuantes 6-3, 6-2, 6-4 al chipriota Marcos Baghdatis (82) con un tenis muy firme durante una hora y 56 minutos. Por eso en la segunda ronda se enfrentará al francés Jo-Wilfried Tsonga (9), quien no disputó este torneo de Grand Slam el pasado año. “Será un partido muy duro (ante Tsonga), en cancha central. Me ganó en Australia, para mí esto es una revancha en mi superficie preferida. Aunque él también juega bien sobre polvo de ladrillo”, advirtió el argentino de 25 años.

Consultado sobre el secreto de la escuela de tenis tandilense, Mónaco bromeó: “Tenemos un mago, el ‘Negro’ Marcelo Gómez. La fórmula es mucho entrenamiento, mucho sacrificio y siempre tratar de ir a más, incluso sin apoyos, porque siempre tuvimos pocos”, resaltó. Y coincidió con su compatriota González en que la clave del tenis de Tandil radica en inculcar a los chicos “algunas cosas indispensables” para triunfar en el deporte, como “la responsabilidad, la entrega y la humildad”.

Sin embargo, la sorpresa argentina no fue toda de esa ciudad bonaerense. El batacazo del día lo dio el correntino Leonardo Mayer, llegado de la qualy y debutante en un Grand Slam, que derrotó al estadounidense James Blake, decimoquinto cabeza de serie. En tres sets y con un tenis implacable consiguió un excelente 7-6 (8/6), 7-5, 6-2. “¡Fue increíble! Lo que hice fue mantener mi saque y arriesgar todo hasta donde podía. Estoy muy cansado y como que me quedé sin fuerzas. Al final estaba muy nervioso”, dijo el argentino, que la próxima ronda enfrentará al alemán Tommy Haas.

La única derrota vino por parte de Dabul (109), que el sábado pasado había derrotado al número uno del mundo, Rafael Nadal, en un partido de exhibición. Pero poco hizo de lo que había hecho ante el español y cayó 4-6, 7-5, 7-6 (2) y 6-3 ante el ucraniano Sergiy Stakhovsky (110). Por eso se despidió rápido de Roland Garros aunque no sin antes dar pelea. “No estuve preciso en los momentos cruciales y lamentablemente no pude continuar”, dijo el argentino que quedó eliminado como Eduardo Schwank, Sergio Roitman, Gastón Gaudio, Agustín Calleri y Juan Ignacio Chela.

Desde esta mañana, en un duro duelo, Diego Junqueira intentará continuar el camino marcado por los tenistas tandilenses y Mayer al enfrentar al ruso Nikolay Davydenko (10). Y lo mismo tratará de hacer la tigrense Gisela Dulko, cuando se enfrente a la alemana Anna-Lena Groenefeld. Ambos no quieren cortar la racha para seguir andando el camino de la legión.