El tandilense Juan Martín Del Potro se medirá el viernes ante el suizo Roger Federer por un lugar en la final del Abierto de Tenis de Francia. Del Potro, de 20 años y quinto del ranking mundial, derrotó ayer al español Tommy Robredo por 6-3, 6-4, 6-2 para situarse por primera vez en su carrera entre los cuatro mejores de un torneo de Grand Slam. Un revés paralelo selló el triunfo de Del Potro en dos horas y siete minutos. Poco antes, Federer había derrotado al francés Gael Monfils por 7-6 (6), 6-2 y 6-4 para quedar a un partido de jugar por cuarto año consecutivo la final de Roland Garros.

La emoción del triunfo embargó a Del Potro, que se tomó el rostro con las manos y venció su espalda hacia el polvo de ladrillo naranja en el que acababa de lograr uno de los éxitos más importantes de su vida. Robredo, 17º del ranking mundial, fracasó así nuevamente en su intento de superar la barrera de los cuartos de final de un Grand Slam.

El argentino dominó el encuentro del principio al fin, sin verse inquietado por el juego sólido, aunque sin tiros punzantes, del español, al que ya había derrotado en el único enfrentamiento anterior, en octubre de 2007 en Madrid.

Con su triunfo, Del Potro se convirtió en el octavo argentino en clasificarse para las semifinales de Roland Garros y el primero en lograrlo desde que David Nalbandian alcanzara esa instancia en 2006, la última vez que un argentino llegó a la ronda de los últimos cuatro en un Grand Slam.

Un año atrás, Del Potro llegó como número 68 del mundo a París y cayó en segunda ronda. Esta vez, aun ganando el torneo, el argentino se mantendrá como quinto del ranking mundial.

Federer, número dos del mundo, necesitó dos horas y diez minutos para batir al ídolo local en la cancha central. El suizo de 27 años alzó los brazos y enseguida apretó ambos puños para celebrar su triunfo, que selló con un impecable revés paralelo que dejó sin respuesta a Monfils.

Así, el ex número uno del mundo sigue adelante en su objetivo de ganar el único Grand Slam que se le resiste. De alzar el domingo la copa de los mosqueteros, Federer habrá igualado el record de 14 títulos de Grand Slam en manos del estadounidense Pete Sampras.

“Es la hora de Monfils”, tituló ayer a ocho columnas en primera plana L’Equipe. Y algo de eso hubo, porque, Monfils sólo jugó una hora, la que duró el primer set. Durante ese parcial, Monfils, de 22 años y décimo del ranking mundial, mostró por qué sus compatriotas creían que podía sacar del torneo a Federer.

Una derecha poderosa, una capacidad atlética llamativa y un alcance de brazos sin comparación en el circuito fueron argumentos suficientes para que Federer sufriera.

El suizo alternaba tiros geniales, como alguna devolución ganadora apelando al drop, con derechas groseramente erradas, algo que es su marca desde hace tiempo.

Pero cuando su tenis ofensivo no funcionaba, Federer mostraba lo que el sueco Mats Wilander define como su “nueva capacidad de sufrir”, con argumentos defensivos de peso, aderezados con poderosos arrestos ofensivos en los que cerraba todos los ángulos a su rival y definía con la volea.

En un entretenido tie break, Monfils llegó a tener set point al situarse 6-5 gracias a un saque ganador. Pero Federer salvó la situación atacando, conectó luego un servicio ganador para 7-6 y terminó “comiéndole” la cancha al francés para definir con una volea de derecha y llevarse el set.

Fue como si se hubiese comido también al francés, que ya no volvería a ser el mismo. El partido, formalmente de tres sets, había durado sólo un parcial, y Federer avanzaba así a su vigésima semifinal consecutiva en un Grand Slam.

La otra semifinal a jugarse mañana enfrentará al chileno Fernando González con el sueco Robin Soderling.