Por Daniel Guiñazú

Omar Narváez, el campeón mundial mosca de la OMB, el único que le queda al boxeo argentino, iniciará hoy la etapa europea de su corta carrera profesional. Desde las 18 y con televisación en directo de TyC Sports, defenderá su título por segunda vez ante el italiano Andrea Sarritzu, en una pelea a 12 rounds que se desarrollará en Quartu Santa Elena, una localidad ubicada a 10 kilómetros de Cagliari, en la isla de Cerdeña. Narváez, zurdo e invicto en 13 peleas con 12 victorias (7 por nocaut) y 1 empate, aparece como favorito por sus superiores condiciones técnicas y porque a Sarritzu le faltan antecedentes. Habrá que ver cómo procesa el chubutense ser visitante por primera vez en su campaña.
En verdad, no es una experiencia nueva para Narváez pelear en casa ajena. En su larga historia como amateur, combatió fuera del país en dos Juegos Olímpicos (Atlanta ‘96 y Sydney 2000), dos Mundiales de Aficionados en los Panamericanos de Winnipeg en 1999 y ese mismo año, en el prestigioso torneo Cordova Cardín en Cuba. Pero otro es el cantar cuando del profesionalismo se trata, más cuando hay que defender un título del mundo en el país y la ciudad de la que es oriundo su adversario. Se supone que Narváez tiene carácter como para sobreponerse a estas adversidades e imponer su boxeo limpio pero sin demasiada contundencia. La pelea de hoy es una buena ocasión para demostrarlo.
Sarritzu está octavo en el ranking de la OMB y en su breve trayectoria de 19 peleas con 17 victorias (7 por fuera de combate), una derrota y un empate, no brillan los nombres importantes. Tan sólo se destacan dos títulos regionales de cuestionable valor deportivo: los intercontinentales minimosca de la FIB y mosca OMB. Según declaró Narváez, se trata de un boxeador técnico, ordenado y especulativo al que resulta difícil pegarle. En su primera defensa ante el marplatense Luis Alberto Lazarte en Chubut, Narváez no deslumbró como sí lo había hecho cuando le ganó la corona al nicaragüense Adonis Rivas en la reapertura del Luna Park. El estilo confuso y huidizo de Lazarte lo embarulló y lo obligó a plantear una pelea de persecución, algo que parece no sentarle cómodo al chubutense que se siente mejor trabajando sobre los envíos de su rival. Si el italiano repite ese esquema, Narváez se verá en problemas. Pero si decide cambiar su molde e ir al ataque, puede llegar a aparecer el mejor Narváez, ese boxeador pulcro y variado que es la única joya de la abuela que le queda al empobrecido pugilismo argentino de estos días.
El árbitro del combate será el experimentado estadounidense Joe Cortez. Los jurados serán el alemán Kurt Jacobsen, el francés Robin Belpiere y el estadounidense Chuck Giampa.