DEPORTES › BARCELONA DERROTO A REAL MADRID POR 2-0 EN EL SANTIAGO BERNABEU
El argentino, claro ganador del duelo con el talento portugués, abrió la cuenta para los catalanes y después la amplió Pedro. Para el equipo madridista se trató de la cuarta derrota consecutiva en el derby más importante del fútbol español.
› Por Sebastián Fest
Desde Madrid
La ley de Murphy tiene esta temporada un vínculo de hierro con el Real Madrid, que puede terminar la temporada con un balance de pesadilla. El 2-0 del Barcelona ayer a la noche en el Santiago Bernabeu no sólo determina que los catalanes sumen ahora 80 puntos en la Liga contra 77 del Real Madrid cuando restan siete partidos para el final de la temporada.
Es, también, la cuarta victoria consecutiva de los catalanes ante el archirrival, y sitúa a los blancos al borde del fracaso sólo ocho meses después de revolucionar el mercado con megafichajes por 250 millones de euros (unos 350 millones de dólares).
Y esos dolorosos golpes llegaron siempre en el Bernabeu, siempre en casa. Tras la insólita eliminación ante el Alcorcón en el debut en la Copa del Rey y el inesperado adiós ante el Olympique de Lyon en los octavos de final de la Liga de Campeones, los 83.000 espectadores en el viejo estadio en el centro de Madrid debieron resignarse ayer a que el Barcelona, prácticamente, los humillara.
Sobre el partido pesaba la tensión de un recuerdo, el 6-2 del Barça la temporada pasada en ese mismo estadio. Obedientes al esquema táctico del chileno Manuel Pellegrini, durante media hora los blancos pudieron “secar” al Barça. Pero la cosa no fue más allá, entre otras razones porque el Barça nunca duda de a qué juega, también porque, en el duelo de figuras, el argentino Lionel Messi le sacó varios cuerpos al portugués Cristiano Ronaldo.
En los instantes previos al inicio del partido el esperado saludo entre ambos ofreció palmaditas rápidas y sonrisas cómplices. Messi con botines blancos, Cristiano con botas fucsia.
Un dato da la idea de la solidez del triunfo del Barcelona: Messi no fue, ni por asomo, el de la histórica noche de los cuatro goles ante el Arsenal. El argentino, bien marcado en la primera parte del partido, fue sin embargo un peligro latente, y muy real a los 33’, cuando se anticipó a su compatriota Gago, entró al área, recibió el pase de Xavi –clave en toda la noche–, se desembarazó de Albiol y la metió de derecha.
Messi jugó libre en el centro del ataque y asociado con un Dani Alves que, jugando en el primer tiempo por la derecha en el mediocampo, le demostró a Dunga que no tiene por qué ser suplente en el Mundial. Pedro, a la izquierda, corría y pensaba, aunque no siempre acertara. Claro, hasta que lo hizo para el 2-0 a los 56 minutos tras un pase de, cómo no, Xavi. Los días previos al partido se había hablado insistentemente del duelo entre Messi y Cristiano Ronaldo. Los datos incluyeron que el argentino es capaz de conducir la pelota a 30 kilómetros por hora y atada a sus cordones o que el portugués lanza la pelota a 120 kilómetros por hora en los tiros libres. Pero no hubo posibilidad de compararlos, porque Cristiano casi no inquietó, y tampoco tuvo socios para hacerlo.
El éxito de ayer determinó que, por primera vez en la historia, el Barcelona gane dos partidos consecutivos en el Bernabeu. Lo hizo en un choque cerrado con impotente “déjà vu”, el ingreso en el complemento de dos viejas glorias madridistas, Guti y Raúl, y la pesadilla blanca, como la Ley de Murphy marca, bien puede continuar.
Confiados al extremo, los hinchas del Barça bromeaban con que el partido era en realidad una visita para tomarle las medidas al campo de juego. No es broma: la orquesta de Josep Guardiola sólo necesita superar al Inter a fines de mes para, el 22 de mayo, regresar al Bernabeu a luchar por su cuarto título en la Liga de Campeones. Peor, imposible.
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