DEPORTES › LA SELECCIóN ARGENTINA SE JUEGA POR ENTERO EN LA úLTIMA FECHA DE LAS ELIMINATORIAS SUDAMERICANAS
El Río de la Plata no vive un partido así desde hace décadas. Uruguay y la Selección nacional buscan un lugar en Sudáfrica 2010, y una combinación de resultados puede darle todo o dejar sin nada al equipo de Diego Maradona. El país se paraliza a las 19.
› Por Facundo Martínez
Bajo la atenta mirada del resto del mundo, Uruguay y la Argentina jugarán hoy en el mítico estadio Centenario el clásico rioplatense más importante de los últimos tiempos con un único objetivo por delante: ganar, para asegurarse la clasificación directa al Mundial de Sudáfrica 2010. Por eso, cuando empiece a rodar la pelota, no habrá lugar para especulaciones ni mucho menos. Ambos conjuntos, que llegan con ánimos dispares, no tendrán mejor camino que abstraerse de todo el contexto para intentar jugar su mejor partido posible, y así cerrar con un gran premio estas Eliminatorias Sudamericanas en las que, en distintas circunstancias, han sufrido grandes altibajos y cosechado un sinnúmero de críticas.
La Selección llega al encuentro golpeada y, como quedó demostrado en la agónica victoria frente a Perú, carente de un funcionamiento colectivo que sea capaz de apuntalar la ilusión, sin una idea ni un trabajo de equipo de base sólida. Buena parte de la culpa –más allá de las bajas en los rendimientos de sus individualidades, principalmente de Messi, pero también de Mascherano y de prácticamente toda la última línea– la carga sobre sus espaldas el entrenador Diego Maradona, cuya falta de orientación llega a sorprender a los propios integrantes del plantel. “Lo que más llama la atención es que no nos dé indicaciones claras, las charlas técnicas prácticamente no existen. Lo que sí hace Diego es arengarnos, motivarnos, pero lo otro falta”, reconoció en la intimidad uno de los delanteros del equipo.
Así como están dadas las cosas, para acceder en forma directa al Mundial la Selección Argentina parece necesitar más de un milagro que de otra cosa. Porque llega a este trascendental encuentro sin un equipo consolidado: prueba de ello son los 78 jugadores que el entrenador citó para el último tramo de las Eliminatorias y los cambios radicales a los que ha sometido la formación del equipo, sin contar sus contradicciones discursivas, tan radicales como incoherentes. La Selección deberá, además, remontar un contexto desfavorable: tendrá enfrente a un rival motivado hasta la médula, que suele compensar sus flaquezas individuales con el juego de equipo –lo que ya supone una ventaja clara respecto de la Argentina– y que jugará a estadio lleno, colmado de hinchas celestes que sueñan, fundamentalmente por el hecho de que Argentina no gana en la capital uruguaya desde 1976, con una victoria que los lleve al Mundial sin escalas.
Esta vez, a diferencia de lo pasó en 2001, cuando tras el pacto entre Verón y Alvaro Recoba, entonces compañeros en el Inter, se produjo un empate 1-1 que terminó clasificando a los uruguayos y dejando afuera del Mundial de Corea-Japón a los colombianos (un arreglo que molestó al entonces técnico argentino Marcelo Bielsa, que de la bronca terminó rompiendo un vidrio en el vestuario), ningún jugador local con los que dialogó este diario se expresó a favor de un pacto similar. La razón es simple: “Uruguay tiene la chance de clasificarse directamente con una victoria y el empate la dejaría en el repechaje, así que éste sería un acuerdo en el que una pierde y otra gana, un acuerdo imposible”, reconoció uno de los futbolistas de Oscar Tabarez.
Por esa razón, son coincidentes los comentarios con respecto a cómo tomar lo que, simultáneamente, estará pasando en Santiago, donde Chile recibirá a Ecuador, el tercero en discordia en la lucha por el pasaje y medio que están en juego: “No pensar en eso”. “Si gana Uruguay, todo lo que pueda suceder en Chile va a ser secundario porque nuestro objetivo estaría cumplido”, insistió a Página/12 el goleador uruguayo Sebastián Abreu. Cerrando el círculo de las especulaciones, una victoria de Uruguay y de Ecuador dejaría, lamentablemente, a la Argentina afuera del Mundial.
No caben dudas de que este clásico, con mucho por ganar y también mucho por perder, será muy intenso. Tanto los entrenadores como los jugadores, y como los cardíacos –por supuesto–, deberán tomar todos recaudos. Más allá de cómo se levanten los jugadores de ambos equipos, que en definitiva son los que saldrán a la cancha, una lectura ajustada a lo que suceda dentro del campo de juego puede resultar clave y, más allá de la aparente ventaja que el Maestro Tabarez le lleva a Maradona en este rubro, es de esperar que el amor propio del entrenador argentino se despierte aquí y toque esa fibra interior que, en su etapa como futbolista, lo ha llevado junto a su magistral zurda a lo más alto del fútbol planetario. Si el DT los apoya seriamente, los orienta y los contagia, quizás ayude a que el milagro se consume. Por delante quedaría el Mundial, pero eso ya es otra historia.
- Si Argentina gana, se clasifica para el Mundial.
- Si Argentina empata y Ecuador no le gana por cinco o más goles a Chile, se clasifica para el Mundial.
- Si Argentina empata y Ecuador le gana por cinco o más goles a Chile, va al repechaje.
- Si Argentina pierde y Ecuador empata o cae en Chile, va al repechaje.
- Si Argentina pierde y Ecuador gana, se queda afuera del Mundial.
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