Mar 22.12.2009

DEPORTES  › OPINIóN

Lo importante es celebrar

› Por Diego Bonadeo

La inconsecuencia parece ser una de las mayores debilidades de quienes tienen tambaleantes convicciones. O de quienes simplemente no las tienen (las convicciones, por no decir ni escribir otra cosa).

En los últimos cuarenta años o algo más, no necesariamente siempre desde el juego, pero sí desde su periferia, se fue creando una especie de “cultura Estudiantes de La Plata”, difundida muy especialmente por Carlos Salvador Bilardo y sus amanuenses de la comunicación que, más o menos rápidamente, a favor de tener la hegemonía de los medios para la propalación del pensamiento único, se hizo carne en algunos sectores de la población. El mensaje, archiconocido y falaz, establecía que lo único que importaba era ganar y que, por ejemplo, salir segundo o subcampeón era un fracaso.

Este equipo de Estudiantes de La Plata de 2009, por momentos de los menos malos del torneo olvidable que acaba de ganar Banfield, perdió la final con Barcelona y sin embargo hubo festejos en La Plata y una importante recepción en Ezeiza. Quizá porque a los mismos que insisten en que lo único que importa es ganar, lo único que les importa ahora es putear a Lionel Messi, como si fuera el responsable de las limitaciones de aptitud, pero especialmente de actitud, que hizo que Barcelona fuese claro dominador de la final del Mundial de Clubes, pese a la ausencia de uno de los mejores futbolistas del mundo: Andrés Iniesta.

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