DEPORTES › EL PEDIDO DE LOS DIRIGENTES DE BOCA AL TéCNICO
Quieren sostenerlo hasta junio, cuando puedan decidir a qué entrenador contratarán en su reemplazo, pero precisan que haga las paces con los jugadores, con los que ayer dialogó hora y media.
› Por Facundo Martínez
La derrota ante Tigre en Victoria en la previa al Superclásico sacudió a Boca desde los cimientos. El equipo está ahora al borde de un precipicio y –vaya paradoja– a nadie se le escapa que contra River tiene que dar un paso al frente. El presente de Boca es terrorífico: un equipo desganado, dividido, con líderes incapaces de propiciar la unión que fortalezca al grupo, sin un entrenador sereno que sepa poner paños fríos a la situación, con una dirigencia en la que cada uno tira para su lado y –lo que es peor– sin nada que indique la posibilidad de una mejoría a corto plazo.
Y ayer no fue la excepción a este caos. Tras la reunión del lunes con los dirigentes, el entrenador Abel Alves mantuvo una extensa reunión con el plantel en el vestuario. Fue una hora y media de intercambio de opiniones y de arengas. Después, los jugadores se tomaron quince minutos solos, para procesar y salir, cerca de las 12, a realizar la práctica que estaba previsto que arrancara a las 10. Nadie hizo declaraciones. Sin embargo, trascendió que Alves no habló con tono ríspido y dejó de lado sus habituales recriminaciones, que les dijo a los jugadores que ellos son los únicos que pueden sacar esto adelante, que él no era Dios como para hacerlo y que tampoco quiere se que se vaya nadie en junio, que él iba a ser el primero en irse. En fin.
Alves sabe que no le quedaba otra. Había sido promovido para realizar la limpieza, hacer el trabajo sucio y eso tiene un costo, que quizá no evaluó con la sangre fría. Los jugadores le pasaron la factura y, debido a los pésimos resultados, no son pocos los que en Boca piensan ahora que habría que limpiarlo a él. Por eso los macristas en el club insisten con el nombre de Guillermo Barros Schelotto, por eso Diego Cagna se tiró a la pileta, que dicho sea de paso estaba sin agua, por eso hasta resurgió desde las tinieblas la voz del Patrón Bermúdez, uno que siempre está listo para agarrar y al que le sobra carácter, pero no el apoyo. Cualquiera parece ser mejor, incluso Julio César Falcioni, quien pese a estar feliz en Banfield y sigue avanzando en la Copa Libertadores, también suena.
El presidente de Boca, Jorge Amor Ameal, su espadachín Marcelo London y dirigentes de peso como José Beraldi no encuentran soluciones. Ameal describió la sensaciones del vestuario tras la derrota en el Monumental de Victoria y declaró que, por lo que vio, los jugadores no le estaban haciendo un cama al DT, que les exigía públicamente que “hay que poner la patita” y otras bravuconadas del estilo “hay que sentir la camiseta”. Pero –cae de maduro– no son éstas las únicas causales de la debacle. Dirigentes, cuerpo técnico y jugadores, todos a su modo aportan su granito de arena para que Boca viva hoy este presente lleno de mezquindades y desaciertos.
Pero hay algo en lo que todos estos actores están de acuerdo, y es en que el superclásico del próximo domingo en La Bombonera se presenta como una inmejorable oportunidad para cambiar algo, para comenzar a ponerle freno a la caída, al peor arranque del equipo en un torneo desde el profesionalismo. Y aunque todavía el entrenador no confirmó quiénes serán los titulares, esta vez no habrá limpieza ni pase de facturas, sino algo más obvio, unos cambios para sumar algo más de experiencia en el plantel.
Por eso se habla ya de la vuelta de Hugo Ibarra, que había sido borrado con el DT junto con Roberto Abbondanzieri, ahora en el Inter de Porto Alegre; el chileno Gary Medel pasaría a jugar de doble cinco junto a Jesús Méndez, que viene reclamando esa posición desde hace rato, y en contrario de algunas versiones periodísticas, Riquelme y Palermo son inamovibles. Así, la probable formación para recibir a River sería con García; Ibarra, Luiz Alberto o Bonilla, Morel, Monzón; Medel, Méndez, Chávez; Riquelme; Gaitán, Palermo. “A River hay que ganarle como sea”, sintetizó ayer Méndez, quien con respecto al contenido de la reunión, respondió: “Es algo que queda entre nosotros”.
La purga –se diga o no ahora– vendrá sola con la no renovación de buena parte de los contratos. Hasta entonces, los dirigentes le pidieron a Alves que no hablara más. Incluso para evitar otro papelón, no sea que el DT de la limpieza se termine yendo antes de junio, el mes de la sangría.
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