DEPORTES › OPINIóN
› Por Diego Bonadeo
Suspicacias, mentideros, en fin, puterío para todos los malos gustos. La cuestión es que, una vez más, la antinomia ajena al juego se instaló en la definición del Clausura 2009, con Lanús, Vélez, Huracán y Colón como aspirantes al título.
Y pudo ser con Banfield, Nueva Chicago y Unión como representantes de la “otredad”, pero como de San Lorenzo se trataba, el “otro” es Huracán. Pero nada de esto tuvo que ver con la decisión del referí Gustavo Bassi de darle a Lanús el penal que Sand convirtió en el 2-1 definitivo por un aparente agarrón de Aguirre dentro del área.
Lo de las antinomias se instaló como secuela de las discusiones alrededor de la infracción, con declaraciones cruzadas de Jonathan Bottinelli y el árbitro, acusándose el uno al otro. Bottinelli, por supuestos dichos del juez durante el partido, y Bassi, por supuesto desempeño indolente del defensor de San Lorenzo.
De todos modos, el precedente instalado por Bassi nada tiene que ver con nada que no tenga que ver con el juego. De aquí en más debe quedar claro, en especial para los jueces –que para no comprometerse hacen un culto del “siga, siga...”–, que todas las infracciones penadas con tiros libres directos que son tales fuera de las áreas, dentro de ellas son penal.
Y eso que Bassi, para quien esto escribe, no es ni mucho menos un árbitro de los más capaces.
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