DEPORTES › LA SELECCIóN ARGENTINA DEBUTA EN EL HEXAGONAL FINAL DE LA LIGA MUNDIAL
Una profesionalización generalizada en la preparación, la dedicación y la organización permitieron dar bases sólidas al progreso.
› Por Adrián De Benedictis
Los desencuentros y los conflictos internos que envolvían al vóleibol argentino parecen haber quedado demasiado lejos. El resurgimiento de este deporte comenzó a dar sus primeros pasos con el actual seleccionado que conduce Javier Weber, quien aceptó el cargo por el respaldo dirigencial y organizativo que recibe desde atrás. Y a partir de ello, el equipo ya consiguió el primer logro, debido a que obtuvo por primera vez un lugar en el hexagonal final de la Liga Mundial por mérito deportivo. La vez anterior que jugó esta instancia fue en 1999, en Mar del Plata, pero clasificó por ser el anfitrión. Sin duda, esta nueva etapa que tiene como fin mezclar al conjunto nacional con las grandes potencias, se sustenta en bases bien sólidas:
- La unidad de los directivos: Es un factor determinante para que un proceso pueda desarrollarse con seriedad y criterio. La Federación del Vóleibol Argentino (FEVA) está a cargo de toda la estructura y su mira apunta al crecimiento, pero no sólo de la alta competencia sino también al trabajo necesario para que los jóvenes que se inician en la actividad cuenten con las herramientas y los incentivos necesarios para continuar su recorrido y no abandonar a mitad de camino. Por este motivo, las divisiones históricas que caracterizaron al deporte en la década del ’90, y que desencadenó que el vóley fuera manejado por dos federaciones, están lejos de repetirse.
- La banca de Marcelo Tinelli: El empresario decidió vincularse con esta disciplina para provocar un impacto interno en su ciudad natal, Bolívar, y las marcas que lo acompañan hicieron el aporte económico para lograrlo. Bolívar es el actual tricampeón de la Liga Argentina, y maneja un presupuesto que asombra. La compañía de Tinelli, Ideas del Sur (IDS) Sports, está a cargo también de la comercialización que rodea al seleccionado, y eso fue clave para sellar el desembarco de Weber.
- Un cuerpo técnico muy profesional: Es el que comanda precisamente Weber, secundado por Flavio Leoni y Juan Manuel Barrial. El ex armador trasladó la misma rigurosidad laboral que ejerce en Bolívar, y así les dio lugar a los jugadores más destacados de su club para que los conceptos sean asimilados con mayor rapidez. En ese sentido, Weber dijo ayer que en los procesos previos “se veían buenos jugadores, que a veces jugaban bien y otras veces lo hacían mal. El sentido de pertenencia a la Selección se había perdido o por lo menos no se demostraba”. Eso es lo que busca el técnico, que los jugadores se sientan parte fundamental de este ciclo, y que el ideal de juego asome en el Mundial del año que viene.
- Una nueva camada de jugadores: Los apellidos históricos del vóley volvieron a aparecer con Conte, Uriarte y Quiroga, pero en este caso son los hijos o familiares de aquellos que quedaron en la historia. Con chicos que no superan los 24 años, el plantel está atravesando un recambio generacional que al mismo tiempo le aporta categoría. Varios integrantes de este plantel llegarán con la edad justa a los Juegos Olímpicos de Londres.
- Mezcla de juventud y experiencia: El equipo tiene cuatro o cinco jugadores que son los que conducen al resto. El más grande es el líbero Pablo Meana, con 34 años, y lo siguen Alejandro Spajic, con 33, y Gabriel Arroyo, con 32. Ellos se encargan de orientar y corregir a aquellos chicos, pero también son los que aparecen en los momentos decisivos para llevar una definición a su favor.
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